×~Mi Cachorrito~×

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El soviético salió de la habitación para darse una ducha, tenía una reunión de negocios con el estúpido capitalista y ya se había quitado el estrés con sus sumisos. Una vez acabó tomó sus pertenencias y se largó con el mismo humor que usualmente, allí de cerca le siguió el mejor sumiso que tenía hasta el momento, México. Sin embargo estaba aburrido de sus putas, quería una nueva, alguien con quien pudiera jugar sin que se rompa fácil. Solía tener a su perfecta zorrita, pero su ex lo descubrió y se lo dió a alguien más debido a lo obsesionado que se volvió hacia él.

Gruñó enfadado al recordar la estupidez que cometió la mujer, gracias a eso la dejó de una vez por todas, cuanto la odio por dar a tan exquisita zorra a un cualquiera, daría lo que fuera por tenerlo de vuelta. Llegó a la mansión del estadounidense listo para tremenda pelea que de seguro se libraría en aquél lugar. La puerta se abrió dejando ver al peruano con escasa ropa invitándolo a entrar, se veía que el estadounidense acababa de jugar con él. Entró de mala gana junto al mexicano para seguir al latino hasta la sala principal del hogar norteamericano donde se encontraban demás dominantes junto a otros sumisos.

-Well, miren quién llegó- inquirió el inglés. El soviético observó al argentino arrodillado entre las piernas del inglés frotando su rostro contra la entrepierna del mismo. Tomó asiento en el lugar mientras observaba a los que se encontraban allí junto a sus zorritas favoritas pues siempre en las reuniones se las presumía y se presentaba a quien era la oficial que no se podía cambiar. Debía admitir que México era el mejor que tenía pero de todas formas era muy frágil y sentimental para él. Al sovietico le gustaba lo agresivo, lo obsceno, lo retorcido, necesitaba a alguien así nuevamente.

-Al suelo- ordenó el eslavo. El mexicano sin rechistar se arrodilló entre las piernas del soviético para permanecer allí quieto observando atentamente al mayor. Se oyó la puerta abrirse acompañado de pasos, supo al instante que se trataba del capitalista así que al instante acarició la cabeza del mexicano acercándolo a su miembro fuertemente. Sabía lo mucho que el estadounidense codiciaba al latino, así que le demostraba como lo usaba para que le envidiara. Había pensado en intercambiarlo por algo que tuviera el capitalista pero hasta el momento no poseía nada de su interés.

-Hey! Communist! Te gusta mi nuevo juguete?- inquirió el estadounidense. La mirada del soviético se clavó en el alemán supremacista arrodillado entre las piernas del norteamericano con los ojos vendados y las manos atadas. La humedad de su camisa blanca dejaba expuesta la fisionomía del alemán a gran detalle esto sumado al sudor cayendo por su cuerpo le daba el toque excitante. Su perfecta y pulcra cabellera ahora estaba desordenada con las manos del capitalista enredadas allí, esto permitía que su cabeza estuviera expuesta a la mirada ajena. El estadounidense al notar la mirada rabiosa del soviético comenzó a frotar su entrepierna contra pa nuca del alemán humillado. Llevó una de sus manos a la boca del pelirrojo y encajó sus dedos hasta su garganta causándole arcadas que sólo lo excitaban más.

El soviético estaba hirviendo en rabia, era él, su preciada y adictiva zorrita alemana, tan obsceno como siempre con el sudor que tanto detestaba sentir. -Te gusta? Es bastante bueno comiendo cuando se le ordena, no importa el tamaño, él se lo traga entero- comentó. Claro que comía todo lo que se le daba, era suyo, estaba acostumbrado a tragar largos y gruesos. -Qué quieres por él?- cuestionó. Estaba dispuesto a dar lo que fuera por recuperar a su modelo pelirrojo, se calentaba con tan sólo verlo tan sumiso pero verlo con el estadounidense lo enfadaba.

-Ten en cuenta que te saldrá carito- dijo. Tras esto llevó sus manos al pecho del germano para estrujarlo en busca de música proveniendo del mencionado. -Precio, ya- exigió. El soviético empujó la cabeza del mexicano contra su entrepierna en señal de que lo excite, estaban jugando a quién caía primero por tener la puta que quería el contrario. -500 millones y México- pidió. El soviético esbozó una sonrisa burlona, sabía por la obsesión que el contrario poseía hacía el mexicano que podía bajar esa cifra.

~𝑶𝒏𝒆-𝑺𝒉𝒐𝒕𝒔 𝑵𝑺𝑭𝑾~Where stories live. Discover now