Rapunzel

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La primera reacción de Xiao Xingchen al ver a Song Lan fue intentar cerrarle la puerta. Sabía que tenía que confrontarlo, sin embargo, el miedo a las consecuencias era mayor; ese sentimiento, la ira, la tristeza y la ansiedad hicieron un conjunto dentro de sí que le nubló la mente.

Se paralizó en su temor, por lo tanto, cuando Zichen le aventó la puerta de regreso solo atinó a retroceder. Sintió que su estómago se revolvió y la poca comida que había ingerido iba a salir. Dio otros pasos atrás en los que creó espacio para que Song Lan entrara.

Lo que más le asustó fue darse cuenta de que estaba caminando de nuevo, aunque fuera con muletas, podía moverse con facilidad. Podía hacerle daño si quisiera, podía arruinarle todos sus planes con solo aparecer. Al pensar en ello su pecho se apretó, dolía como nunca y el oxígeno comenzó a ser escaso.

No importaba si usaba muletas, seguía siendo unos centímetros más alto que él.

—Mi amor —saludó con naturalidad, fingiendo que todo estaba bien— Te estuve esperando cuando me dieron de alta en el hospital —explicó con un toque de molestia, disfrazado para que nadie pudiera percibirlo además de Xingchen.

—No me llames así —susurró con enojo— Me has estado usando todo este tiempo ¿Por qué me llamas así? ¿Solo soy tu amor si te sirvo para algo? —preguntó con voz firme aunque quebrada.

Song Lan suspiró, enfadado porque no esperó para hablar. Giró hacia A-Qing quién tenía el regalo sorpresa para Xiao Xingchen. Entonces, el último mencionado se sintió enfermo, nauseabundo; con cada acción se sentía traicionado por la que se suponía era su amiga.

El hombre le extendió la caja de regalo para que lo tomara, pero al ver la negativa de su prometido, no tuvo más opción que abrirlo para mostrarle. Era un paquete de pinceles especiales, de buena calidad y, por ende, de precio elevado. Xingchen conocía las manipulaciones que usaba aquel hombre, así que no podría creerle.

—Vengo a arreglar el problema que tenemos, mi amor, no creo que esto merezca arruinarse por un error tan pequeño, nuestra historia es muy bella —las palabras de Song Zichen fueron interrumpidas por Xingchen.

—No es un jodido error, me has estado usando como un jodido banco, como un prestamista ¡sin que lo supiera! Estoy cansado, Zichen, estoy cansado de ser solo tu juguete —reclamó, olvidándose por un momento del temor.

—Sé que todo esto se ve mal, déjame explicarte lo que ocurrió y cómo ocurrió —solicitó, levantando las manos y regresando el regalo a su media hermana.

—No, vete de aquí, no me interesa. Por favor, déjame libre es este momento, te juro que no me importa recibir el dinero de vuelta —pidió, tomando la oportunidad al ver que estaba actuando con tranquilidad.

Se dio cuenta que fue un error porque el gesto del mayor cambió al escucharlo. Caminó a la vez que Xingchen retrocedía hasta que chocó con la pared. Volvió a sentir la opresión en el pecho, estaba seguro de que podía matarlo.

—Creí que habías entendido que no tienes otra opción ¿O no lo recuerdas? Sabes que las consecuencias son graves, sabes lo que le puedo hacer a los Jin —como pudo, tomó el rostro con suavidad— Si no me crees, pregúntale a Guang Shan —confesó con el rostro calmado.

Xingchen miró hacia A-Qing, en busca de ayuda, que al menos lo alejara de él. Ella no lo entendió, simplemente los miró confundida. Entonces Xingchen cayó cuenta de que, una vez más, no podría alejarse de él por las buenas. No importaba cuántas veces lo intentara, Zichen no lo dejaría ir.

—Necesito mi dinero de vuelta —pidió, aún con temor— voy a seguir contigo, pero...

—Te lo devolveré después de nuestra boda —aseguró y volvió a acariciar el rostro de Xingchen.— No me gusta recordarte las cosas de esa forma, por favor ya no te portes así conmigo —dijo con arrepentimiento fingido.

Getaway carDonde viven las historias. Descúbrelo ahora