¡ESTÁ VIVO!

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Pío dejó salir sus garras, puso su mano frente a su cara, y a través de los huecos de entre sus dedos, confirmó que el rostro del niño humano le parecía familiar: Nick. Su sonrisa dejó los huesos de Nick congelados. Los ojos de Pío se clavaron sobre el niño como si ya lo hubiera enganchado con el anzuelo, y ya solo tenía que tirar... para comérselo de un bocado. Nick pudo sentirlo también cuando por segundos no pudo respirar. Estaba fuera del agua, revolviéndose, y desangrándose, con el anzuelo abriendo... y abriendo más el agujero de sus entrañas. Una mano revolviendo como carne picada para unos macarrones sus órganos... aún transpirando, y bombeando. A Pío se le estaba desfigurando el rostro con aquella tétrica sonrisa, sus orejas se afilaron, como las de un duende demoníaco, igual que sus dientes, y las uñas de sus dedos, y le creció pelo como para taparle la boca y cubrirle los ojos, cegarlo y hasta asfixiarlo. En un segundo, Pío estaba saltando sobre su presa. Pero, Valentín lo hizo atravesar la pared de una patada. Nick ni siquiera percibió cuándo Valentín lo había dejado resguardado tras su espalda.

Valentín salió por la puerta, con un caminar pesado, con una casi tranquilidad. En cambio, los omegas saltaron por el agujero de la pared, casi entorpeciéndose, corriendo como poseídos por un demonio hambriento, como perros con rabia. Los omegas en un intento de no arriesgarse, se dirigieron contra Pío a la vez. 

Nick se quedó solo en la casa. Por alguna razón, tal vez porque sabía que todo el ruido estaba fuera, allí dentro se había inaugurado un silencio mortecino. Como estar zambullido dentro del agua. De nuevo. Nick ya había tenido esta situación. Cedrick se quedaría a luchar, él debía huir. Y eso... es justo lo que iba a hacer esta vez. Los rugidos se escuchaban como si se estuvieran comiendo vivos. Como esas peleas de perros en las que sabes, sin siquiera ver, que se están arrancando pedazos del cuerpo porque tenían colmillos en defecto de no tener puños. Nick apretó los dientes y bajó de un salto los escalones que le quedaban. Corrió hacia la puerta con la imagen viva del cuerpo de la mujer cayendo como un tarro vacío. Sin romperse a pedazos. Sin rodar un poco. Cayó y se quedó en el sitio. Nick agarró el pomo de la puerta, lo giró, tiró de la puerta con tal fuerza que hizo chillar las bisagras, y una vez abierta... un muro de aire le golpeó en todo el rostro. Había un segundo agujero en la pared, y escuchó la pared a la izquierda de la puerta romperse a su lado, un agujero aún más grande que el de la pared derecha a la puerta. Nick contuvo el aliento, ni siquiera mover el cuello. Únicamente vagó con sus pupilas hasta el cuerpo que ya se volvía a levantar desde detrás del sofá.

-¡DILE A GEORGE!-Bociferó el despeinado, pero moderó el tono de voz rápidamente.-¡Que yo las protego ahora!-Una garra afilada y fría como un cristal roto, se paseó por la nuca de Nick. El despeinado calló, escuchando el tragar nervioso de Nick rebotando dentro de su tímpano.-Que se despreocupe de este lugar...

-Niño...-Susurró Pío, humedeciendo la hélice de su oreja derecha con su aliento.-Te iba a secuestrar, pero no lo haré.-Nick sintió su corazón rebotar y rebotar boxeando contra sus costillas, y sintió cómo rebotaba cada vez más enervado hasta su garganta.-Si te quedas callado...-Nick sintió que esas palabras no tenían sentido. Estaba callado. ¿Se refería a todo el ruido que estaba haciendo su miedo por dentro? ¿Su respiración apresurada? ¿Su corazón corriendo?-Ahora.

Y entonces la vio: El arco entre los árboles, la flecha apuntando al despeinado.

Solo un segundo. Solo debía callarse un segundo. Nick miró al despeinado. Podría recuperarse como lo hicieron los otros tres. Otro pensamiento le golpeó el estómago haciéndole jadear sin aliento, miró de vuelta a la cazadora. Wolfsbane. "El acónito... a un hombre lobo, por otra parte, lo mataría". Puede sanar, puede sanar. Y yo no puedo.

Y una flecha le atravesó la garganta al despeinado. Cayó inerte en el acto.


UNA MANSIÓN CERRADAWhere stories live. Discover now