13. Primera cita

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Habían pasado dos días desde el pasado paseo en la playa, y el español no esperaba la sorpresa que tendría en ese día.

Ya se había hecho costumbre para Foolish despertarse temprano, aunque a Vegetta le seguía sorprendiendo. Aquel día no sería la excepción, se levantó a las 8 para ir a ducharse y ponerse ropa comoda, un short y una simple remera. Se dispuso a ir a la cocina para preparar dos tazas de café y unos sándwiches calientes.

El exquisito aroma había despertado al de ojos morados, que estaba agotado por dormirse tan tarde a causa de ver varios videos sobre algunos videojuegos. Se levantó, a pesar de la pereza que le inundaba, y se puso un pantalón deportivo, y optó por dejarse la remera del pijama antes de ir a la cocina, parándose detras del americano para apoyar su mentón sobre el hombro ajeno.

-Huele delicioso, Fool... -Murmuró adormilado, recibiendo la risa ajena.

-Thanks Vegetta! (¡Gracias Vegetta!), lo hice para tí. -Sonrió, estirando una de sus manos hasta aquellos cabellos pelinegros, revolviendolos con diversion, sabiendo la molestia que le causaba al contrario, quien se quejó con un vago sonido antes de alejarse.

El de ojos verdes sirvió el agua caliente en ambas tazas en donde ya se encontraban el café soluble y el azucar, batiéndolos con cuidado de no volcar nada. Mientras el café se enfriaba llevó el plato con los sandwiches a la mesa y luego si las respectivas bebidas.

-Buen provecho. -Canturreó el "chef", sentándose frente al otro, esperando el momento indicado para darle la ansiada noticia.

Mientras tanto, Vegetta probó uno de los tostados, soltando bajos sonidos de aprobación. Sin duda debía dejar que el contrario cocinara más seguido, y se lo hizo saber.

-Te quedaron riquísimos, chavalote, te voy a encargar hacer todos los desayunos desde hoy. -Rió, mirándole con diversión.

-But, i like your hotcakes, i wanna you cook me too! (¡Pero, a mi me gustan tus panqueques, quiero que me cocines también!) -Se quejó con capricho, aunque dejando la falsa seriedad para reir al ver las mejillas sonrosadas del contrario. -Honey, i need to tell you something. (Honey, necesito decirte algo.)

-¿Qué necesitas decirme? -Consultó mientras bebía un sorbo de café, viendo con curiosidad al contrario levantarse y acercarse a él, sintiendo sus mejillas siendo tomadas con suavidad.

-Tengamos una cita. -Antes de que pudiera responder le atacó con repetidos y cortos besos. Una buena estretegia para no dejarle dudar.

El rostro del europeo se tiñó en rojo, riendo por la vergüenza de recibir todos esos besos, era como una ráfaga de cariño, pero debía admitir que el contrario se veía muy tierno así, no podía negarse. Le terminl separando con cuidado mientras intentaba contener las risas divertidas.

-¡Ya, fanático, como te gustaron mis besos eh! -Habló con una gran sonrisa, transmitiéndole paz la otro. -Venga, tengamos esa cita.

Foolish dio pequeños saltos de la emoción, el primer paso estaba logrado, ahora solo faltaba llevarlo al lugar de la cita.

-Pero si no me sueltas es imposible que podamoa ir, cariño.

-¡Ve a bañarte, rápido! -Chilló con una sonrisa de oreja a oreja, soltándole, yendo a beberse su café de golpe, viendo al contrario imitarlo entre risas para luego irse a bañar. Aprovechó para lavar los platos e irse a poner algo mas decente, optando por unos cargos estilo militar aunque con tonos marrones y una amplia remera negra a juego con sus zapatos.

Por su parte, Vegetta se puso unos jeans azul claro no muy ajustados y una simple remera blanca con un estampado sin mucho más, combinado con unas zapatillas blancas también.

Cuando volvieron a encontrarse en la cocina el americano no pudo evitar sonrojarse por lo guapo que se veía ese chico, su chico... Bueno, aún no. Aunque esperaba que pronto si.

