•POV LIZ VII•

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No quise y tampoco pretendía separarme de sus labios. Sinceramente sus ricos y ardientes besos me hacían mucha falta. Alex cometió un error al no hablar de sus sentimientos, pero tampoco es como si hubiera cometido la falla más grande de su vida para darle tan duro.

Cada ser humano tiene sus miedos y hay quienes sienten muchísimo miedo ante el amor. Yo también lo siento, pero también estoy dispuesta a dejarme llevar por lo que mi corazón desea.

Y mi corazón lo deseo a él, a este hombre ardiente que me pone a volar en cuestión de segundos.

Durante estas semanas he podido pensar en cómo sería mi vida de simple y monótona si dejara de amarlo, pero no puedo dejar de lado la fuerza con la que mi corazón late al pensar en un nosotros como tanto lo he soñado. No puedo, por más que quiera, alejarme de la nada de él, menos ahora que me ha confesado sentimientos muy bonitos y que parecen ser sinceros.

Entonces, ¿por qué no darle una oportunidad a este amor que sentimos? ¿Por qué dejar de sentir por temor a salir herida una vez más?

Todavía me siento un poco recelosa, pero siempre hay que dar el beneficio de la duda a las personas. Si realmente me ama, seré la mujer más feliz del mundo entre sus brazos. El sufrir, aunque sigue latiendo en fuego bajo, quiero dejarlo en el olvido.

Nuestro beso se tornó suave y más lento cuando nos acercamos aún más, como queriendo volvernos un solo cuerpo. El roce de su lengua con la mía hizo que olvidara todo a mi alrededor.

—En unas cuantas semanas enloquecí más que cuando pasan muchos meses sin verte —se separó lentamente de mis labios, descansando su frente en la mía—. ¿Puedes creer esa locura?

Sonreí, claro que la entiendo, porque por un momento pensé que nunca más volveríamos a vernos.

—Te la vives llamando a diario para sacarme de quicio.

—Pero no estabas en la oficina —me miró fijamente a los ojos—. Y Noa no tiene esa sexi y melodiosa voz que tanto me gusta escuchar, más cuando me encuentro a kilómetros de ella.

—Espero no estés hablando de mi jefe...

—La voz de Karim no es tan sexi como la tuya —hizo un corto silencio, se veía ansioso—. No quiero meterte presión, pero me gustaría saber si pensaste sobre lo nuestro. De verdad necesito saber si me darás la oportunidad de enmendar mis errores y amarte o, por lo contrario, me dirás que no vuelva a buscarte más en tu vida. Me estás enloqueciendo, mujer.

—Voy a dejar mi maleta en mi habitación y te enseño un lugar, ¿sí? —ignoré sus palabras y suspiró rendido—. Allí podremos hablar con más calma y sin que nadie nos vigile.

—De acuerdo...

Me apresuré a dejar mi maleta en mi habitación y aproveché para despejar todas esas emociones que sus labios provocan en mí. Si vamos a hablar sobre nosotros, tenemos que estar centrados en el tema y no distraídos. Pero es difícil no caer en semejante tentación, cuando lo único que deseo es estar presa entre sus brazos.

Quizás no tenga remedio alguno y me estoy dejando llevar con suma facilidad por mis sentimientos, pero es que lo amo tanto que no quiero estar un segundo más lejos de él.

***

Papá adquirió un hermoso caballo de pelaje blanco en la subasta ganadera del año pasado. Recuerdo que enloquecí cuando me mostraron sus fotos porque he amado a los caballos desde que tengo uso de razón. Desde entonces deseaba poder montarlo, y la experiencia fue maravillosa ahora que por fin tuve la oportunidad de venir.

Pero una cosa es montar a Sultán  sola, que acompañada. Sentir a Alexandre tan cerca de mí, rodeando mi cuerpo con sus brazos y hundiendo su rostro en mi cuello mientras paseamos por el campo es lo más maravilloso de este jodido mundo. No puedo pensar en nada más que no sea  sus palabras. 

Cautivo[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora