XXII

560 37 3
                                    

Aquel terrorífico y detestado día llegó, Vayne se encontraba en el asiento del avión junto a Demi quien dormía tranquilamente con los audífonos puestos y una almohada en su cuello, completamente relajada y alegre a diferencia de la súcubo que lo único que deseaba era que el jueves por la noche no tardase en llegar, el simple hecho de conocer la familia de Demi y ver como convivían tranquila y alegremente le causaba incomodidad y repulsión, quizá el recuerdo de su madre y los primeros años de vida donde su padre no era un cretino con ambas era lo que más le afectaba, ver como Demi sí tenía una familia que la cuidara, apoyara y preocupaba por ella le hacía sentir cierto abandono y tristeza, recordar como su padre llegaba con montones de marcas y la ropa desarreglada con olor alcohol y perfume cada noche, algunas veces cubierto de sangre y malhumorado desquitándose verbalmente con ellas por no ser lo que él creía que merecía.
Eran más que un simple recuerdo asqueroso que le molestaba hablar, y como vio a su madre por última vez antes de huir, bajo la figura demoníaca de su progenitor dispuesta a matarla a ella también era una pesadilla que a pesar de haber logrado superarla, seguía atormentándole una pequeña parte en su consciencia, el miedo que corría por su cuerpo y como temblaban sus manos y piernas le hacía cuestionarse de dónde sacó el valor y las fuerzas suficientes para huir corriendo de aquel sitio que una vez fue su hogar, si siquiera mirar atrás.

La morena llevó una mano a su cuello acariciando con la yema de sus dedos aquella marca en su cuello, recordando como su padre le contó que apenas cumplió su primer año se la hizo, para que siempre que se viera al espejo recordara lo que era, una súcubo hija de una mortal y de un incubo, y que nada de lo que ella hiciera podría cambiar aquella naturaleza destructiva y seductora, sedienta de sangre y placer por la miseria de los mortales que la rodearan, que toda su vida sería un baño de sangre a donde sea que vaya, lo deseara o no.

Porque era un demonio que nació para matar y no debía olvidar eso.

Quizá por eso Bálor supo manipularla para tenerla a sus pies, quizá Bálor siempre amaba hacerla molestar, amaba causarle celos para sacar a la luz aquel lado primitivo y sanguinario de Vayne, verla cubierta de sangre de pies a cabeza mientras follaban por horas hasta no poder más luego de que Vayne acabara brutalmente con sus víctimas, ver como se molestaba a la mínima que una mujer se le acercaba a ellos le prendía como leña al fuego.
Llegando a jurarle amor eterno con promesas falsas de un futuro lleno de alegría, masacres, sexo y un montón de aventuras por el mundo, disfrutando del sufrimiento ajeno sin cesar, diciéndole al oído lo mucho que la amaba y que mataría a cualquiera que se le atreviera a acercar, recalcándole que era completamente suya, así sea de Fergal o Finn, pero era de ellos. Sin embargo, Vayne seguía cuestionándose si volver a aquellas noches de pasión serían lo mismo, giró su rostro levemente para ver a aquella australiana quien seguía durmiendo, examinándola con la mirada y cuestionándose si era buena idea seguir con ella, ¿Demi reaccionaría bien al enterarse de lo que es realmente?, ¿Demi la seguiría queriendo o la abandonaría tal como lo hizo Fergal?, quizá ese miedo a ser abandonada es la razón principal por la que se cuestiona si volver con Bálor no era una mala opción después de todo, él solo estaba celoso y quería volver con ella.

Vayne mordió su lengua sin saber qué hacer, su orgullo era demasiado como para volver con aquel demonio con el que incluso peleó días atrás, sentía que terminaría de hundirse y arrastrarse ante su ex en busca de afecto le parecía nauseabundo y una completa idiotez, simplemente aquel rencor vino a darle un golpe de realidad y hacerla entrar en razón, no volvería con Bálor aunque lo deseara, no luego de todo lo que le había hecho, su orgullo no la dejaría.
Pero quien sabe, tal vez Bálor sepa jugar sus cartas nuevamente al encontrarla vulnerable...

—Señores pasajeros, les pedimos que abrochen sus cinturones, guarden las mesas, acomoden sus asientos si los tienen inclinados y tomen asiento si se encuentran en el baño, estamos a punto de aterrizar en nuestro destino Adelaida, Australia —La dulce voz de la azafata sacó de sus pensamientos a Vayne, quien giró su rostro nuevamente para ver a Demi quien seguía dormida.

Succubus |Rhea Ripley|Where stories live. Discover now