Me gustas

19 8 8
                                    

Capitulo 3

Estoy ahí parada, delante del chico que me gusta, que es mi mejor amigo, y me acaba de confesar que le gusta nuestro otro mejor amigo.
   
Esto es mierda de calidad.
   
Tal vez esto sea un sueño o una alucinación. No puede ser real, no quiero que sea real.
   
Esto tampoco es fácil para Kamo. Está pálido, parece un fantasma. Su cara está empapada de sudor, se la intenta secar con su camisa, pero suda tan rápido que no sirve de nada. Varias lágrimas caen de sus ojos.
   
—Sé que suena loco, pero son mis sentimientos —su voz resuena en todo el lugar— me gusta Rara.
   
Lo volvió a decir, y el hecho de que lo repitiera, confirmo que si está pasando. Tengo que afrontar la realidad.
   
—Es hetero. Lo sabes.
   
Es lo único que sale de mi boca. Quiero apoyarlo, como siempre lo he hecho. Pero no quiero que siga ilusionado en algo que es imposible, y acabe sufriendo el doble, como yo.
   
—Sí, lo sé. No puedo creer que esto esté ocurriendo, que me haya enamorado de él es algo ilógico. De seguro piensas que soy un tonto.
   
—Estas cosas pasan. A veces los amigos se enamoran.
   
Claro que pasan, a mi me pasó contigo.
   
—Me odio a mi mismo por amarlo. Un día de la nada lo vi con otros ojos. Simplemente pasó, —su voz se va reduciendo con cada palabra que dice— siempre estuvo ahí, apoyándome en todo. Cada que discutía con Rodrick, cada que me sentía una mierda, cada que tenía una ataque de pánico o de ansiedad, cada que odiaba mi cuerpo, cuando me intenté mat… —su voz se convierte en un susurro casi inaudible.— Siempre estuvo ahí. Me escuchaba, me entendía, me daba cariño. Todo eso hizo que despertara otro tipo de emociones en mí, y me enamore.
   
Las lágrimas salen frenéticamente de sus ojos. Me miró en un espejo y veo que también estoy llorando. Estamos los dos aquí, en el cuarto de espejos, mirándonos llorar.
   
Tengo millones de emociones revoloteando dentro de mí. Mis pensamientos apenas y me dejan oír lo que me está diciendo. Mi corazón está roto. La persona de la que estoy enamorada me acaba de confirmar que nunca podremos tener nada. Estoy Confundida por la confesión de Kamo. Pero sobretodo con miedo, tengo miedo de que todo esto arruine nuestra amistad. Puedo sobrevivir a lo que sea, excepto a perderlos a ellos dos. Si nuestra amistad termina, mi mundo se acaba.
   
—Te entiendo —sé a la perfección lo que él sentía, porque yo estoy pasando por lo mismo— pero es hetero. No le vas a gustar de esa forma.
   
—En ocasiones siento como que yo también le gustó. A veces lo sorprendo mirándome cuando estoy distraído, se ríe de mis chistes aunque no sean cómicos, y cuando estamos solos se pone nervioso. Nos conocemos desde niños, y en los últimos meses, se ha comportado conmigo cómo se comporta con sus crush. Lo más seguro es que me lo esté inventando todo, pero puede haber esperanza.
   
—¿Y qué? Vas a dañar nuestra amistad por una corazonada.
   
—No, no lo pienso hacer. Por eso te lo estoy contando —me agarra las manos, las tiene frías como el hielo— te pido un favor: habla con Rara, y averigua si no tengo ningún tipo de oportunidad con él.
   
—¿Quieres que haga qué? —Mi sorpresa fue notoria— pretendes que me le acerque y le diga: «Oye Rara, ¿te gusta Kamo?», así de lo más natural.
   
—¡No! Por nada del mundo le vayas a decir que me gusta. Solo quiero averiguar si existe una posibilidad de que le gusten los chicos… o yo —coloca mis manos en su corazón— solo quiero saber si existe la posibilidad. Si no existe ninguna, me olvidaré de este amor, e intentaré todo lo posible para verlo nada más que como un amigo. Pero si existe tan solo una posibilidad de que podamos estar juntos, lo daré todo para estar con él.
   
Me le quede viendo como una tonta. Él seguía llorando, yo lloraba. Mis manos siguen apretadas en su pecho.
   
Quiero decirle que no, que no haré lo que me pide. No hare nada que pueda dañar nuestra amistad.
   
