Sexy alemán

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OO3 | SEXY ALEMÁN

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OO3 | SEXY ALEMÁN

Mi cabeza dolía como el mismísimo infierno. No quería abrir los ojos, sentía que se iban a caer de sus cuencas en cuanto lo hiciese. Y ni hablar del pitido incesante en mis oídos. Mierda, la resaca era lo peor. Traté de reincorporarme en la cama donde estaba acostada. Pasé una mano por mi rostro intentando despejarme y olvidar el horrible sabor que tenía mi boca. Tenía que lavarme los dientes cuanto antes.

Mi cerebro de pronto hizo un "click", como si se me hubiera prendido una lamparita sobre mi cabeza. ¿Cómo había llegado a una cama? Lo último que recordaba era haber ahogado mis penas en licor y que un tipo se me haya acercado en el medio de la noche.

Oh, no... ¿Y si ese tipo me secuestró?

Miré hacia mi cuerpo. Ya no tenía mi conjunto deportivo como ayer. Lo único que cubría mi cuerpo además de mi ropa interior era una camisa larga y unos shorts que me quedaban mas sueltos que otra cosa. ¡Lo sabía! ¡Me habían secuestrado!

—¿Estás despierta? —escuché una voz con un marcado acento provenir de afuera de la habitación, justo antes de que la puerta de ésta se abriese completamente.

Un muchacho entró a la habitación. Alto, delgado y con un descuidado corte en capas bastante marcadas. Su cabello le llegaba hasta los hombros, tan negro como el mío.

—¡Aléjate! ¡Fush, fush! —mi cuerpo reaccionó a la defensiva por su cuenta, levantándome de la cama en ese instante y alejándome lo más posible. ¡Éste era el pervertido que me había secuestrado y cambiado de ropa en contra de mi voluntad!

—Tranquila, no vengo a hacerte nada —se apresuró a decir con sus manos alzadas.

—¡¿Tú me trajiste aquí?!

—Sí, pero puedo explicarte la situación.

Algo me decía que ambos estábamos igual de desesperados por distintas razones. Él quería que lo escuche y yo saber qué mierda estaba ocurriendo.

—Tienes cinco minutos antes de que comience a gritar que me secuestraste por la ventana —dije intentado lucir amenazante.

Cosa que claramente no funcionó pues él reprimió una sonrisita divertida que bien sabía que no le convenía esbozar.

—Te emborrachaste en el bar.

—No lo sabía, querido Sherlock —ironicé.

—¿Podrías dejarme terminar? —ya lo estaba hartando— Me diste cinco minutos.

—Y el tiempo corre.

El extraño suspiró una vez antes de retomar su postura que intentaba transmitirme su tranquilidad. Sí, como si fuera un perro.

B&BLAU © [Bill Kaulitz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora