La niebla misteriosa y envoltorio

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El miedo más grande del ser humano es enfrentarse a sus propios demonios.”
Anónimo.

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El sonido de su timbre llegó a sus oídos insistente, maldijo ligeramente mientras abría sus ojos con pesadez, apostó que debía tener un aspecto terrible, claro que no le importaba ni siquiera un poco; bostezó cuál hipopótamo mientras levantaba su torso de la cama y estrujaba sus ojos, se bajó de la cama aún adormecido. Moviendo los pies con desgana caminó entre los restos de basura y su propia miseria. ¿Desde hacía cuánto no salía de su apartamento? Se colocó un pantalón de dormir sencillo y una camisa holgada color blanca, su cabello rubio estaba desordenado y debajo de sus ojos mostraba su falta de sueño, ya sea por las pesadilla o intentando que ellos no le encontrasen, porque ellos no podían enterrarse dónde se encontraba. La pregunta hacía ya dos semanas casi tres y aún era la misma ¿Por qué? ¿Por qué aún después de tantos años seguían esperando que volviera a esa maldita familia?

Caminando entre los restos de empaques de comida rápida y uno que otro envoltorio llegó hasta la puerta. Esas semanas no había hablado con nadie, no había visto a nadie, no quería que los demás se inmiscuyeran en sus asuntos, menos un mono revoltosos y su manada de locos, aunque él también era parte de esa manada de descabellados; no era que se alimentaba de puras porquerías compradas en la calle, para Sanji no había nada como una comida balanceada, a decir verdad, el rubio era alguien que se cuidaba, no solo su higiene o apariencias, sino también a la hora de comer, el problema fue esa maldita llamada esa madrugada, cuando recibió la terrible noticia de que su padre estaba en el hospital y peor aún el causante del aquel infarto fue sus predecesores sanguíneos, esos hijos de verga habían ido hasta el restaurante de su padre para amenazarlo y decirle dónde se encontraba, por cuya razón quería que el viejo fuera a esa ciudad a vivir con él, hasta le había propuesto crear una red de restaurantes, pero ese terco no hacía más que negarse.

Volvió a oír el pitido del timbre y se rascó la cabeza, eran tantos días dónde se había descuidado que parecía hasta más delgado de lo que en realidad era y la oscura piel sobre sus ojos, el cansancio que mostraba dejaba en claro que nada estaba bien, al llegar a la puerta, dónde los toques del timbre y los golpeteos no paraban, bufó ante tal insistencia, no esperaba que al abrir la puerta un monito lo rodeará con sus brazos y piernas, primero se tensó, crispandose cual felino por el abrazo impetuoso del azabache quién apretó más y parecía sollozar sobre su cuerpo balbuceando cosas incoherentes e intangibles.

—¡Por dios santo, Sanji-kun!– escuchó exclamar a la pelinaranja que miraba todo aquel desastre con pena, asco y preocupación. –¡Tres semana y así te encontramos!

—¿Qué?– el mencuonado agitó la cabeza. Aturdido, fue cuando pudo darse cuenta de quién le hablaba y exclamó: –¡NAMI-SAWN!

El grito dejo asustados a los precentes, a los invitados improvisados y como si algo hubiese hecho clic en el rubio abrió grande los ojos, rebobinando cada una de las palabras de la fémina, el abrazo del monito (quien aún seguía allí) del hombre que estaba recargado con un uniforme que le quedaba mejor que bien, y del otro lado un chico con ojos preocupados, llorosos, sonandose la nariz con un pañuelo. Volvió a quedar estupefacto, sin poder moverse con los ojos agrandados de la impresión ante la desfachatez que mostraba, no solo para la señorita Nami, sino para todos.

—¡Sanjiiiii! – exclamó el castaño lanzandoce a él, demostrando lo niño que aún podría llegar a ser. Chopper soltó unas cuantas lágrimas. Casi cayó al suelo de no ser porque como un pies detrás del otro, ahora Luffy y Chopper no parecían querer soltarlo. –pensamos que te habías ido, tres semanas...

How I Met your Father  [ZoSan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora