𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 7.2

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𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 7.2
"𝐈𝐌𝐏𝐄𝐂𝐀𝐁𝐋𝐄"

PRAGA /Diciembre 01 de 1606 d.C.
Castillo del emperador Rudolf II
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"Si no puedes poner a tu propia gente a raya mejor déjale el puesto a quienes sí. No vas a salir absuelto de un error como este, se trató de vidas humanas; un poblado con dos centenares de habitantes" Mencionó un noble con voz ronca, sus cejas estaban fruncidas al igual que su rostro y no se le veía muy alegre "Cuando yo estuve a cargo de manejar Hungría era una época donde nadie temía en ser asesinado por monstruos nocturnos y mucho menos..." el hombre se aclaró la garganta "por nuestro mismo ejército" lanzó el comentario hacia Dumas. Parecía ser que se estaban turnando en una discusión infinita él junto al resto de los cortesanos que conformaban la mesa, si bien odiaban tener entre ellos a Dumas, parecía ser la oportunidad perfecta de mal encararlo sin que el Graf pudiese hacer mucho más que refutar las palabras de estos. Gracioso, que todos se llevasen mal, pero justo en ese momento parecían hacerse de consorcio para atosigar al conde cada que se turnaban para hablar con la precisión de una vals violento.

"Disculpe usted, el tema lo trataré con el emperador. No con...-" Dumas miró con arrogancia al noble "Un barón. Además, si nos ponemos en ese contexto, habla de los malfestados como si fuese culpa mia que aparecieran de la nada sobre el imperio, a diferencia de usted y del resto yo estoy poniendo las cartas sobre la mesa, estoy liderando ejércitos para eliminarlos pues a decir verdad no solo han acabado con la vida de dos centenares. Bastante hipócrita decir que mis acciones son incorrectas cuando usted entre otros no han hecho más que, permanecer en sus recintos lujosos con copa en mano y la comodidad en la otra. Ahora bien, si, fué un error este que se acaba de cometer, estoy al tanto de ello. Pero dado a qué mi ejército es lo triple de vasto que el suyo, procuro vigilar las acciones de mis generales al mando. Pero, si alguno incurre a un delito, no me entero hasta que este mismo regresa a darme el informe del suceso. Así que, estoy en la misma postura que ustedes, bien podríamos hablar del tema con mayor madurez...-"

"Cuida tus palabras conmigo, Dumas. En mis años de mandatario Húngaro jamás tuve una falta tan costosa como la que usted creó con su incompetencia" Respondió nuevamente el noble.

"¿Incompetencia?" Pronunció Dumas aparentando serenidad. Estaba furioso, su estómago se contrajo con ira y el único gesto que pudo hacer con su cuerpo fue enterrar una uña contra su propia palma. "Alega que su dominio fue perfecto. Pero a decir verdad yo estuve habitando Hungría durante esa época y jamás vi por parte de usted algún tipo de interés por el condado, sólo por los impuestos que ordenaba cumplir. Probablemente haya sido gloria y serenidad, pero esto no más allá de las puertas de su castillo, así que, dudo que se extendiera esa dicha. Si bien nunca tuvo faltas durante su gobierno, con el perdón de la palabra, fue porque jamás hizo grandes cosas ¿Y me llama a mí, incompetente? No tiene nada que decir de mi gobierno por ahora, usted tuvo su oportunidad en dicha y la dejó ir. Un gran mandatario no debe pasar desapercibido, debe ser recordado por sus acciones, debe marcar una diferencia sobre el resto y si cumple una falta, debe enmendarlo con acciones de valor, no con reprendimientos de más nobles... Así que, barón Nicolás, evitese entrar a una discusión fuera de su alcance" Insinuó Dumas mostrándose ligeramente fastidiado. Por supuesto que estaba colérico, pero la voz interior de su conciencia le decía que guardara la calma, sobre todo frente a quienes intentaban provocarlo 'Alguien inteligente, no cede a la provocación de imbéciles. Guarda tu compostura y cierra la boca ya' se ordenó mentalmente.

"Bastante inapropiado defenderse de un error, acusando y hablando del gobierno de otros" Comentó un aristocrata de la mesa haciendo alusión a las palabras de Dumas.

Era medio día, y la luz del sol iluminaba vigorosamente el castillo del emperador. La manta solar casi lograba cubrir por completo el frío de las paredes exteriores mientras que, algunos halos de luz se filtraban por los corredores, habitaciones y salones. Una de ellas era donde se hallaban los hombres de gran porte hablando déspota y cínicamente acerca de como ellos hubieran manejado la situación que llevó Dumas. Las pesadas cortinas bermellón estaban recogidas por los costados, permitiendo así, que la luz entrara a la inmensa habitación y llenara a los hombres con su brillo justamente donde ellos permanecían charlando.

꧁  𝐒 𝐄 𝐄 𝐋 𝐄 𝐍 𝐊 𝐑 𝐈 𝐄 𝐆  ꧂Where stories live. Discover now