Capitulo 1: La ída

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Me desperté como cada mañana, fui a la nevera y casi no había nada, mi familia no estaba pasando por su mejor momento. Cogí un par de galletas y un vaso de leche y me senté a desayunar en la mesa junto a mis hermanas. Mientras mi madre ponía una lavadora, mis hermanas ya empezaban a pelearse como de costumbre. Yo ya estaba un poco agobiado porque escuché que mi madre tenía pensado irse a trabajar fuera para ver si podía encontrar una mejor vida laboral. Ese día llegaba mi tío de Barcelona y sabía que mi madre se iba a ir con él. Terminé de desayunar y recogí el vaso y lo llevé a la cocina para lavarlo. Mi madre me miró y me dijo que, que me pasaba, yo la miré y le dije que no me pasaba nada, que estaba bien solo un poco cansado porque no había descansado bien en la noche. Ella me dijo que acababa de hablar con mi tío y que mañana se iba a barcelona con el a buscar trabajo y que mis hermanas y yo teníamos que hacer las maletas porque nos íbamos a vivir con mi padre, yo le dije que vale pero que no quería irme con mi padre a vivir porque yo con la pareja de mi padre no me llevaba muy bien, pero que si no tenía más remedio me tendría que ir con el. Me fuí a mi cuarto a preparar todo para el cambio de casa. Cuando ya lo teníamos todo listo nos fuimos a casa de mi abuela para pasar la tarde con ella y mi familia. Cuando llegamos allí estaban todos mis tíos y primos porque había llegado mi tío de Barcelona y también porque sabían que mi madre se iba con él. Estuvimos toda la tarde allí hablando de cómo había sido el viaje desde Barcelona hasta aquí. Luego sobre las diez de la noche fuimos a cenar a un bar que había debajo de la casa de mis abuelos. Recuerdo que pedí un serranito que es un bocadillo de jamón con pimientos. Se acercaba la hora de irnos con mi padre y de despedirnos de mi madre, escuché el coche de mi padre que se acercaba, se lo dije a mi madre y se levantó, mis hermanas y yo nos pusimos delante de mi madre y la abrazamos con fuerza porque sabíamos que no la íbamos a ver hasta pasado un tiempo, nuestras lágrimas brotaban como una lluvia, nos miramos a los ojos sabiendo que ya nada volvería ser lo mismo. Mis hermanas y yo nos montamos en el coche de mi padre, nos pusimos el cinturón y mientras mirábamos por la ventana a mi madre nuestras lágrimas no dejaban de caer...

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