capítulo 23

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Necesidades
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Astrid

—¿Podrían no mirarme mientras termino de comer? —les pregunto a las dos chicas, y ellas se voltean— Saben qué, mejor vayan a pasear a Pelusa.

Es incómodo, ellas siempre están donde quiera que voy, y ni siquiera comen conmigo porque el "protocolo" dice que no está permitido. Es ridículo. Quiero poder convivir con ellas sin que me vean como su superior.

—Señorita Lawrence —interrumpen mi desayuno, y mis ojos buscan al dueño de esa voz.

—¿Sí? —digo al ver al sujeto.

—Buenos días. Un placer conocerla, soy Frederick, seré su consejero —la cuchara se me atasca en la garganta y me provoca una fuerte tos al oír eso.

—Disculpe, ¿qué? —digo al recobrar la compostura— No estoy entendiendo.

—El rey me envió.

—¿Un consejero? ¿Para qué necesito un consejero?

—Para ser aconsejada.

—Qué gracioso, ¿comió un bufón en el desayuno? —respondo a la defensiva.

—Veo que no está de buen humor.

—No comprendo por qué Darek enviaría a un consejero. ¿Podría explicarme?

—Los monarcas tienen a su disposición un consejero personal.

—Pero yo no soy una reina.

—Aún.

—¿Aún? —levanto una ceja— ¿Qué significa ese "aún"?

—Si me han enviado, debe ser por algo. ¿No lo cree?

Suelto los cubiertos y siento que el color abandona mi rostro. ¿Lo entendí mal? ¿Insinuó lo que estoy pensando? ¿O es un comediante que se está burlando de mí?

—Darek... no, ¿o sí? —lo miro perpleja— ¿Por qué me dice esto de repente? No tiene sentido —siento que empiezo a hiperventilar— Necesito tiempo. No estoy lista para casarme.

—Nunca se está listo para dar ese paso.

—¿Por qué siento que ustedes están planeando mi vida? ¿Dónde quedó mi criterio? —subo la voz— ¿Acaso parezco una muñeca a la que deben arreglarle la vida? ¡Yo tengo voz y voto!

—Calma, señorita. Es una broma —el hombre retrocede.

—¿Broma? ¿Cómo se atreve a jugar con algo tan serio? —lo señalo con un tenedor— Agradezca que no soy reina, porque si lo fuera, ¡mandaría cortarle la cabeza en este instante!

—Te dije que era una pequeña bestia —giro ligeramente el rostro y veo a Darek riendo mientras está recostado en la puerta, con los brazos cruzados.

—¿Es un chiste? ¿Amanecieron todos locos o qué?

—Buenos días, señorita "corta cabezas" —se acerca mientras me mira con burla.

—¿Tú también desayunaste bufón?

Al llegar a mí, toma mi mentón y deja un beso corto en mis labios, lo cual provoca más desconcierto en mi interior.

—Sal, Frederick —el hombre hace una pequeña reverencia y se retira.

—¿Por qué estás aquí? Dime que no era en serio lo de...

—¿Casarnos? —bajo la guardia al ver sus ojos enternecidos.

—Iba a decir aconsejarme. No quiero un consejero, ya tengo dos doncellas, y tener a alguien más detrás de mí es demasiado.

En Las Profundidades Where stories live. Discover now