Momentos antes de la tragedia

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Capitulo 15

Esto es lo que literalmente se puede llamar “momentos antes de la tragedia”.

Estoy llegando a la fiesta de cumpleaños de Kamo, acompañada de mi hermana. Ambas lucimos fabulosas, sin alardear.

Ella con un enterizo de color azul cielo, y yo con unos pantalones blancos y una blusa azul oscuro, y mi cabello suelto para que haga juego. Si, parece que nos pusimos de acuerdo, pero no, a veces nos vestimos con ropa de la misma paleta de colores por coincidencia.

La fiesta es en el patio trasero de la casa de Kamo, el cual es bastante amplio. Hay luces guindando por todas lados, como veinte mesas acomodadas delante de un pequeño escenario de dónde sale la música, con un micrófono en el centro que nadie está utilizando. En un rincón hay una decoración con un número dieciocho gigante, muchos globos, y luces de colores, supongo que es el lugar para pasarse fotos.
El lugar está abaratado de gente, vestida muy elegante por cierto. Si conozco a cinco personas de las que están aquí es mucho.

En unas de las mesas están sentados Rara y Felipe. Conversan con unas personas que no conozco. Rara lleva unos pantalones marrones y una camiseta blanca, por su parte Felipe lleva puesta una camiseta de botones negra, que se le marca en sus pequeños, pero existentes músculos.
Antes de irme a sentar junto a ellos, voy a dónde todo el mundo quiere ir en una fiesta, la mesa de comida.

Agarro unos pasteles de chocolate, y al meterlos en mi boca, alguien tapa mis ojos con sus manos.

—Adivina quién soy.

—Mmm, —Termino de tragar los pasteles. De inmediato supe de quién se trataba. Pero quise hacerme la tonta un poco—, ¿eres santa Claus?, No, cenicienta, de seguro eres cenicienta.

—Ves demasiadas caricaturas, ¿lo sabías? —Yiyi quita sus manos de mis ojos.

Al verla, unos corazones aparecieron a mi alrededor, bueno no en realidad. Creo que sí veo muchas caricaturas.

Su cabello ondulado revoloteando me hipnotiza, y su vestido morado me mata.

—¿Dónde está tu hermana? —Pregunta, sacándome de mis pensamientos.

—Ni idea, llegó conmigo pero se perdió entre la multitud. Debe estar saludando y conociendo gente, ya sabes cómo es.

Antes de que Yiyi me conteste, una voz chillona exclama: —¡Oh, Theslya, querida! ¿Hace cuánto llegaste?.

Es la madre de Kamo.

Yo no le caigo de lo que se dice bien, y ella tampoco a mi. Pero fingimos que sí por hipocresía.

—Acabo de llegar señora. Por cierto, la decoración está muy bonita, y usted también se ve genial. —Digo, y ella solo murmulla un «gracias».

Tengo que elevar mi mirada para verla a los ojos, porque es muy alta, calculo como de un metro ochenta, es delgada, cabello castaño y facciones faciales muy refinadas. Todo lo contrario a su esposo, que es pequeño, barrigón, y de facciones toscas. Lo único en lo que se parecen los dos es en sus aires de grandeza y superioridad.

—¿Y ella quien es? —pregunta señalando a Yiyi—, nunca la había visto.

Un «¿Dónde están tus modales?» de mi mamá resuena en mi cabeza.

—Se llama Yelitza, o Yiyi de cariño, es mi ami…

Sin dejarme terminar la oración, Yiyi se apresura a decir: —Soy su novia, —su brazo pasa por mi cuello—, somos novias.

Quedé paralizada, anonadada, pasmada, y todos los sinónimos que se les ocurra. Al escucharla referirse a mi como su novia me tomo por sorpresa.

Por lo visto, a la señora Agüero tampoco le cayó bien escuchar la palabra novia. Aunque por motivos diferentes a los míos. Homofóbicos motivos diferentes.

¡Que se joda el amor!Where stories live. Discover now