Día 5 - La primavera [AU] +18

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La primavera es una de las estaciones más hermosas del año, es la representación de la esperanza, sinónimo de nueva vida, el renacer de las cosas ante la adversidad.

Era sin duda un espectáculo digno de contemplar, y como era de esperarse algunos dioses la observaban desde la lejanía, sin embargo había otros más curiosos que preferían sentirla en carne propia, y eso les motivaba a visitar la tierra durante esa estación.

Lejos de cualquier asentamiento humano, ocurría el mejor fenómeno de la temporada y para verlo debían adentrarse en los bosques más densos, hasta donde se abriera la arboleda. Por esos lugares se debía andar con sumo cuidado, no debía pisarse ninguna planta, ni siquiera el pasto, porque todo ahí era vida.

Foolish el dios tótem de la resurrección y su mejor amigo Badboy, el hijo del caos, se adentraron en ese umbral en medio de la fauna, desde donde vieron ante sus ojos el surgir de la primavera, frente a ellos un prado inmenso y maravilloso se llenaba de flores de colores de las cuales emergieron ninfas, hombres y mujeres de diversas formas y tamaños. Aquellas criaturas iniciaron su andar, caminaban hacía todas direcciones mientras a su paso despertaban a la naturaleza, los brotes se asomaban tímidos ante su presencia.

En medio de aquel festival de estímulos sensoriales, un leve y agudo sonido llegó a sus oídos, ambos amigos lo percibieron al mismo tiempo. Se acallaron mutuamente para poder escucharlo mejor, era una suave voz, tan aguda y dulce que se confundía con el sonido del viento.

Guiados por el sonido, Badboy y Foolish se acercaron al río, donde vieron emerger de la cascada a un hombre, hermoso y peculiar, era él quien cantaba, lo acompañaban los peces que nadaban a su alrededor.

Ambos dioses contemplaron estupefactos su húmedo y definido cuerpo, las curvas sensuales que delimitaban su figura eran peligrosamente ideales, su cabello negro azabache fue opacado por su mirada, un par de hermosos y grandes ojos color morado que realzaban su singularidad. Que delicado lucía su rostro en contraste a su cuerpo masculino, aquella voz peculiar resultaba adecuada y encantadora.

Después de recortarlo de pies a cabeza, Foolish finalmente prestó atención a la dulce melodía que cantaba, en ella suplicaba amor, pedía sentirse amado, se preguntaba si dicho sentimiento era algo que todos podían tener, anhelaba ser desnudado con un beso y compartir calor a lado de alguien en temporales fríos.

En una escena mágica, los peces comenzaron a saltar, haciendo al agua chapotear a su alrededor, mientras que de su cabello oscuro brotaban lilas, pétalos morados que caían al agua, adornando el río.

—Que extraño, las ninfas no crean naturaleza —apuntó el hijo del caos, pero fue ignorado por su amigo, que cual presa del canto de una sirena se acercaba peligrosamente al hombre ninfa.

El dios tótem dio un paso en falso mientras intentaba alcanzarlo, la melodía que cantaba le había llegado al corazón, haciéndole anhelar ser ese amor que tanto esperaba sentir.

El hombre de cabello oscuro se asustó ante la inesperada presencia de Foolish y desapareció rápidamente tomando el aspecto de flores que se dispersaron en el agua.

—Perdón —dijo apenado por su burdo intento de acercamiento—. Soy un dios, no temas.

El hijo del caos, BadBoy, se marchó en silencio, él también había caído víctima de aquel ser de la naturaleza, su melodía también empatizo con sus sentimientos, pero decidió callarlo para siempre y se fue del lugar, dándole la oportunidad a su amigo de conquistarlo en nombre de los dos.

Foolish se adentró en el río, tomó una de las flores y la olfateó, grabándose esa fragancia en su memoria.

—Tu aroma es especial y tienes una muy bella voz —dejó la florecilla en el agua—. Soy el dios de la resurrección, resulta irónico si lo piensas, porque eso es lo que significa la primavera —parloteaba, porque solo eso sabía hacer cuando se ponía nervioso.

Fooligetta WeekWhere stories live. Discover now