Chapter twenty six

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     「i hate you so much it hurts

La platinada tomo una bocanada de aire recuperando su compostura. Toda la conmoción se convirtió en la más pura cólera. Intercalo miradas entre los reyes y para este momento no sabía cuál de los dos era más desagradable.

La decepción impresa en la mirada de su padre era dolorosa, esos ojos que siempre le miraron con amor y adoración. Pero no podía reclamar por su cambio.

Ella tampoco lo miraba de la misma forma. No al hombre que asesino a su madre.

No estaba dispuesta a quemarse sola. Usaría el fuego que Alicent inicio para quemarlos a todos y arrastrarlos con ella con tal de proteger a Laena, incluso a Rhaenyra.

Saerys tomaría la humillación y el dolor para convertirlo en un veneno letal.

—Estoy esperando tu respuesta— insistió el rey.

—No poseo ninguna relación con Laena Velaryon más allá de nuestro lazo familiar.

Incluso así la desconfianza brotaba en el aire. Lo sabía, el Rey no parecía creerle en lo más mínimo. Cómo si su firmeza y poco titubeó fueran sospechosos.

—Eso cuando fue un impedimento para nosostros.

Tenía razón. El incesto en su familia era lo más natural incluso contra las ideologías de la fé. Pero incluso así... ¿Por qué lo que tiene con Laena se considera una blasfemia?

¿Por qué su padre le mira tratando de ocultar con la incomodidad de una relación entre mujeres? ¿No era el un rey que puede mantenerlos a todos a raya con el fin de aceptar su amor? El debería hacerlo. Debería quedarse a su lado y amarla.

Porque era su hija.

Pero no sucede. El era débil y tonto, envenenado por su gente. Asfixiado por las serpientes de su círculo cercano.

Empezando por la Reina verde.

—¿La palabra de una puta vale más que la mía?— pregunta Saerys con la voz destellan su rabia—. Porque ya lo he negado.

Alicent perdió el porte altivo que mantenía, segura de que la intervención del Rey mantendría lejos a las jóvenes amantes. Nada más alejado de la realidad.

Y la forma en la que se refería a ella lo mostraba.

Estaba dispuesta a atacarla, algo que la Saerys que solía conocer no hubiera hecho por más enojada que este. Tal vez la ignoraría por un tiempo pero volverían a estar juntas.

Sin embargo un dragón no se doblega ante los caprichos de una oveja. Jamás.

—¡Saerys!— grita el Rey saliendo de su asombro—. ¡Alicent es la reina! ¡Merece tu respeto!

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐌𝐀𝐓𝐄𝐒-𝐋𝐚𝐞𝐧𝐚 𝐕𝐞𝐥𝐚𝐫𝐲𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora