One-shots [LUCKITY]

Consecuencias

Las consecuencias son las que debe pagar cualquier persona que hace el mal.

Traidores sin escrúpulos.

Seres que se atreven a mentir y cubrir sus falsedades con excusas baratas.

Eso era un pensamiento que tenían Luzu y Quackity en común. Aunque ambos tenían planes diferentes para lograrlo.

Quackity pensaba en usar la fuerza bruta para doblegar al alcalde, pero Luzu iba un paso más adelante, con sus conocimientos en la magia negra, había creado una pócima para controlar la mente del híbrido pato. Él no quería llegar a esos extremos, pero era la forma más rápida y eficaz, pues sabe que no va a poder lograr que Quackity lo escuche.

El castaño de ojos rojos miraba con una sonrisa satisfecha su creación. La siniestra poción de magia negra que emanaba un aroma putrefacto y oscuro, capaz de corromper incluso a las almas más inocentes y doblegar a las más malvadas.

Una de las principales razones de sus actos era conservar la paz en Karmaland, pero había otra más oculta. Luzu estaba enamorado, sentía una mezcla de pasión y posesión, una obsesión desmedida que la hacía desear controlar cada movimiento de su amado como si su vida dependiera de ello. Era una sensación abrumadora, capaz de nublar su juicio y hacerla actuar de manera irracional en su afán de retener al pato para sí mismo. ¿Y cómo no sentirse así? Quackity era impulsivo, necesitaba a alguien que lo guiará y lo protegiera.

Lo que el alcalde no sabía es que su plan no iba a salir como se esperaba.

Luzu y Quackity se estaban enfrentando en una acalorada discusión en medio del pueblo, sus rostros enrojecidos y sus voces elevadas. La tensión en el aire era palpable, y la disputa rápidamente se tornó física cuando Don Q sacó su revólver.

Con su mano libre, Luzu alcanza y empuja hacia atrás la cabeza del contrario, aplastandola contra el suelo con fuerza.

— Quacks—, grita, más suave de lo que pretendía. —Todo esto lo hago por tu bien.

— ¡Suéltame hijo de la chingada!

— Solo quiero lo mejor —, continúa Luzu, y agarra la barbilla de Quackity entre sus dedos, obligándolo a mirarlo. — Quiero protegerte de todo, incluso de ti mismo— murmura, con los ojos clavados en los de Don Q. —Eso es todo....

El primer instinto de Don Q es imaginarse tomando un cuchillo y tallando esos exasperantemente hermosos ojos rojos que no dejaban de clavarse en su alma.

— Mentiroso—, murmura con la voz más quebrada de lo que quería. — ¡Mentiroso!

La lucha se intensificó,retorciéndose y tratando de salir del agarre del mayor. En un momento desesperado, Luzu alcanzó la poción que había preparado previamente, con la intención de rociarla en el rostro de Don Q y controlarlo a través de su magia.

Pero Don Q alcanzó a ver sus intenciones. Reunió toda la fuerza que tenía para rodar sobre su estómago y quitarse de encima al contrario.

Luzu tropezó y la poción salpicó sobre él en lugar de sobre su oponente.

Sin embargo, Don Q seguía furioso con él, al grado de arrebatarle el frasco para colocarse encima del castaño y golpearlo repetidas veces con la poción.

Ni siquiera se detuvo al ver como algunos de los cristales se incrustaron en la frente del castaño. Siente como Luzu intenta alejarse de él y, extrañamente, cuanto más lucha el alcalde, más satisfacción fluye por sus venas.

— ¿Querías usar uno de tus jueguitos conmigo, cabrón?—, la risa ahogada que sale de él hace temblar su cuerpo. —¿¡Me viste cara de pendejo o qué!? ¡Contéstame!

Los ojos carmesíes se volvieron ocres y sus labios formaron una línea delgada sin mostrar expresión alguna. Todo rastro de lucha se desvaneció.

— ¿Qué sucede, alcalde? ¿Te comió la lengua el ratón?

Al no obtener respuesta, el híbrido dirigió sus manos al cuello del alcalde, apretando fuerte.

— Muérete... —, la rabia ciega se podía notar en el tono de su voz. — Quiero que pagues lo que has provocado, quiero que mueras.

El ambiente se quedó en silencio unos segundos. Don Q estaba desconcertado por el comportamiento tan extraño de su enemigo, más aún cuando notó como un hilo de sangre se deslizaba lentamente de la comisura de los labios pertenecientes al alcalde.

— ¿Pero qué…

El cuerpo del castaño comenzó a convulsionar escupiendo más sangre, sus manos se movían frenéticamente y aunque sus ojos no tenían brillo miraban directamente a Quackity.

Algo se revolvió en el estómago del híbrido, tal vez era porque los ojos del otro ya no eran de esa tonalidad roja o puede ser que por primera vez desde las elecciones, pudo sentir que estaba en presencia de su 100% en lugar del traidor que me robó todo.

El alcalde lo siguió mirando.

Hasta que dejó de respirar.

La expresión en el rostro del híbrido cambió de repente, sus manos se aflojaron y el cuerpo del alcalde cayó al suelo en un ruido hueco. El híbrido retrocedió unos pasos, como si acabara de despertar de un trance.

— ¿Qué…? —susurró, mirando con horror el cuerpo inerte de Luzu.

La satisfacción que había sentido anteriormente se desvaneció por completo.

— ¿Lusu? — su respiración comenzó a acelerarse mientras se acercaba al alcalde, sus manos tocando su pecho para saber si no era un sueño lo que acababa de presenciar. — No hagas estás bromas pendejadas, no me dan risa.

Una risa casi maniática salió de él.

— Eres un hijo de la chingada, ¡No me gustan estás bromas, cabrón!

De repente la realidad lo golpeó como un tren en marcha.

Luzu se arrancó la lengua y se ahogó con su propia sangre en frente de él.

¿Qué clase de venganza enfermiza era está?

Sus dientes rechinaron con furia, no, no, no tenía que ser así.

Escondió su cara entre las manos que ahora estaban manchadas y sucias.

Era el final de todo, él había ganado.

Y solo pudo soltar un sollozo sofocado de un corazón roto, arrastrando con todas las emociones, vergüenza, enojo , tristeza y arrepentimiento.

Solo había una pregunta: ¿Por qué?

Nota:

Este one-shots está modificado ya que la otra versión contenía escenas sexuales.

Voy a intentar modificar las otras historias para volver a publicarlas sin escenas tan subidas de tono.