ANCLA

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Os juro que los ojos se me están poniendo vizcos de tanto fulminar esa irremediable pared. Acabo de darme cuenta de que he olvidado por dos horas y media que no soy un mago, sino un toro mitológico, y estoy removiendo mis manos como si... ¡tratase de alinear chacra o algo similar! Estoy tratando de probar todas las cosas que ha hecho alguna vez un personaje de todas las películas que he visto en los que consiguen usar su poder por primera vez.

-¡Abracadabra! ¡Ábrete sésamo! ¡Alacazham! ¡ÁBRETEEE!-Histérico arranqué la puerta que le quedaba al armario de ropa de Cedrrick y lo reventé contra la pared... en la que debería abrirse... ¡un maldito portal, un vórtice, una puerta de luz, o algo!-Por favor...

Nada. Ni rogando. Una musiquita sonó de súbito, casi dándome esperanzas de algo mágico. Pero... solo era el teléfono de Nick. Lo rebusqué en la sábana desordenada de Cedrrick, que aventé por algún lugar lejos en el instante en que di con el dichoso móvil. Descolgué. Una voz femenina sollozaba al otro lado de la línea. No recordaba que Nick tuviese alguna amiga. Aparte de mí, no recuerdaba a ningún otro amigo de Nick. De todos modos, sonaba como la voz de una mujer adulta, hecha un destrozo de emociones. Lloraba como si tuviera los nervios rotos. 

-¿Señora?-Pregunté muy preocupado.-¿Está bien?

La mujer sorbió y tosió.

-¿Quién eres?-Se apresuró a decir... una voz masculina y gutural.

-La oficial. Tú eres la otra.

De inmediato colgué el teléfono y lo revoleé en la cama de Cedrrick. Puse los ojos en blanco... sin paciencia en lo absoluto.  Apreté los ojos con mis dedos. Quería sacármelos. Arrancarlos de mis cuencas y lanzarlos contra la maldita pared. Grité con todo mi pulmón. Hace unas horas Nick estaba a mi lado, Cedrrick estaba frente a mí. El último le preguntaba al primero si algo extraño le había sucedido con el teléfono, y el primero había dicho que rotundamente no. ¡Y lo último que había hecho ese bastardo era mentirme! Y ahora... estoy intentando sacarlo de una maldita dimensión de una pieza. No sé si está muerto ya... Con todo lo... ¡que estoy tardando! ¡Estoy tardando un milenio! 

Sin darme cuenta había roto cada mueble de aquella habitación. Había estampado los premios de Cedrrick contra la pared. Las venas de mi cara bombeaban a punto de explotar, mi juicio y mi visión estaban completamente arruinados, y mi respiración no podía estar más acelerada, hiperventilaba: Ira. Era todo lo tenía que pedir. Y lo tenía. ¿Por qué no tenía a Nick? ¿Por qué no podía abrir una maldita y miserable puerta? ¡Aunque sea una ventana! ¡UN AGUJERO! Pero aquí estaba todo mi enojo en mis puños... completamente inútiles.

Salí de la habitación dando tal portazo a la puerta que esta cayó al suelo. Tomé aire, hinché mis pulmones, apreté los ojos con fuerza... y me giré a pisar la puerta hasta que fuera añicos, pero una luz me dejó ciego. Retrocedí de un salto y me topé con la pared del pasillo. Una puerta de luz. Por fin. No sé cómo... pero qué más daba... Cuando iba a sonreír victorioso... una mano salió del portal clavando sus garras en el suelo. Mi corazón brincó y empujó mi homoplato en busca de escapar de mi cuerpo. Tuve una breve discusión en mi cabeza. Algo como... yo le decía a mi corazón que lo necesitaba para vivir, y él solo gritaba irrrazonable y empujaba por salir de mis pulmones, golpearse a pelo contra mis huesos y salir de mi cuerpo. Y entretanto, la mano sacó hombros y una cabeza de ojos diamante. Su rostro se desfiguraba en un intento de ocico, y luchaba por cambiar a humano, y parecía que le dolía porque gemía y bramaba como un condenado. Sacó otra mano. Esta agarraba algo como si fuese su alma, una cabeza, clavándole las garras en el cráneo en su desesperación por no dejarla caer. Y entre los gritos y la desesperada lucha de esa cosa por sacar el cuerpo de la puerta totalmente arañaba el suelo con sus garras, intentando clavarse y sostenerse para tirar de su cuerpo, la otra mano no estaba libre, tenía la cabeza y la chocaba contra el suelo. Su mano se resbalaba por el rostro de la cabeza. Una garra penetró el ojo whisky de la cabeza, internándose como un ciempiés en su cuenca. Y golpeaba la cabeza en un gesto de sus brazos de intentar nadar en el suelo, en busca de algo que sostenerse. Chap chap. La sangre salpicaba al monstruo sin este caer en que se estaba desilachando de tanto perder sangre. Hasta que la cabeza fue completamente aplastada como una fruta. En ese preciso instante, miré a los ojos al monstruo, este tenía el rostro escamado en un tono de piel rocoso, y vi en su mirada una rendición tan llena de absoluto terror... Sentí un escalofrío ante aquellas pupilas desorbitadas, que suplicaban impotentes ser salvado. El tiempo del monstruo se había acabado y la puerta lo absorbió como una cañita desapareciendo junto al monstruo... la cabeza. Quedando solo... restos de carne y un grandísimo charco de sangre de la cabeza de Nick.

UNA MANSIÓN CERRADAOù les histoires vivent. Découvrez maintenant