⠢ ˚⋆₊ ་ ━━ 𝐁&𝐁𝐋𝐀𝐔
❛ Los dos sabemos que
no voy a perder en este
juego, Blau. ❜
➤ Después de escapar de las afiladas garras de su novio abusivo, lo único que Bella quería era un buen trago para obtene...
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OO6 | QUE SE JODA
Mi audición se vio interferida por el barullo de los demás clientes de la taberna. Luces azules, moradas y de colores fríos hacían posible distinguir el camino que pisábamos.
Suspiré profundamente, el frío comenzaba a hacerse presente. Mi camiseta sin mangas no ayudaba para mantener mi temperatura corporal, y ya sentía que mis vellos estaban erizados por los frutos del invierno. Pero aún así estaba ahí, acompañando a mi amiga para que pueda pasar un buen rato sin tener que preocuparse por mi bienestar.
—Este lugar es genial, definitivamente tenemos que venir más seguido —halagó Dani con su brazo entrelazado con el de Gustav.
Sí, no. Definitivamente no debemos.
—Voy a por unas bebidas —avisé, aunque nadie me hubiera escuchado particularmente.
Me acerqué a la barra para pedir nada más que una cerveza, siendo recibida nuevamente por una cara en desaprobación y la típica "¿Tienes identificación?"
¿Desde cuando este país respeta tanto el límite de edad?
Sentí como alguien me empujaba hacia un costado, apoyando todo su peso en mi cuerpo poco equilibrado.
—L-lo siento... —balbuceó el desconocido.
Un tipo borracho aún luchaba por estabilizarse en su lugar, a pesar de que fuera un desafío al ser bastante notoria la cantidad de copas que había tomado.
Sacó una cajita de cigarrillos con una velocidad alarmante y se colocó uno en la boca con desesperación. Tomó el encendedor de su bolsillo, pero se detuvo al ver que lo estaba mirando fijamente.
—¿Quieres? Tienes cara de que quieres. Sí, quieres —no esperó respuesta antes de dejar un cigarrillo en mi mano y volver a irse a pasos tambaleantes de la barra.
Okey, eso había sido raro.
Miré el cigarrillo en mi mano. No me haría demasiado mal fumar uno, cosa que no hacía desde que Jay había comenzado a quejarse por el olor. No lo culpaba, para una persona que no fuma, el humo del tabaco es insoportable.
Uno solo no hace daño.
Me rendí sin poder evitarlo. Salí al sector de las mesas externas del lugar y me apoyé en el barandal para poder fumar en paz por primera vez en mucho tiempo. Dani tampoco fumaba, así que solo me quedaba hacerlo en la calle antes de llegar a casa.
Mantuve el humo unos segundos en mi boca, inhalando todo lo posible y solté el resto frente al frío aire de medianoche. En una de esas, mis ojos se quedaron no en el tabaco, sino en el guante que envolvía mi mano de manera aprisionante. Y no pude evitar que su dueño aparezca en mi mente de forma inmediata.
—Buenas vistas, ¿eh? —escuché esa voz conocida venir de detrás de mí.
Volteé para encontrarme a Bill con un cigarrillo en su mano también, como si me hubiera leído la mente. Y, por supuesto, su guante correspondiente en la mano contraria.
—No lo creo. Prefiero las noches de campo —negué, viendo al cielo por unos momentos antes de desviar mi mirada hacia él de nuevo.
Bill se colocó a mi lado en la baranda. Se quedó observando el cielo dándome miradas de reojo que yo opté por ignorar.
—Para mí se ve bonito —se encogió de hombros.
—Es que no te imaginas lo que es una noche estrellada a las afueras de la ciudad —exclamé, sonriendo al tener el recuerdo—. Mis padres tienen una casa allí y es, créeme, impresionante la amplitud del cielo.
Bill asintió a mis palabras con una sonrisa.
—Se nota que es un lugar al que le tienes mucho aprecio —reconoció, dándole una calada a su cigarrillo.
—No tienes ni idea. Lastima que casi no existían escuelas por la zona. Tuve que venir a vivir a la ciudad al llegar de Francia —expliqué con una mueca.
—Deberías llevarme alguna vez.
Volteé rápidamente hacia su dirección al escucharlo. Bill ya me estaba mirando con una sonrisita juguetona en su rostro, divertido por mi sorpresa.