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-¿Señorita James?-Volvió a preguntar Connor-¿Tiene la respuesta a mi pregunta?-Me miraba expectante, sin saber lo que vendría después de aquél terrible acertijo mío erróneo.

Él estaba por venir.

La clase estaba en silencio absoluto, las chicas murmuraban mi perdida de atención, mientras que el profesor Connor hacía desaparecer su calma, en cualquier momento llegaría y acabaría con todo, al igual que en mis sueños.

-¿Qué significa eso?-tomó mi móvil y miró las fotografías que se reflejaban en la pantalla, las lágrimas en mis ojos le hacían presente a ese miedo que sentía ahora mismo.

En un par de instantes palideció, podía ver la desesperación en su mirada, aquél terror que siempre causaba la muerte.

-¡Michaela James! ¿¡Qué es esto!?-gritó haciéndome saltar de mi asiento, el nerviosismo en su grito parecía el de un minino en un profundo hoyo de bosque, apunto de ser devorado por los salvajes lobos de las tinieblas.

Miró y no dejó de negar en sorpresa, esa nota, cada palabra traspasaba todas las barreras de la realidad, dejando el placer de correr de esa ilusión que creaba con sólo imaginarlo.

Sus pasos chocaron con la pared, aún atónito me divisó, hasta tambalear cualquier oración que trataba de pronunciar.

-¿¡Qué clase de monstruosidad es esta!?-Subió sus ojos a mí, acercándose con autoridad para apretar mis muñecas.

Mi labio temblaba, no podía sacar de mi mente aquella horrible imagen, la sangre y los órganos fuera de su lugar, señalando con ellos el "Fallaste lindura" al lado del desfigurado rostro de Jona.

-Venga conmigo, veremos cómo la policía actúa después de que les muestre ésto-Jaló mi brazo, forcejeó tratando de llevarme a la fuerza, apretando cada vez más mi pálido ser.

No podía decir absolutamente nada, el sólo abrir mis labios sentía colapsar, mi mirada se cristalizó. ¿Qué había hecho para merecer tanta desgracia? Cada vez más me perdía, la debilidad de mi cuerpo era tan notoria que me habían sugerido la terapia para arreglar esos sueños de los que pensaban, yo inventaba.

Él tomaba todo de mí, consumía mi alma poco a poco con cada roce de su boca con la mía, con ese sentir que él solo provocaba y más, con el poder de tomar su droga en mí.

Y sin más esa conocida risa hizo eco por los pasillos, acompañada de un escandaloso golpe en los casilleros.

-Tenemos que salir de aquí...-susurré con cierta inquietud en mi voz. Estaba aquí y sabía que no podía ocultarse por mucho ya que vendría a mí.

-¿Qué acaba de decir?-preguntó arrastrando mi cuerpo a la puerta, después de escuchar el estruendoso crujido a las afueras de la Academia.

Todos miraban a la puerta principal, buscando respuesta a la serie de estruendos que hacían de ese triste día una anunciada muerte.

-Mickey, 1...2...3-Le escuché decir, era como si estuviera a mis espaldas jugando con mi mente.

-¡Todos salgan de aquí!-grité, quitando mis manos de las de Connor para salir corriendo por los pasillos. Los escandalosos pasos míos era la prioridad, necesitaba quitarme aquella incertidumbre que me tenía prisionera, tenía que escapar de lo que fuera a hacerme.

-No más acertijos, preciosa-Sonrió desde el ventanal, manchando el cristal del plasma que consumía diariamente, el de mi mejor amigo.

Los gritos de Connor me martillaron la conciencia, había quebrado su cuello estrellando su cuerpo en el reluciente suelo de Monteville, ahora sucio por su sangre. Escandalizados corrían por todo el edificio pensando que él solo les dejaría escapar, sin percatarse de que ya habían entrado en su juego.

Con cada movimiento, mi falda se levantaba al ritmo de mis piernas; mi adrenalina subía cuando más me acercaba a la puerta, a mi refugio. El grisáceo tono del cielo hacía más intenso mi pánico y que decir de la lluvia que se manifestaba con estruendosos relámpagos.

-Mickey, no puedes escapar de mí-murmuró riendo, arrancándole los brazos a un inocente que se había cruzado en su camino por equivocación.-Ven conmigo a casa-Tomaba sus dedos en su boca probando el anhelado sabor de la vida.

Corrí por mi vida, llorando por cada muerte que Damian causaba, por todo el dolor que no le importa hacer.

Y sin pensármelo dos veces, empuje las frías puertas de madera saliendo del festín que mi oculto amante comenzaba a disfrutar.

Las gotas caían sin predecirlo, me mojaban la ropa y las emociones que me abordaban en ese instante; Mi velocidad aumentó dejándome sin aliento pero sí con un terrible remordimiento en mi cabeza.

Salpique las hojillas de los árboles con mis fuertes pisadas, humedecí mi rojiza cabellera con la dura brisa de la tormenta la cual me dejaba ciega de dolor.

Continúe durante más de diez minutos, hasta que me encontré frente a casa, donde me esperaba una tranquila Amelia.

Mi cuerpo seguía temblando y desconocía el que fuera por ese diluvio que me encerraba como un callejón sin salida.

-¡Amelia!-grité, apunto del colapso nervioso, huiríamos sin dejar rastro alguno, sin algún demonio detrás de nosotras.

Pero no se dejó ver.

Mis lágrimas amenazaban con salir y mi pecho dolió, no podía ser verdad lo que ahora mismo observaba.

Él sonreía desde el pórtico de la pensión, escurría gotas de líquido rojizo por su ropa y cuerpo dándole aquél escalofriante aspecto, fumaba un cigarro y tomaba de la mano a la inocente niña quién únicamente saludaba en mi dirección.

-Lo vez nena, ahí está tu hermana-su voz me reprimió, podía matarla si él lo quisiese.

-Por favor...-Lloré acercándome lentamente a él, pasando por el sucio jardín que poseía restos del desastre que había hecho para llegar hasta ella.

Sus brazos la cargaban ahora, mostrándole cada objeto en la superficie para distraerla.

-Has hecho trampa, preciosa-Dió una larga calada a su cigarro, mirándome fijamente a los ojos.-Y es hora de pagar las consecuencias-Levantó las cejas en arrogancia para después acabar con la vida de ese magnífico ángel que debía proteger.

Pero, desperté.

Perdiendo el hilo de aquella pesadilla, preguntándome quién era el protagonista de cada horrible sueño que me poseía en las noches.

Muchas gracias a BLAHscribblegirl por el Banner, te quedó genial.

AgonyWhere stories live. Discover now