Capítulo 2🦋

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Aria

—¡Donde demonios te metiste anoche! —el grito de Kat me despertó abruptamente—. ¡Te busqué por todo el maldito lugar!

Me froté los ojos con los dedos perezosamente antes de mirarla. Me arrepentí al instante. Verla de pie al lado de mi cama con la cara roja de furia, hizo que deseara enterrarme cuchillos en los ojos y en los oídos.

—Déjame en paz, quiero dormir un poco más —gruñí antes de cubrirme la cabeza con la almohada.

—¡No! ¡No te voy a dejar en paz, Ariadna! —Me arrancó la almohada de un tirón—. Casi me da un infarto buscándote por todo el puto bar y tú estás aquí como si no hubiera pasado nada.

—¡Tranquilízate, estoy bien!, ¿Qué no me ves?

Me levanté con dificultad, gracias a las punzadas en mis sienes y a los maravillosos mareos post embriaguez y arrastré los pies a la cocina en busca de un vaso de agua. Sentía que había pasado la noche en el maldito desierto del Sáhara.

Kat me siguió hecha una furia.

—¡¿Con quién estuviste?! ¡¿Cómo llegaste aquí?! ¡¿Quién te trajo?! Y ¡¿Por qué demonios estás con resaca?!

—Tranquila Toretta, ¿podrías hablar más lento, por favor? —Cerré los ojos y me masajeé las sienes suavemente con los dedos—. Creo que me va a explotar la cabeza.

—No estoy para juegos, Aria, ¡respóndeme ahora!

Me serví el vaso con agua y bebí un sorbo.

—Emm... —Hice un mohín pensativo—. En primer lugar, estuve en el bar tomándome una cerveza. Deseaba otra, pero no tenía dinero, por lo tanto, un gentil barman se apiadó de mí y me regaló un trago fuertísimo, por cierto, eso fue lo que me embriagó. Era rosa y tenía un sabor...

—¡Vuelve a enfocarte en lo importante! —gritó, perdiendo los nervios.

—Ya voy al punto, paciencia.

Bebí otro sorbo de agua, esta vez más largo.

—Después caminé por unas calles desiertas y, bueno... aparecí aquí.

Entreabrió la boca, estupefacta.

Y luego aparecí aquí —me imitó con voz divertida—. ¡¿Crees que soy estúpida, Ariadna?! —exclamó, quitándome bruscamente el vaso de agua que estaba a punto de tocar mis labios.

—¡Oye! ¡Dame eso!

—¡No te lo daré hasta que me digas la verdad! No puedes llegar caminando hasta aquí desde el bar, te hubieras demorado como dos horas y créeme qué vestida, así —señaló mi vestido, el cual no me había quitado para dormir—. Estarías en este preciso momento en una bolsa de basura, sabe dios en dónde. Así que ahora mismo quiero que me digas quién carajos te trajo.

—No sé — murmuré en voz baja.

—¡¿Quién te trajo?!

—¡No lo sé!

—Última oportunidad, Ariadna. —Me apuntó con el dedo en modo de advertencia—. O te juro por dios que le enviaré un mensaje a tu exnovio loco y le diré que creaste un perfil falso solo para stalkearlo.

—¡No sé! ¡No me acuerdo! ¡Si me acordara te lo diría! —chillé horrorizada por su amenaza.

—Entonces ¡¿por qué me enviaste un mensaje diciendo que no me preocupara porque llegarías bien, ya que alguien de confianza te traería?!

Fue rápidamente a mi habitación y agarró mi móvil que estaba en la mesita de noche. Colocó la pantalla cerca de mi rostro para desbloquearlo, y me enseñó el mensaje con el ceño fruncido.

Una luz a Medianoche © (Libro 1)Where stories live. Discover now