26

92 8 3
                                    


Shadow trataba de mantenerse en calma, pero sus impulsos podían ganarlo en cualquier momento. Tenía ganas de golpear a su acompañante, pero era su amigo.

—Por el respeto y amistad que nos tenemos, te pido que no vuelvas a ver como un deseo carnal a Sonic. —dijo el azabache con algo de disgusto.

—¿Sonic? ¿Tú lo conoces? —preguntó confundido el moreno.

—Es el chico por el cual estoy luchando, Mephiles.

Mephiles se sentía avergonzado, no solo estaba deseando a alguien más que a su amado Silver. También estaba deseando al amado de su amigo.

—Shadow... yo no sabia de esto, perdóname.

—No dejaré, que alguien más lo tenga. Que te quede claro.

—Fue un error, me siento avergonzando. —dijo el moreno con la mirada baja.

Shadow sentia unos celos que no había sentido nunca con Sherezade.

—Esta bien, pero... si intentas hacer algo, con respecto a esto. Créeme que todo irá mal.

—Tranquilo, te lo prometo. —dijo el moreno.

—Pero, si quisiera saber, ¿cómo está él? —cuestionó el azabache.

—Devastado, Silver no ve alguna mejora. Aunque él quiera aparentarlo.

—Maldita sea. Iré por él.

—¿Qué hay de Sherezade? ¿Cómo harás para que no te descubra?

—Que se joda esa perra. —exclamó el azabache con algo de enojo.

—Si crees que es lo correcto, te apoyo.

—Tal vez, vaya mañana. —dijo con algo de duda.

...

Silver estaba en su cama pensando en su amado, había sentido un sentimiento extraño, más bien... preocupación. Sonic solo miraba a su amigo, en su condición, el no podía hacer nada, más que darle un abrazo de consuelo.

—No se que te pasa, Sil... pero aquí estoy para ti. —acaricio las púas del plateado.

—No se que siento, fue un presentimiento muy raro para mi.

—Tranquilo, pasará. Trata de descansar.

—¿Te quedarías a dormir conmigo? —cuestionó el plateado.

El azulado se asombro un poco por lo que su amigo plateado había dicho. Hace tiempo no dormían juntos, más bien, era raro que el se lo pidiera.

—Esta bien, me quedaré contigo.

Silver solo sonrió y dejo que el azulado se acostara a su lado.

—¿Puedo abrazarte? —cuestionó el plateado.

—Claro.

—¿Sabes? Esto me recuerda a cuando tu apenas tenias 15 años, tenias miedo por los gritos de madame y venía a mi para quedarte a dormir conmigo.

—Ahora la situación es distinta...

Ambos se querían, pero no como algo más que "hermanos". Ese pequeño momento, calmaba de sus dolencias a ambos. Se sentían en paz consigo mismos.

El trabajador sexual - SonadowWhere stories live. Discover now