14. El encuentro

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Era el día.

Jungkook estaba decidido a que huiría de ese castillo esa misma noche mientras todos se llenaban la barriga cenando y bebiendo en el juramento de Cole.

Esa mañana aprovechó de utilizar a los niños del lugar para fingir jugar a las escondidas en la periferia de Leoch, y ver los puntos ciegos de la guardia en los muros.

Se sentía terrible por fingir disfrutar su juego, pero esto era de vida o muerte y necesitaba salir de ese lugar lo antes posible.

El guardia sintió el revoloteo entre las ramas y los apuntó con el rifle en caso de que estos fueran otra persona, y al comprobar las identidades de los niños, bajó su arma.

Jungkook cayó al suelo riendo a carcajadas con un par de pequeños encima.

—¡Oh no! ¡Me han atrapado! —Gritó.

Pero su vista hacia el cielo fue obstruida por unas pelotas, sucias y peludas, escondidas debajo de la tela de un Kilt verde oscuro y azul marino.

—¿Algo te llamó la atención allí, druida? —Le preguntó con tono burlón.

—Eres asqueroso, Angus. —Masculló levantándose del piso con arcadas intentando borrar esa imagen de su cabeza. —Probablemente no olvidaré eso fácilmente.

—Señorito. —Le llamó uno de los niños. —Perdió su pañuelo el día de hoy, al igual que el de ayer en la tarde. —indicó apuntando su cuello vacío.

—Tienes razón... Debí haber estado muy divertido jugando con ustedes y no me di cuenta. —Pero lo que en realidad había sucedido, era que los había dejado en lugares específicos para marcar su ruta de escape.

—Vinimos a buscarlo, venga con nosotros. —Pidió Rupert.

—¿Tan temprano? Me estoy divirtiendo. —Debatió dándoles la espalda e ignorándolos. Se echó a correr otra vez.

—¡Señor Jeon! —Rogó Rupert. —Por favor, nos estamos perdiendo las festividades por buscarlo. Desde que somos niños no podemos tenerlas. —Algo en su tono de voz le hizo ver a Jungkook que se lo pedía desde el corazón.

Suspiró y puso los ojos en blanco.

—Niños... creo que debemos terminar el juego, debo volver a trabajar. —Les dijo sonriendo a cada uno.

Regresó hacia ellos y les siguió camino al río. Al final de todo, ellos sólo recibían órdenes.

Mediante se iban acercando al campamento que se armaba en esas fechas, podía oír gente tocando instrumentos, riendo, cantando, jugando y luchando.

Había olor a carne asada y es que el motivo por el cual estaban todos ahí era por la pesca y la caza.

—No creo que haya cosas tan divertidas de donde viene ¿No es así? —preguntó Rupert.

—La verdad, no. —Sonrió el joven.

Obviamente, los festejos del día de la victoria en Londres y París superan por mucho la reunión del clan Ko en términos de tamaño, pero esto era algo diferente. Diversión simple, sin el trauma de la guerra o el cansancio de su final. Los Ko estaban simplemente felices de verse entre ellos.

A pesar de su impaciencia por marcharse, el corazón de Jeon se elevaba donde fuera por el campamento y una pequeña parte de él lamentaba su inminente escape. 

Tenía la ruta entera trazada en su cabeza. En la noche, ambas ventanas de salida al castillo tendrían luz de antorcha, serían faros para guiar su camino y evitar los peligros en los puestos de guardia.

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⏰ Last updated: May 20, 2023 ⏰

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Danza bajo la lunaWhere stories live. Discover now