Capítulo 56

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Siempre habrá un mañana (1974)

-Televisa


Nos despertamos a mediodía del día siguiente.

Algo normal, tras haber pasado casi toda la noche despiertos.

Lo que no es normal es que, cuando miro el móvil mientras Eric está en el baño, veo que tengo ni más ni menos que una docena de llamadas perdidas de mi madre.

No habíamos quedado hasta la tarde, cuando se supone que tenemos que pasarnos a recoger a los niños (por insistencia de ella, que quería pasar un día entero con ellos), así que lo primero que me viene a la cabeza es que ha pasado algo con los niños, como es lógico.

El solo pensarlo me aterra. Mi piel se pone pálida como la leche, mi pulso se acelera a pesar de que puedo jurar que el corazón se me ha parado en el pecho, y las manos me tiemblan mientras le doy al botón de llamada.

—¿Mamá? ¿Ha pasado algo? ¿Estáis todos bien? —me oigo decir a través de la ansiedad a toda prisa, con el pecho contraído y la mano aferrando el teléfono con fuerza hasta que este se me clava en la palma de la mano y la piel me duele.

—¡Ay, hija, qué manera de saludar! Buenas tardes, dormilona —me regaña ella tan pancha—. Los niños están bien y yo también. No te he llamado por eso, así que tranquila. Perdona, debería de haber pensado que ibas a ponerte así, pero no se me ha pasado por la cabeza que imaginarías eso.

Me dejo caer sobre el cabecero de la cama y me llevo una mano al pecho. De lo intenso que es el alivio que siento tengo hasta palpitaciones.

—Por Dios, mamá. Qué susto me has dado.

—El susto me lo has dado tú a mí —replica ella—, cuando he visto la revista de esta mañana.

—¿De qué hablas? —es lo que pregunto, aunque una sensación premonitoria se asienta en la boca de mi estómago y empiezo a intuir lo que ha pasado sin que me lo cuente.

—De Eric —dice ella—. Y de ti, aunque el mundo no sepa que eres tú porque el mundo a veces es un poco gilipollas.

—Mamá —me exaspero por la ambigüedad con la que habla—, ¿podrías decirme, por favor, qué es de lo que estás hablando? Acabo de despertarme hace nada y no estoy como para andar con adivinanzas.

—¿Ocurre algo? —inquiere Eric cuando sale del baño y se acerca a la cama.

Me da un casto beso en los labios y yo lo miro y suspiro para mí misma.

Se ha vestido. Con lo guapo que está desnudo. No quiero dejar el hotel y no quiero que se vista, pero es un deseo tonto e infantil y hay que afrontar el día sí o sí.

—Mi madre, que está muy misteriosa —le contesto mientras se sienta en la cama para ponerse los calcetines y atarse las zapatillas de deporte.

—¡Ja! —exclama mamá—, la misteriosa eres tú. Aunque, claro, la gente es idiota y creen que es otra... Porque eres tú, ¿no? ¿No estará Eric con otra en ese hotel? Si me dices que lo está lo mato. ¿Me oyes? Metafórica y socialmente, pero si te hiere juro que lo mato.

Me llevo una mano a la sien porque está empezando a dolerme la cabeza.

—¿Cómo sabes lo del hotel? —pregunto antes de que mi cabeza haga clic y junte las piezas—. Espera, no me lo digas, tiene algo que ver con lo que me has dicho de la revista de la mañana —gimoteo, cansada solo de pensarlo.

Soy la villana (✔) ✦ COMPLETA ✦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora