Día dos: 𝐉𝐮𝐬𝐭 𝐛𝐫𝐞𝐚𝐭𝐡𝐞.

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𝙒𝙖𝙧𝙣𝙞𝙣𝙜𝙨!

(✿) Catástrofe - Pandemia.

(✿) Mención de relaciones sexuales, enfermedades, muerte, soledad, autolesiones y posible depresión.

(✿) Número de palabras: 2605.

«Saltaste desde puentes en ruinas, viendo paisajes urbanos convertirse en polvo»

 Apocalypse, Cigarettes after sex (0:35 - 0:43)

Año 2005 en Tokyo, lo que alguna vez fue Shibuya

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Año 2005 en Tokyo, lo que alguna vez fue Shibuya.

De la nada misma llegó lo inesperado por los ajetreados habitantes de Japón y del mundo entero. Aunque quizás fue su culpa misma que una de sus fuentes de vida; el aire, se volvió tóxico trayendo consigo mil agentes patógenos que con sólo inhalarlos una vez tenían graves repercusiones en la salud y una muerte rápida, pero dolorosa.

Así cada persona tuvo que tomar las medidas necesarias y contar con un purificador de aire y mascaras antigases, que no hacían más que recordarles cuán patéticos eran por haber causado eso ellos mismos.

Encerrado y absorto en su soledad, Takemichi Hanagaki había decidido cometer lo que podría considerarse su decisión más estúpida o la salvación de su pobre alma.

Ya con sus brazos cubiertos de cortes que él mismo provoco y el sonido de la llave goteando, salió a la ventana principal observando por última vez lo que queda de esos paisajes urbanos que resplandecían en la noche. Era hora... Dejaría el aire pasar, aquel que atrofiaría sus pulmones y le daría el dolor anhelado.

Se detuvo en seco en cuanto su mirada azulada carente de ese pigmento colorido chocó con la perteneciente al chico del edificio de enfrente. Aquel misterioso rubio que estaba al borde del colapso sostenía a una pequeña niña de risueños ojos ámbar.

Esa escena de alguna forma enterneció su corazón, era como ver una de las muchas cosas que a él le faltaron a lo largo de su –aun corta– vida. Recordó una de sus banales aficiones, la fotografía.

Una imagen para plasmar, esa que pudo ser una de las más hermosas que tomó pese a su falta de pasión.

Con un simple "click" a su celular pudo capturar la única de sus fotos que no carecía completamente de sentimientos. Aquella que poseía algo distinto que la hacía destacar.

Quizás se debió a las personas retratadas, ambos eran similares físicamente, con una piel tersa que aun irradiaba la resolana de cuando el sol podía tocarla, tan frágiles como fuertes.

Hanagaki, aun podía apreciarlos bien entre el lúgubre y enfermo atardecer de marzo, ese en el que el cielo ya no contaba con el arrebol de las nubes y era más bien, un manto de ceniza y se sentía como uno del melancólico diciembre.

Forever young | MiTake Week 2023Where stories live. Discover now