8. El último día

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La tarde había pasado rápido.

Lu, Ivan y yo salimos a un centro comercial parapsicología el rayo, pues era el último día del argentino y a mi hermanito se le ocurrió en ir a su lugar favorito, el Arcade que básicamente es un lugar con muchos juegos.

De nuevo no comimos nada sano, pero teníamos que disfrutar estos pocos días sin padres para dañar nuestra salud.

—¡Ahí esta! — grito Lu señalando el local y corriendo hacia él.

—¡Lu, cuidado te caes! — lo regañe.

Ivan que estaba a mi lado río tiernamente, aunque no podía verle directamente la sonrisa, pues decidimos salir algo desapercibidos solo usando mascarillas.

—Se nota que lo querés mucho ‐- mencionó el chico junto a mí.

—Es mi hermanito, a veces es un insoportable, pero igual lo voy quiero.

Llegamos al local y lo primero que hice fue buscar con mi mirada al menor, este se encontraba viendo como un grupo de chicos jugaban en las motos.

Me encargue de pedir cambio para las maquinistas.

—Lu — llame la atención del rubio – ¿Qué quieres jugar?

—¿Puedo jugar ese? — señaló atrás de nosotros.

Los tres nos acercamos a la máquina de Pac–Man, introduje las monedas y el juego empezó.

Este solo podía ser controlado por una persona.

—Vamos a estar en el juego de allá — le avise a mi hermano y este solo asintió concentrado en la partida — Ven.

Fui directamente a una de mis maquinas favoritas, la de la garra, amaba los peluches que habían ahí, son súper tiernos.

—Soy muy buena en este — informe metiendo las monedas en la máquina — La mayoría de peluches de vaquitas son sacados de aquí.

—A ver si es cierto — murmuró.

Su mirada repasaba cada uno de los peluches.

—Quiero el panda — señaló el peluche del fondo.

—Está bien — acepte.

Empecé a mover la garra con suma concentración de que esta agarrara de una buena forma al peluche.

Cuando supuse que todo cuadraba a la perfección presioné el botón viendo como la garra bajaba.

Las pequeñas pinzas tomaron el peluche.

—No te creo — habló el argentino con asombro.

Garra se movía mucho, pero nunca soltó el peluche hasta que llegó a la bandeja tirándolo.

Me agaché y saqué el peluche.

—Flaca pará, ¿Cómo sos tan buena? — preguntó muy sorprendido.

—La verdad no creía que sucedería a la primera — confesé y reímos juntos — Para ti — le entregué el pequeño panda.

Sus ojos se achinaron cuando tuvo al peluche e sus manos, lo llevó a su cuerpo abrazándolo.

Sin aviso, se acercó más a mí, bajo su mascarilla y luego la mía para luego dejar un pequeño beso en mis labios.

—Sos la mejor, flaca — acomodó mi mascarilla e imito la acción con la suya — Ahora yo consigo una para vos, ¿Cuál querés?

Medite un rato la situación, no quera elegir uno que estuviera difícil para que él lo ganará fácilmente, pero había dos opciones o esto terminaba mal o terminaba bien.

𝐍𝐎𝐕𝐈𝐎 𝐏𝐎𝐑 𝐔𝐍𝐀 𝐍𝐎𝐂𝐇𝐄 ll SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora