Prefacio

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Dicen que las personas malas, al fallecer, van a arder en el abismo, pero no se necesita morir para vivir un infierno, y no es necesario el fuego para quemarse; más en esta pesadilla congelada, donde lo único que es más bajo que la temperatura es la esperanza. Rusia en los 40; finalizada la Segunda Guerra Mundial, pero Iósif Stalin aún en el mandato.

Con la sed de poder aún presente, en una base secreta y resguardada, les dieron falsas esperanzas a 5 hombres prisioneros del gulag, ofreciendo darles libertad si sobrevivían a un mes encerrados en una cámara de gas que quitaba la necesidad del sueño. Y ese era su objetivo, él al final de todo esto no ansiaba su libertad, se filtre como pudo en esta tortura; con la esperanza de que ese gas si le impidiera dormir y, sino por lo menos, morir en el intento, poniendo fin a su sufrimiento.

Pero ¿Por qué alguien quisiera exponerse como sujeto de prueba para un experimento? ¿Por qué una persona preferiría morir si sus intentos de evitar conciliar el descanso fracasan? Hay sueños que parecen reales, y realidades que solo se pueden soñar. También existe su opuesto, pesadillas que se sienten de verdad, pero a veces la realidad es peor que un mal sueño.

Esto solo podría explicarse retrocediendo el tiempo hace unos meses.

*8 meses antes*

El clima frío y gris opaco contrastaban con su cara larga de amargura, a nadie le gusta levantarse para ir a trabajar un lunes. Vestido con ropas que pueden camuflarse perfecto con el ambiente. Por sus tonos nada llamativos: una camisa de botones, blanca; un pantalón de poliéster, negro; zapatos del mismo color, que ya se notaba el desgaste del tiempo; corbata y sombrero, que le tapa una porción del rostro al estar cabizbajo; por último todo cubierto en una gabardina verde militar.

Camina sin un rumbo aparente, sus pasos ya se encuentran programados gracias a la rutina. Se dirigía a la misma esquina de todas las mañanas donde comprar su café, y seguido caminar hacia el metro para ir al trabajo. La monotonía le puede afectar a cualquiera, incluso a aquellos que disfrutan de una vida tranquila, no está en nuestra naturaleza conformarnos, pero esté hombre, la rutina lo ha perseguido desde hace mucho tiempo. Por la época que vivió no experimento emociones en su juventud, rodeado de guerra, ya de adulto se concentró en no morir de hambre, creando en él una actitud distante; que terminaría de eliminar sus probabilidades de tener pareja y formar una familia.

Llega a la parada del metro, cruza la calle, y ve el mismo edificio en el cual ha trabajado los últimos años de su vida. Pasa toda la mañana, tarde, y parte de la noche de banquero. Al terminar la jornada llega a su casa sin mucho afán, come lo que encuentra en el refrigerador y nota la hora no son ni las 11 pm, se queda en el sofá de su sala viendo lo que sea que pase en la televisión, bebe una o dos cervezas y entre los canales de mala calidad, cae rendido.

Ese día fue como todos los demás, sin sorpresas y repetitivo, excepto que a las horas de quedarse dormido; se despierta asustado, agitado y sudando frío. Revisa el reloj y son las 3:30 am, había tenido una pesadilla, en la cual recuerda ver a una chica caminando sin rumbo por una calle desolada, de un momento a otro cuando ve un puente, la mujer corre hacia esa dirección y salta, él era los ojos de esa pobre y veía mientras caía, hasta llegar al suelo y fue ahí cuando se despierta.

Se seca el sudor frío de la frente, y analiza el sueño, pero al final termina diciéndose a sí mismo que no significa nada; aunque le ha dado una opción cuando ya no quiera seguir con el mal chiste repetido que es su vida.

Tienen que pasar dos semanas más para que Dimitri vuelva a tener una de esas pesadillas.

Esta vez ha soñado con un hombre en una estación de tren, de nuevo le toca ser los ojos de esa persona en su sueño, pero no controla el cuerpo. Ve a su alrededor y nota una curiosidad, y es que los anuncios en carteles y demás estén escritos en un idioma que no conoce, pero identifica que es asiático. No le da tiempo de seguir pensando en eso cuando siente una presión en espalda. El cuerpo se voltea mientras cae, y puede ver que alguien lo ha empujado; cae sobre las vías, una alarma suena informando que el tren está llegando, mientras otra se activa porque se ha sobrepasado a un perímetro peligroso. El cuerpo reacciona rápido, pero solo logra poner una rodilla en tierra cuando el tren lo alcanza, otra vez Dimitri presencia la muerte hasta el último segundo.

Visión del destinoWhere stories live. Discover now