IV

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Zhanghao respiro profundamente con los ojos cerrados, se sentía relajado, y por alguna extraña razón tenía la sensación de que hoy iba a ser un buen día.

Bien, esa sensación de que iba a ser un buen día se fue a la mierda en menos de una hora. Apenas había llegado a la universidad se había chocado con un chico haciendo que la bebida que esté cargaba le cayera encima, luego cuando fue a su casillero a buscar la ropa que siempre tenía de repuesto-porque hombre precavido vale por mil-, se dio cuenta qué está no estaba y recordó que ya la había usado una vez y se le había olvidado reponerla, derrotado y con su camisa sucia Zhanghao se dirigió a su clase, solo para darse cuenta que había dejado no solo la tarea, sino su mochila la cual contenía todos los libros que necesitaba para hoy y su billetera.

El pobre chino estaba que se pegaba un tiro de la frustración. Y si ya de por sí su día estaba yendo de mal a peor, se puso aún más horrible cuando le asignaron un trabajo con Taesan, un chico con el cuál se llevaba mal desde que lo conoció.

Jesusito llévame contigo ya

Zhanghao rezaba porque no le sucediera ninguna otra cosa, si llegaba a pasar algo más juraba que se pondría a llorar como un bebé ahí mismo, sin importarle quien lo viera.

Por el contrario de Zhanghao, Hanbin estaba teniendo su mejor día, de camino a la universidad se había encontrado 100 dólares en la calle, luego una señora muy adorable le regalo una ración de torta de chocolate que estaba divina. Apenas llegó a la universidad un profesor lo detuvo para felicitarle por su buen rendimiento y halagarlo por sus excelentes notas y por si fuera poco en cuanto llego a su salón, le entregaron un examen en el cual había sacado la nota máxima, siendo este mismo examen el que lo había mantenido estresado creyendo que lo había reprobado.

Si, sin duda sus días habían sido completamente opuestos, y aunque uno lo había pasado muy horrible en comparación con el otro, no evitó que esbozara la más bella sonrisa en cuanto vio a su amado.

─¡Hanbin!-exclamó entusiasmado el pelinegro.

─¡Hao hyung!-exclamó de vuelta el castaño encaminandose hacía el pelinegro, estaba realmente contento de ver a su hyung favorito.

Cuando Hanbin estuvo frente a Zhanghao, este lo envolvió en sus brazos y sonrió con lágrimas en el borde de sus ojos aunque las despejo rápidamente antes de que el coreano las viera, realmente tenía ganas de llorar, pero se las aguanto por Hanbin, no quería preocuparle y mucho menos causarle algún estrés. Prefería ser feliz con el, luego lloraría cuando estuviera en la soledad de su departamento.

Duraron un tiempo así, en los brazos de el otro, hasta que el castaño decidió romper el abrazo y ver con detalle a su hyung. Inspeccionó con su mirada a Zhanghao, deteniéndose fijamente en sus labios, tenía ganas de besarlo, pero se contuvo, sabía que su hyung no sentía lo mismo por el, sacudió levemente la cabeza despejando esos pensamientos, siguió con su inspección hasta que llegó a su camisa, dándose cuenta de lo manchada que estaba.

─Hao hyung, ¿que le pasó? ¿Por qué está todo manchado?

─Oh esto, eh... choqué por accidente con un chico en la mañana y me ensució con su bebida, pero no es nada, no te preocupes, Binie.─sonrió tratando de quitarle seriedad al asunto.

─¡¿Como que no es nada, hyung?! ¡Si todavía su camisa esta mojada! Venga, hyung. Tengo ropa de repuesto en mi casillero, se la voy a prestar para que pueda cambiarse.

El chino estaba a punto de negarse, pero antes de que pudiera decir algo, Hanbin ya lo estaba arrastrando hacia su casillero. Hanbin sacó una sudadera de su casillero, Zhanghao no estaba seguro de si le quedaría, pero no perdía nada con intentarlo.

Fue al baño a ponerse la sudadera, en cuanto la tuvo puesta se vio en el espejo, si bien era unos centímetros más alto que Hanbin, el coreano era más musculoso que él, y eso se podía notar por como la sudadera le quedaba un poco ancha. Se acurrucó un poco en ella, sintiendo la calidez y el olor a la colonia de Hanbin que desprendía. Le gustaba, le gustaba no solo la sudadera sino también el como se veía con ella puesta, lo hacía sentirse bonito y seguro.

En cuanto salió del baño ya cambiado, Hanbin se le quedó viendo, el corazón del castaño latía frenéticamente con emoción de ver a el chico que le gustaba con esa prenda suya, a sus ojos Zhanghao se veía hermoso, bonito y muy adorable. Verlo con su sudadera lo hacía sentir muy bien, como si Zhanghao fuera su novio.

─¿Te gusta como me queda?─preguntó con inseguridad el mayor, el que Hanbin se le hubiera quedado viendo así sin más lo había hecho pensar que no le gustaba como le quedaba la sudadera, o aún peor, que no se veía bien con ella.

─No me gusta─el corazón del chino se hundió─¡Me encanta! Te ves muy lindo, Hao hyung.

Zhanghao se sonrojó, su rostro y orejas ardiendo de vergüenza y nervios, es que vamos ¡Le había dicho que se veía lindo! ¿Quién no se sonrojaría? Aunque no era el único sonrojado, Hanbin también tenía su rostro y orejas rojas de vergüenza. Ambos se sonrieron tímidamente.

─¿Quieres ir a la cafetería a comer algo, hyung?

─¡Claro! Me encantaría.

Ambos emprendieron su camino a la cafetería, sintiendo sus manos rozarse y sus corazones cálidos.






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Cupicky || HaobinWhere stories live. Discover now