-God... (Dios...) -Se veía tan magnifico, con cualquier ropa, cualquier estilo. Era perfecto para él.

Ver las mejillas ajenas teñirse de rosado le causaba ternura. Se aseguró de agarrar lo necesario y salieron de la acogedora cabaña.

-Aun no me dices a dónde vamos, Fool. -Recordó, mirando al otro con curiosidsd.

-¿Recuerdas que querías un teclado y un mouse nuevos porque los tuyos ya no andaban muy bien?

-¿Si?... -Le miró algo confundido, ¿acaso simplemente irían a ver teclados y ya?

-Bueno, te compré unos. -Sonrió con orgullo por su elección, llegando al local de electrónicos. -Ven, vamos a verlos. Si no te gustan elegimos otros.

Arrastró al pelinegro al interior, pidiendo la orden bajo su nombre con una sonrisa mientras el otro admiraba todo lo que había.
Cuando los paquetes llegaron dejó que el de ojos morados los abriera, pudo jurar que estos brillaron al ver al conjunto de dispositivos compartir un lindo color morado.

-¡Foolish, son hermosos! -Nunca nadie se había tomado la molestia de elegir algo especialmente para él, enfocándose en sus gustos y necesidades, pero él si, y eso hacía a su corazón retumbar de emoción.

-Apenas es lo primero, honey. -Con puro orgullo en su pecho agarró su mano. No demoraron mucho en agarrar los objetos ya pagados con anterioridad, dirigiendose a un centro comercial cercano. -Quiero que compres todo lo que te guste.

-¡Pero Foolish! Deberías ahorrar ese dinero y no gastarlo en mi... -Se quejó el mayor por apenas unos meses.

-Quiero gastarlo en ti.

Las mejillas del pelinegro se coloraron con sutileza ante la confesión, entre risas timidas y nerviosas empezó a caminar más rápido, y aunque en el recorrido no le llamó mucho la atención más que algunas ropas (que el americano le obligó a probarse) hubo algo que si le llamó la atención en todos los sentidos, y era un peluche de unicornio, no demasiado grande y muy suave a la vista.
Su niño interno quería tenerlo y el de ojos verdes notó aquello apenas lo vio, y sin molestarse agarró la mano ajena y le llevó al interior de aquella juguetería.

-Buenos días, quiero el unicornio de la vidriera.

-Enseguida señor, ¿para regalo? -Consultó amable la empleada. Se notaba que ya tenía unos cuantos años trabajando allí por su piel arrugada por la vejez y su cabello canoso recojido en un simple moño.

-No, es para mi novio.

-¿Novio?... Foolish, que aun no me lo haz pedido. -Le miró el otro, molestándolo aunque por dentro estaba nervioso por esa etiqueta. Novios... Se oía tan bien, podría repetir esa palabra sin cansarse.

-Te lo pediré esta noche. -Aseguró el otro, sonriendole con cariño mientras la empleada reía enternecida por la situación, entregándole el peluche al pelinegro.

-Que lo disfrutes, serían 20 dólares.

Foolish pagó con calma para luego salir de la tienda. Vegetta no podía parar de admirar el hermoso peluche que ahora tenía entre sus brazos.

Era tan feliz. En su infancia pocas veces podía darse el lujo de jugar con juguetes o peluches, pero el de ojos verdes ni siquiera pensó en el precio antes de comprarle aquel unicornio, y eso... Eso le llenaba el alma, que intentara satisfacer cada parte de él era lo más increíble que había sentido en la vida.

Foolish le había invitado a almorzar, decidiéndose a pagar el almuerzo aunque no sin antes tener que aguantar unos cuantos pedidos de Vegetta por repartir los gastos, aunque fueron pedidos fallidos, después de todo era toda la cita planeada por el otro y no arruinaría sus planes.

La tarde la pasaron allí, aunque ya no hubieron más compras, y al atardecer decidieeon volver a casa, y fue antes de entrar que el contrario realizó la propuesta tan ansiada en el oji-morado.

-Honey... Do you wanna be my boyfriend? (Honey... ¿Quieres ser mi novio?

Mi barquito de miel-FoolgettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora