Cálido

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Ver a esa joven tirada en el suelo por el pavor de las palabras que acababan de oír le estrujó el alma,  no sabía muy bien que podía hacer ante ello, solo era un espectador de aquella escena sin embargo le nacieron unas ganas inhumanas de ayudarla que ni él lo entendía, no había necesidad de hacer algo ante lo que acababa de pasar, pudo solo seguir quieto esperando a que los sacaran para después irse a su habitación sin prestarle mucha atención al suceso y en la noche contarle a su esposa de lo ocurrido, pero no pudo hacer eso en cambio se agacho a hablar con ella.

-¿Estás bien? ¿Quieres que haga algo? ¿Necesitas ayuda?-Se quitó el cubrebocas sin importarle el hecho de que claramente ella lo reconocería y no era porque pensara que es la persona más famosa de México y todo el país lo alabara o algo así, sino porque la joven contaba con una camiseta de Red Bull dando a entender que era fan del equipo, aunque también contaba con una gorra de Mercedes y una chaqueta de Ferrari amarrada a la cintura, pero ese no era el  momento para fijarse ni quejarse de eso.

Ella lo vio con una cara que representaba la mezcla de sentimientos que tenía: confusión, incredulidad, Impresión, admiración, tristeza y frustración; era algo divertido de ver sin embargo él no se pudo reír ya sea por respeto a ella o por preocupación, después cayó en cuenta de que había hecho preguntas de lo más tontas; primero era claro que no estaba bien estaba aterrada, segundo el no podía hacer mucho o nada por ella en realidad, y era claro que necesitaba ayuda, esa personas a través del teléfono había gritado las mil y un maneras de cómo la iba a matar cuando llegara a casa si se volvía a atrever a actuar tan cercana con algún otro hombre.

-Estoy bien, disculpa las molestias-una simple respuesta demasiada cálida y acogedora hizo que el cuerpo de Checo temblara, ¿Qué era lo que estaba mal con ella? ¿Por qué no pedía ayuda, lloraba o hacía algo por el estilo?, ¿A qué se debía esa brillante sonrisa?, veía como los ojos de ella eran los únicos incapaces de mentirle pues se mostraron afligidos, rojos por las lágrimas que hace unos momentos habían derramado con un brillo inesperado al verlo a la cara.

-No estás bien, ese intento de maquillaje para cubrir el moretón de tu cara lo dice a simple vista-eso se le había escapado, no quería ponerse altanero con ella o siquiera meterse en asuntos que no sean de su incumbencia, muchas mujeres pasan por esa misma situación y no es como si eso lo hiciera normal o bueno, pero en realidad no la conocía y no podía hacer mucho por ella o ¿sí?.

-Pensé que lo había cubierto bien, perdón- ella se dio cuenta del porqué Enrique la había mandado lejos, para que nadie sospechara de sus moretones, para que en un mar de gente nadie se diera cuenta del liguero morado que se asomaba debajo del maquillaje que cubría algunas secciones de su cuerpo.

-No te tienes que disculpar, además casi no se nota es solo que yo soy muy observador-comentó para aligerar el tenso ambiente, no quería presionarla demás y estropearlo todo, ella por su parte se alivió un poco por lo que dijo el otro.

-Gracias, a decir verdad si no fuera por este pequeño asunto te pediría una foto-comentó con gracia señalando su cara mientras se incorporaba para poder pararse siendo seguida por el otro.

-Entonces tendrás que quedarte a mi lado hasta que nos podamos tomar esa foto-le dijo con confianza, inflando el pecho con ligero orgullo, no sabía el porqué pero ahora la quería a su lado, más bien la necesitaba a su lado.

-creo que ya oíste que eso no le va a gustar-no había temor en su voz solo cierta desilusión cubierta con una falsa burla. El mayor no entendía nada de ella, no entendía cómo es que hablaba de ese hombre como si fuera un ente superior y omnisciente tampoco sabía cuál era la razón para que siguiera aguantando ese tipo de cosas, quería entenderla en verdad.

-Entonces simplemente déjalo-Confesó sin pudor alguno o siquiera una pizca de vergüenza en sus declaraciones, era una tipo de orden disfrazada en una simple sugerencia.

-No es tan simple, además no es así siempre, lo de ahorita fue mi culpa, solo tengo que tener cuidado y no hacer cosas que lo molesten- le resto importancia al asunto, a su punto de vista únicamente tenía que tener cuidado y listo todo iría bien, después de todo ella sabía que él  la amaba, por su parte ella no podría decir que supiera si lo seguía amando pero sí dependiendo de él.

-Entonces ¿qué pasará cuando cometas el próximo error? ¿dejarás que se lleve tu vida con sus puños?-Se mostraba irritado su voz se torno un poco oscura pero no por estar enojado con ella, simplemente se sentía frustrado ante la situación pues sabía que las cosas no eran tan fáciles.  

Pero ella se quedó pasmada sin saber que decir, fue un golpe de realidad, una realidad que la golpeaba y encerraba en una casa en las montañas día con día. No se movió, no dijo nada, solo estuvo quieta en su misma posición, sus ojos se encontraban abiertos a más no poder y él no sabía cómo reaccionar ante esto o qué hacer para calmarla un poco; las facciones de su cara se fueron relajando y por fin pudo hablar esbozando una gran sonrisa, lo miro con seguridad a la cara pronunciando las siguientes palabras:

-Tal vez en mi pasada vida fui piloto de la f1 como tú, si cometes un error en pista vas contra el muro y terminas fuera de la carrera, imagina que yo soy un piloto, el auto es él y el circuito es mi vida entre sus manos, si lo hago todo perfecto obtendré la Victoria y seguiré para correr otra vez- Era una reflexión muy buena, ella río muy débil pero de forma sincera sin deberle nada a la vida, sin pena y sin arrepentimientos, se veía tan feliz que simplemente era deprimente.

No pudo pensar en mucho la verdad, se encontraba incrédulo por lo que acababa de pasar, le había dicho  algo muy cierto, los dos arriesgaban su vida día con día pero no quería aceptarlo.

-Entonces por favor déjame decirte que tienes una monoplaza de porquería-ese comentario sonó con mucho odio a pesar de ser una broma, ella se río con fuerza pero calló al volverlo oír hablar-Dejame ser tu nueva escudería, no necesitarás de él, serás solo tú, a tu velocidad, no tendrás que correr nunca más, no tendrás que ser perfecta y podrás equivocarte cuando quieras- Eso no era una sugerencia ni una solicitud eso era un ruego y ella no sabía qué decir ante eso.

-Por favor permíteme ayudarte-Las palabras que dictaminaron el contrato de la nueva vida de ambos fueron pronunciadas y el destino puso su firma sin siquiera pedirles permiso.







¿Qué error te quitará la vida?



Solo es cuestión del destinoWhere stories live. Discover now