(+18 a partir del capítulo 40) Morí... ¡y desperté como la villana de mi telenovela favorita!
Mi nombre es Emma, y un día, tras morir en un accidente de lo más inesperado, cuando abrí los ojos... ¡era una mujer totalmente diferente!
Literalmente.
Em...
Nuestra primera cita cae en sábado, casi una semana después de haber hablado de ello.
Eric me llama por la mañana, diciéndome que hay un festival nocturno cerca del edificio de la ópera nacional esa noche y preguntándome si quiero ir con él. Y mi respuesta es un rotundo y jubiloso sí.
Dejamos a los niños con mi madre y mi abuelo, que esa noche está en casa con ella, y nos despedimos hasta el día siguiente, ya que no sabemos a qué hora de la madrugada llegaremos a casa y no es plan de despertar a los niños para recogerlos.
No es hasta que vuelvo a ver al abuelo que recuerdo que Araceli también podría ser su nieta y que tengo que hablarlo con él de alguna forma, porque la chica y su madre son familia consanguínea, al fin y al cabo, como elige recordarme mi cerebro en ese instante, y me sabe mal que ni el abuelo ni ellas lo sepan.
Aunque quizá tendría que hablarlo primero con mamá para que no le pille por sorpresa.
El problema es que no tengo ni idea de cómo voy a explicar el por qué sospecho que la madre de Araceli es también hija del abuelo, porque no se supone que yo deba o pueda saber esas cosas.
—Cariño, estás distraída, ¿todo bien? —inquiere Eric mientras conduce hacia uno de los aparcamientos subterráneos más cercanos a la zona de la ópera, cuya avenida está llena a rebosar debido al festival culinario y la feria que se celebran en sus cercanías.
—Sí, sí, perdona. Solo estaba pensando en mis cosas. —Aparto esos problemas de mi mente para otro día y me centro en el presente de nuevo. Estoy nerviosa, excitada y feliz de pasar tiempo los dos juntos—. Madre mía, esto está lleno —me asombro mientras cruzamos la calle y nos situamos en la larga cola que hay para acceder al garaje.
Nunca había visto tantísima gente junta en un solo lugar.
—El festival se ha vuelto famoso estos últimos años, desde que los vídeos de los asistentes se hicieron virales en internet —me cuenta Eric.
—Ugh, internet —recuerdo—. Espero que no nos hagan fotos y nos dejen un poco tranquilos esta noche.
Eric sonríe de manera misteriosa mientras aparca y detiene el motor del coche.
—No te preocupes, tengo un plan.
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Su plan es ridículo, pero divertido. Y puede que hasta funcione.
—Esta peluca pica —observo, metiendo los dedos entre la base de la peluca de pelo rosa chicle liso y largo que llevo puesta y mi propio cuero cabelludo, que está empezando a sudar de lo lindo a pesar de que esta noche refresca un poco porque ha estado lloviendo esta mañana hasta el mediodía.
