Mi amor por ti nunca será reemplazado

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El peliplata fulminó con la mirada a Obito, acababan de salir del hospital después de que se estuviera sintiendo mal por semanas. Ya se imaginaba lo que dirían aquellos resultados, no se sentía listo, no para cuidar de otra sanguijuela. Y aunque está feliz por saber que tendrá otro bebé eso no quita el hecho de que tendrá que soportar a otro pequeño humano cagón que solo sabrá abrir la boca para comer y llorar. De sólo pensarlo ya se encuentra estresado y jodidamente endeudado porque los bebés no son nada baratos. Pero a, por supuesto. Su hombre es rico, lo menos que espera es que contrate gente hasta para limpiarle el culo.

Cuando llegaron a su locación de edificios sintió un mal estar extraño, había algo que no se le había pasado por la cabeza y es ¿Que pensaría Sasuke al respecto? Sabe que su hijo es un niño dulce y tranquilo que no suele ocasionar problemas pero ¿Cómo lo vería él? Bueno a veces piensa que Sasuke es el adulto entre los dos así que estarán bien.

Obito tiene una gran sonrisa de oreja a oreja desde que salieron del hospital, sabe que luego le terminarán doliendo las mejillas pero aquello no parece importarle en lo absoluto. Cuando abren la puerta lo primero que mira en su periférico es a su hijo tirado en el suelo pintando unas cosas con crayolas mientras sus pies se balancean de atrás hacia adelante.

Kakashi suspira y limpia sus manos sudorosas de su pantalón de mezclilla, también se sienta en el suelo y acaricia los mechones de cabello ébano del pequeño. Sasuke lo mira fijamente con aquellos ojos onix y le obsequia una sonrisa, tiene un mal presentimiento. Rápidamente esfuma aquello, son sólo sus inseguridades intentando reflejarse.

—Sasuke, cariño-

—¡Vas a tener un hermanito!

Kakashi ni siquiera termina sus líneas debido al grito emocionado de Obito, sus ojos afilados lo miran con un gran resentimiento debido a que no se suponía que así se revelaría aquello. Observó a Sasuke quién había dejado caer su crayola con la que anteriormente estaba pintando un trabajo de la escuela, sus ojos carbón se cristalizaron y en cuestión de segundos todas sus lágrimas descendieron como un aguacero torrencial.

Su labio inferior tembló y sus manos se apretaron en puños.

—Felicidades —masculló en voz baja.

Sasuke recogió todo su material escolar y se levantó del suelo, caminó hasta su habitación y cerró su puerta sin siquiera arrojarla, sólo lo hizo como normalmente lo haría.

El albino enmudeció ante ese comportamiento desconocido, su hijo estaba herido.

—¿Acaso hice algo mal? —cuestionó desganado.

Kakashi fruncio el ceño también levantándose del suelo, su cabeza estaba hecha un desastre y no sabía que hacer.

—¿Si quiera te atreves a preguntarlo? A veces me pregunto si tú cerebro tiene suficiente oxígeno o materia gris —musitó para si mismo.

Obito pestañeo sin entender absolutamente nada, el no creía que había hecho algo mal, sólo estaba emocionado y quería compartir su felicidad, pensó que el pelinegro también estaría feliz, que tendría un hermano al que cuidar.

El peliplata llevo sus manos hasta su rostro suprimiendo un grito, sus hombros temblaron y la valentía que antes creía poseer ahora simplemente se había desvanecido. Caminó hasta la habitación de Sasuke y abrió la puerta sin tomarse el tiempo de tocar antes de hacerlo. Allí en su cama se encontraba su hijo hecho bolita arropado con su sabana de patitos, sólo su maraña de cabello azabache sobresalía a través de las mantas. Su corazón se oprimió justo como si le hubiera pasado un camión por encima, podía escuchar como su hijo sollozaba despacito.

Qué diablos ¿Un bebé? |Obikaka|Where stories live. Discover now