Abre los ojos

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_Arriba nene, anda_ una voz dulce llamaba con ese tono materno que calma el alma.

En una casa en Rosario una mujer se despertaba todos los días para preparar el desayuno a su esposo para que esté fuera al trabajo y a sus hijos para que fueran al colegio, la misma rutina monótona pero siempre cargada con esa luz y calidez que una madre brinda a su familia.

_Ma, no quiero ir_ infantil, esa pequeña voz de aquel niño que se retorcía en las sábanas de su cama fue lo que hizo que una sonrisa apareciera en el rostro materno.

_Tenés que ir nene, anda y después al fútbol_ le ánimo, sabía que con solo mencionar ese deporte su niño se levantaría y así fue, las sábanas volaron al igual que el niño quien rápido fue al baño para darse una ducha rápida.

Si había algo que motivababa a ese pequeño Lionel era el fútbol, prefería estar en el campo o la cancha jugando con su pelota que sentado en un escritorio con cuaderno enfrente y lápiz en mano, él sabía que su futuro estaba en ese orbe que se desliza por el pasto y vuela por el aire, su problema de hormona no le impediría llegar a su destino, nada lo detendría, llegaría a la cima.

_Voy a ser el mejor_ se miró al espejo, pequeño y delgado, y cerro los ojos.






























_Voy a ser el mejor_ los abrió.

Una multitud de gente en las gradas alzaban sus manos y coreaban un solo apellido.

_¡Messi, Messi, Messi!_ ese era el apellido, el apellido de la joven estrella del Barça que salía de la cancha con rumbo a los vestidores después de haber anotado dos goles en aquel partido, la gente lo aclamaba.

_¡Sos grande Messi!_

_¡El mejor del mundo!_

_¡Venga campeón!_

Los españoles lo aclamaba, a él, un veinteañero que estaba alcanzando la gloria con cada partido en el que disputaba.

Aquel niño de Rosario, aquel pibe de un barrio, aquel Sudamericano argentino estaba comenzando a construir su historia de éxitos.

Alzó los brazos saludando al público y como recompensa recibió gritos cada vez más fuertes, porras y alabanzas en su nombre.

_Estoy siendo el mejor_ cerro sus ojos.


















_Lio, despierta amor_ una dulce voz acaramelada hizo que abriera sus ojos.

La luz entrando por la venta lo cego un poco pero la silueta de cabellos rizados impidió el paso de la luz.

Sonrisa suave.

Ojos brillantes y llenos de amor.

Esa fue la expresión que hizo que su día comenzará bien.

Sus cuerpos desnudos después de haber tenido su primera vez, su primera vez llena de amor y cuidado donde más haya del deseo querían complementarse como uno solo.

_¿Estás bien?_ con cuidado el rosarino atrajo a su pareja para que esté quedara recostado en su pecho.

La calidez de su cuerpo lo complementó.

_Estoy perfecto amor_ respondió aquel mexicano con voz tímida.

El argentino miró a su novio con una sonrisa, esta imagen siempre querría tener en sus despertares, acostado con su amado a su lado, a veces vestidos o a veces desnudos, pero juntos.

_Sos lo que más amo, vos eres mi mundo, mi corazón_ le recito con amor endulzando el oído de su novio.

Si, después de aquel dos mil seis donde quedó flechado por el rizado mexicano no perdió oportunidad de conversar con él, a la distancia se comunicaban y en sus pequeños encuentros permanecian junto, para aquel mundial del dos mil diez ambos sabían que lo que sentían era algo más que una simple amistad y dejándose guiar por su corazón desbocado comenzaron a acercarse hasta que en el dos mil once no lo pudieron evitar más y en una escapadita que se dieron para verse sellaron su relación con un beso.

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