103

78 16 0
                                    

La mañana antes de partir, Valentia fue al gremio por primera vez en mucho tiempo. La gente estaba feliz de verla, saludándola.

—Oh, señorita Reid, ¿todavía no está de permiso? ¿Va a volver ya?

—No, solo necesitaba reunirme con el maestro del gremio. ¿Él está dentro?

—Sí. Puede entrar directamente.

Cuando entró en la oficina, Jays miraba intensamente los documentos frente a ellos como si estuviera tratando de intimidarlos. Cuando la vio entrar, se puso de pie.

—Valencia. ¿Qué está pasando? No deberías estar de vuelta en el trabajo todavía.

—¿Cómo han ido las cosas?

—Estamos terriblemente ocupados sin ti. Tu permiso de ausencia no puede terminar lo suficientemente pronto. Por favor, siéntate.

Condujo a Valentia al salón y se sentó justo enfrente de ella.

—¿Quieres una taza de té?

—No, está bien. Tengo que volver rápidamente.

Valentia se volvió hacia su lado, sacó una hoja de pergamino de su bolso y se la tendió a Jays.

—¿Qué es esto?

—Mi carta de renuncia.

La constante sonrisa en el rostro de Jays desapareció lentamente.

—¿Qué quieres decir con renuncia? ¿Por qué tan de repente?

—Algo surgió. Tengo que ir a la capital.

—¿Necesitas hacerlo? ¿Después de todo lo que has trabajado para construir aquí? ¿Es por Su Alteza?

Dijo Jays con una expresión rígida.

—No soy tan tonta como para tirar todo por la borda solo por él.

Ella nunca lo hubiera dejado en primer lugar si fuera ese tipo de persona.

Cuando Valentia respondió con frialdad, los labios de Jays se tensaron. Se dio cuenta de que había cometido otro error, diciendo algo increíblemente presuntuoso, como cuando le dijo que no se acercara al Príncipe mientras estaban en la Academia sin tener más información que los rumores que lo respaldaran.

Para ser perfectamente franco, Jays todavía estaba un poco enamorado de Valentia. No, probablemente ya era más serio que eso.

Si sus sentimientos antes mientras estaban en la Academia eran admiración, curiosidad y respeto, ahora sus sentimientos eran más amplios, como querer compartir un futuro juntos. Ni siquiera le importaba si ella ya tenía un hijo de otro hombre. Sentía que con el tiempo suficiente, la distancia entre ellos se reduciría gradualmente.

Y entonces el Príncipe apareció de repente.

Se sentía como si todo lo que había estado guardando con tanto cuidado hubiera sido arrancado por él, aunque sabía que en realidad no era culpa suya. No era culpa de nadie más que de él.

Fue porque llegó demasiado tarde. Porque siempre encontraba una excusa para dejar pasar las oportunidades.

Él pensaría, oh, a ella todavía no le gustaba. Hablaría con ella una vez que estuvieran más cerca. Siempre podría acercarse a ella una vez que pasara más tiempo. Solo un poco más, y luego, una vez que le gustara más, él podría hablarle seriamente sobre esto.

ValentiaWhere stories live. Discover now