Una voz de un hombre se escuchó a lo lejos: —Vamos familia, entremos aquí.
 
Volteo, y en la entrada del cuarto de los espejos está un hombre de mediana edad, con la que supongo que es su esposa y dos niños. Se nos quedan viendo apenados.
  
Kamo con la cara roja, llena de sudor y de lágrimas, me suelta las manos. Se acerca a mi oído y me susurra: —Por favor hazlo. Te lo pido.
   
Dicho eso, se va. Me deja ahí parada, llorando, desconcertada, confundida, sin saber qué hacer y sin darme más explicaciones.
   
Me quedé en el mismo lugar un rato, sin moverme ni decir nada. Rebobinando lo que acaba de pasar. Hasta que el señor se acerca y me dice:
   
—¿Está bien joven? ¿Tuvo una discusión de pareja?
   
—Este… no —empiezo a caminar a la salida. Debo irme de aquí antes de que esto se ponga más incómodo— es una discusión de amigos. De mejores amigos.
   
—Ya veo —me contesta el señor— los amigos son tan, o más, importantes que una pareja.
   
Me fui de ahí sin decir nada. Pero cuánta razón tiene. Muchas veces se subestima la importancia de las amistades en la vida. Pero los verdaderos amigos pueden ocupar un papel imprescindible en nuestras vidas. Y ellos dos son imprescindibles en la mía.
   
Empiezo a buscar a Kamo por todos lados. Aún no he terminado de hablar con él.
   
—¡Theslya!
   
Gritan mi nombre. Miro a mí alrededor pensando que es Kamo, pero no, son Sami y Yiyi acercándose a mí.
   
—¿Qué hacen aquí? —Cuestiono— ¿ustedes no iban a la montaña rusa?
   
—Sí, ya nos montamos. Pero Felipe quiso volverse a subir, así que se quedó con Rara haciendo la fila. Nosotras vinimos a buscarlos a ustedes al cuarto de espejos —me contesta Sami mirando mis ojos—  un momento… ¿Estás llorando?
   
Me tocó mis mejillas, y lágrimas se deslizan por ella. No puedo negárselo, es evidente.
   
—¿Kamo te hizo algo?
   
Su pregunta me aturde. Aún no le he dicho nada de lo que ha estado pasando en mi vida en los últimos tiempos. Pero debería decirle lo que está sucediendo. Es mi hermana, puede que me ayude.
   
—Si paso algo. Me gustaría contarte, en privado —miro de reojo a Yiyi, esperando que capte mi indirecta.
   
—Claro, es cosa de hermanas. —Dice Yiyi apartándose. Que fortuna que entendió, no quiero ser grosera pidiéndole que se vaya—. Iré con los chicos a la montaña rusa.
   
Me quedo con mi hermana. En medio de la multitud de gente. Quiero decírselo, pero no puedo. Es como si tuviera un nudo en mi garganta. Ella me ve esperando una explicación, esperando que le diga algo. Pero las palabras no salen de mi boca.
   
—Sabes que me puedes contar lo que sea —me rodea con sus brazos. Siento su calor en mi cuerpo. Me aprieta fuerte. Sin necesidad de palabras, con este abrazo me lo dijo todo: que ella está ahí para mí.
   
El nudo en mi garganta se desata, y se lo cuento todo. Ella solo me escucha atenta mientras le explico que me gusta Kamo, y a su vez, que a él le gusta Rara. Qué mi amistad puede terminar por estos tontos sentimientos. Que todo mi mundo se puede desmoronar por culpa de cupido.
   
No me importa que la gente me este viendo. Estoy ahí, abrazando a mi hermana, llorando, susurrándole al oído todo lo que está pasando.
   
Termino de hablar. Estoy esperando su respuesta, su consejo. Quiero, no, necesito un consejo. Porque genuinamente no sé qué hacer.
   
—Parece una historia sacada de la rosa de Guadalupe.
   
Me empiezo a reír, y eso hace que deje de llorar, ella también se ríe.
   
—¿Qué piensas hacer? —Me pregunta— ¿Cuándo hablaras con Rara?
   
—¡Nunca! Esa conversación puede acabar con todo.
   
—Quieres mi consejo ¿no?, pues mira, entre más rápido enfrentes los problemas, más fácil se solucionan. Los problemas son como bolas de nieve, es mejor afrontarlos cuando son una pequeña bolita, en vez de dejarlos rodar y que se terminen convirtiendo en una gigantesca bola.
   
