Epílogo

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Seis meses después:


Una suave melodía de Jazz en volvía el ambiente del bar. El sonido alegre de la prodigiosa guitarra de Santana en Samba pa ti parecía combinar perfectamente con el marrón barnizado de las paredes y la charla del resto de las Rojas apenas se oía como murmullos apagados. Siyeon asentó su vaso y volteó a mirar a Minji a su lado, era la única que llevaba puesto el uniforme a pesar de que el horario de trabajo había acabado hacía ya unas cuantas horas.

—¿No la has visto todavía? —preguntó.

La general negó y bebió un trago de su whisky, su garganta parecía haberse adaptado tan bien a él que ni siquiera sintió el ardor del alcohol.

La comandante Roja soltó un largo suspiro y llevó su mano a su hombro —Ya ha pasado tiempo —dijo— quizás ya sea el momento ¿Sabes?

La chica se mantuvo callada, en su mente repetía una y otra vez ese último encuentro, recordaba muy bien lo que había pasado antes de llegar a eso:

Dami salió otra vez del edificio abandonado junto con unos cuantos soldados rojos. Minji buscó entre ellos con la mirada. Por fortuna, el operativo había salido bien a medias, habían capturado a muchos aspirantes y, aunque algunos soldados resultaron heridos, no hubo bajas, pero, desgraciadamente, tampoco habían encontrado rastros de Miyeon.

Cuando sacaron a Yoohyeon, casi a rastras del edificio, su corazón se encogió. La chica se veía destrozada, no podía siquiera mantenerse en pie. Estuvo inconsciente por varias horas luego de llegar al cuartel, Handong trató su pierna herida y curó sus heridas, pero los espasmos no se detenían.

Durante el mes entero que pasó desintoxicándose, parecía un maldito monstruo, no controlaba su cuerpo, se mantenía amarrad a la camilla por gruesas correas de cuero, los breves momentos de lucidez que tenía no eran suficientes para que fuera la Yoohyeon de antes. Eso era lo que dejaba la Sangre, una segunda dosis había sido demasiado para ella, años habían pasado desde la primera, pero la droga jamás abandonaba del todo el organismo.

Minji se quedó junto a ella en todo momento hasta que despertó, su cuerpo aún temblaba sin control y el dolor en su cabeza le nublaba la vista.

—Te hice daño —fue lo primero que salió de su boca— y me lo ocultaste.

—Y tú me mentiste, Yoohyeon.


⸻ ☾ ⸻


Firmes pasos se hicieron eco en el largo pasillo de las celdas, la mujer de rojo tarareaba una alegre melodía sujetando con fuerza una brillosa caja negra entre sus manos. Se detuvo casi llegando al final y se acercó a los barrotes.

—Tengo algo para ti —dijo SuA mientras abría la puerta corrediza de aquella oscura celda.

La chica se incorporó lentamente, su cabello ahora era corto y no había rastros de las mechas verdes que antes lo habían adornado. Levantó su mirada apagada dejando ver sus ojos donde ahora el color verde grisáceo era evidente en una de sus pupilas. Se acercó a los barrotes y extendió sus manos esperando el roce frío de las esposas en sus muñecas nuevamente, pero la Roja negó con su cabeza, en su lugar le extendió la caja, una sonrisa asomaba en la comisura de sus labios.

Yoohyeon la miró confundida y la abrió, dudosa. Sus labios temblaron.

—Te lo ganaste —dijo SuA desde el otro lado mientras veía la suave tela roja asomando por en el interior de la caja.


Rojo (JiYoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora