1-Tecchikawahara Hanae

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— ¡cierra la boca! Me da igual — grito la chica que tenía un martillo en la mano. Miraba a su prometido esmerarse en esa katana.

No tuvo respuesta de el, claro que no, ya estaba en su punto de máxima concentración donde lo único que había en su mente era lo que estaba haciendo, no había forma de que algo le rompiera esa concentración, más aún por la emoción que tenía. Después de mucho tiempo tenía un cliente.

Se estaba esforzando para que este quedase complacido con la katana. La chica sonrió debajo de su máscara, era interesante verlo en ese estado.

Hanae bostezo y se quitó la máscara de barro, se limpió el sudor que le provocaba el fuego y miró a su prometido, un hombre irritante aunque fascinante.

No era muy alta y tenía el pelo bastante largo y rubio, mientras que sus ojos poseían un color violeta brillante. Haganezuka Hotaru seguía murmurando cosas y ya había empezado el grabado de la espada lo que era la parte final.

Se detuvo, vio la Katana ya terminada y aunque la máscara no le permitió verlo pero Hanae sabía bien que estaba sonriendo.

— Espero que este cliente si te dure.

— ¿Por que sigues aquí? Vete a cocinar o algo. — le gritó Haganezuka quitándose su máscara para que ella pudiese ver su cara de rabia. Hanae se puso roja de furia, odiaba esas malditas frases.

— ¡te voy a matar! — movió su mano con el martillo y casi le da un golpe en cabeza pero el la detuvo. Se acercó a su rostro.

— Buena práctica, pero debes mejorar tu técnica.

— Espero enviudar pronto.

— No más que yo, mujer loca.

Hanae se cruzó de brazos mientras lo veía salir, seguro iba a entregar su Katana. Hanae se colocó su máscara, de seguro si su padre la viera sin ella le iba a reclamar.

Recogió su martillo y empezó a golpear el acero que había sobrado, Hahanezuka tenía razón. Su técnica no era buena porque le falta fuerza, lastimosamente ella debía entrenar mucho aún para llegar al nivel de una verdadera herrera.

Dos días de entrenamiento pasaron, Hanae tenía moretones en sus brazos y piernas e incluso una cortada en el rostro por no tener cuidado cargando unas espadas

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Dos días de entrenamiento pasaron, Hanae tenía moretones en sus brazos y piernas e incluso una cortada en el rostro por no tener cuidado cargando unas espadas. Estaba sentada junto a su padre, jefe de la aldea en cuanto llegó Hataru.

Hanae sonrió debajo de la máscara, extrañaba molestarlo.

Hotaru habló con el jefe sobre Tanjiro, le contó de lo fascinado que estaba el joven y también de la triste noticia de que su España se tornó negra.

— ¡Que lastima! Los cazadores de espadas negras suelen morir jóvenes. — Expresó Tecchin Tecchikawahara, jefe de la aldea y su futuro suegro.

— Vaya que no tienes suerte con tus clientes.

Matrimonio arreglado - Haganezuka Hotaru KNYWhere stories live. Discover now