—¿Qué quieres decir con eso?
   
—Que hables con Rara lo antes posible, y con Kamo también deberías hablar, y resuelvan este enredo de una vez. Y que pase lo que tenga que pasar, porque tarde o temprano pasará.
   
Algo se mueve dentro de mí, y me doy cuenta de que tiene razón, lo mejor es terminar con todo esto lo más pronto posible.
   
Su consejo me motiva y hace que tome una decisión. Estoy decidida, hablaré con Rara hoy. Ahora mismo iré a hablar con él.
   
—Gracias por tus sabios consejos hermana. Rara está en la fila de la montaña rusa, ¿no es así?, Voy por él.
   
—No hay de que hermanita. Espera… ¿piensas hablar con Rara ahora?
   
—Sí —solo dije eso y empecé a correr en dirección a la montaña rusa.
   
Sami me intento decir algo, pero ya estaba muy lejos para escucharla. Estoy enfocada en hablar con Rara y resolver esto.

(...)

Luego de correr un rato por la feria, y de perderme buscando la montaña. Le pedí orientación a una señora, que me lleva hasta la atracción.
   
Y ahí está a quien busco. Rara. El tercer integrante de este retorcido triangulo amoroso que se acaba de crear.
    
Conversa con Felipe y Yiyi, les falta poco para subirse.
   
A lo lejos me logra distinguir, mueve su mano para decirme que me acerqué. Pero yo no quiero acercarme, quiero hablar con él, y no podré hacerlo si esta en medio de una multitud.
   
Le hago señas para que me siga, él extrañado me obedece, se sale de la fila, y me sigue.
   
Me voy a un lugar un tanto oscuro y apartado del alboroto de la feria.
   
—¿Por qué me pediste que viniera? —pregunta, llegando a donde yo estoy—. Estamos a punto de subirnos, otra vez, a la montaña rusa, y sabes que la fila es muy larga.
   
—Solo es que… quería decirte… quería decirte algo.
   
Al principio estaba muy decidida en tener está conversación con él, pero ahora que la estoy teniendo, me arrepiento.
   
Lo que quiero decirle es inefable, ¿por dónde comienzo? ¿Qué se supone que le diga?
   
Debí de pensar en lo que le iba a decir antes de venir a buscarlo.
   
Mi cabeza está que explota, quiero desaparecer, quiero que nada de esto sea real.
   
¿Por qué soy tan impulsiva? ¡Debería meditar más las cosas antes de hacerlas!
   
—Y dime, ¿qué me  quieres decir? —Me mira preocupado por mi exagerada sudoración.
   
—Mira… es que… es que le gustas a…
   
¡Mierda! No puedo decirle que le gusta a Kamo. Me pidió explícitamente que no se lo dijera. Estoy a punto de arruinarlo todo.
   
Mis pensamientos no se organizan. Mi cerebro está en cortocircuito. Estoy en blanco, pero tengo que decir algo, Rara cada vez me mira más confundido. La estoy cagando en grande.
   
—¿Yo le gustó a quien? —Me mira y se empieza a exasperar— Theslya, dímelo ya.
   
No estoy pensando, no estoy pensando en nada. Quiero buscar una excusa, una salida fácil, pero no encuentro ninguna.
   
No quiero traicionar a Kamo, no quiero contarle a Rara los sentimientos de Kamo hacia él. Tampoco quiero arruinar nuestra amistad. Ni hundirme más en el abismo en el que ya estoy metida. Pero al paso que voy, terminaré por hacer todo eso.
   
—¡Theslya! ¡Dime! ¿Qué pasa?
   
—Es que… lo que sucede es que… le gustas… le gustas… —mi boca perdió conexión con mi cerebro. Ya no sé lo que digo, solo hablo por hablar.
   
Comienzo a respirar sin control. Ya mi cerebro no funciona, demasiadas emociones para una sola noche. Y de repente, solo abro mi boca para decir la mayor cagada de mi vida.
   
—¡Me gustas a mí!

.

.

.

.

.

Nota del autor: Ahora sí se salió todo de control. Ustedes qué creen que hará Rara al respecto?

Comenta aquí si crees que Theslya es demasiado pendeja.

Y comenta aquí que hubieras hecho tu en su lugar.

Les mando love del bueno soñadores, les tqm

¡Que se joda el amor!Where stories live. Discover now