un

982 47 6
                                    

Sugerencia: escuchar la canción del multimedia y leer la nota al final.

Londres, 1990.

Su hermosura era inigualable, bailaba entre la multitud de cuerpos en el medio de la discoteca, tomándose del cuello de un pobre infeliz al cual únicamente le acariciaba para saciar su sed aquella noche, en llamas del mes de Julio.

Era toda una tentación, con esa larga melena pelirroja y esos hipnotizantes ojos color esmeralda podía hacer caer el mundo a sus pies, más no lo hacía ya que me tenía perfectamente amaestrado. Había terminado en las redes de esa bonita ninfa virginal que tomaba todo el elixir viviente de mi cuerpo cada día, al llegar la hora en la que el demonio sale de su escondite.

Era algo tóxico, sabía perfectamente que no podía seguir viviendo de tal manera, que en cualquier momento moriría a manos de ella, sin embargo no me importaba, quería ser suyo, que el peligro me hiciera desear más de mi chica, mi dulce Alyssa, la dueña de mi alma. Quería yo me perdiera en mi propia mente con cada sensación que ella provocaba en mí, morir por su amor.

Estaba perdido en su luz.

—Debes dejarla ir—Lenox decía en mi oído, mientras que palmeaba mi espalda, desde lo más alto del balcón podía oler arrepentimiento de su perfume, aquél hipnotizante aroma que vivía día y noche en mi cabeza.—No es buena para ti, Damian—Cada fundida palabra rondaba por mis memorias ¿qué sabía aquél pobre diablo de lo que era bueno para ésta alma enamorada? Lenox no era más que un desdichado hijo de satán, lo habían salvado de su miseria entre las décadas pasadas cuando su cuerpo yacía abandonado por los pretenciosos soldados alemanes quienes juraban eterna amistad ha ese pobre tonto, del cuál tomarían su vida.

—No soy un cobarde como tú—Aspiré la poca nicotina que quedaba entre mis manos impotentes, mis nudillos estaban blancos de la presión y en mi garganta ardía la verdad de mis actos. Deseaba llegar a ella, tomarla como cada noche en nuestra habitación y satisfacerla en todos los sentidos pero no podía, porque se iría nuevamente. Habían pasado tres años de tragedia en mi vida, de su desvanecida ausencia, de mi muerte en vida y no podía perderla una vez más, no si le había dado todo, todo lo que una vez pensé haber destruido.—La amo—Titubeé, sintiendo la misma presión en mi pecho que volvía por las noches, cuando Alyssa gritaba en los jardines, llorándole a la luna poder continuar en pie. Algo no andaba bien ella, su espíritu había cambiado, no era la misma inocente muchacha del viejo pueblo de Dontricale, esa que repartía los diarios y sonrojaba con tan sólo pronunciar el bien de su nombre, los años no pasaban por su rostro, pero sí por su alma, esa cansada balada que retornaba a su pasado. Sin embargo la amaba, la amaba, la amaba. Ellos tenían razón sobre todo al respecto de ella, pero cuando Alyssa estaba a mi lado, me sentía en mi verdadero hogar, como un crío flechado en sus años de infancia, ella era mi amante, mi ángel, mi vida entera.

—¡Pero mira lo que te ha hecho! ¡Es ese estúpido hechizo que ha puesto en ti! ¡Tú no sabes lo que es el amor!—Su infragante voz martillaba mi coraje como un golpe en mis inferiores, no quería escuchar más esa mierda que nadie, nadie más que yo, entendía.—¡Con un demonio Damian! Tienes que dejarla de una vez por todas, eres sólo su alfil, ella te maneja a su antojo ¡Mira lo que haz hecho por ella!—Los relámpagos de la noche anterior cegaban mis pupilas, la sangre derramada por mis manos, la risa de mi amada tomando los restos de esos mismos insolentes que buscaban deshacerse de ella.

Cuatro semanas antes, pensé que yo debería pensar un poco más, que no debía seguir llevándome la vida de otros por decisión de Alyssa pero no podía detenerme, deseaba más y más.
Estaba jodido de la cabeza, y mi mente se está convirtiendo en un completo demente, pero no me importaba.

—Todo vuelve ¿lo sabes?—Apretó mi hombro para después desaparecer entre la multitud de cuerpos excitados en la discoteca, dejando un enigma entre todo lo que pensaba. Pero no sin más escuchar aquél ensordecedor grito en el centro de la pista, era dolor, puro miedo a lo desconocido, ya esperado.

Mi espalda dio un respingo, el frío se apoderó de mis huesos y la soledad golpeó a mi alma, todos corrían asustados mientras que yo no podía ni moverme, mis ojos ardían, mi corazón pesaba, pero no podía hacer nada, no más de lo que ya había hecho, mis manos temblaban llenas de plasma oscuro y mi boca entre abierta gritaba en silencio. La luz volvía a mis ojos, mostrándose en una pintura de Van Gogh, los estrellados cristales regados por los cuadros del piso reluciente, las luces neón centrándose en mi creación, un baño de sangre por todo el lugar, dejando en el punto cumbre el delicado cuerpo de Alyssa, que tan hermosa yacía sin vida, el verde de sus ojos se había apagado, sus labios no tenían más ese carmín y la maldad no habitaba más en su cuerpo, no, no en ella, sino en mí.

Había asesinado lo único que quería en la vida, mi única razón de existir, todo eso que juraba cuidar, lo había destruido de la manera más ruin posible, tomándola del cuello para así besarla, robándole el último aliento de vida que tenía, probando cada engaño, cada mentira, cada caricia, cada parte de mi preciosa mujer, de mi divina contra parte.

Había asesinado a mi verdadero amor y se sentía tan jodidamente bien.

Holaaaa.
Bueno, muchas personas me estuvieron escribiendo para que la siguiera y he aquí su tan esperado capítulo, espero os guste demasiado. Les pido una disculpa por mi ausencia pero tuve un bloqueo y por más que quería nada salía de ésta distraída cabeza ?)

Me gustaría saber sus opiniones sobre el capítulo de verdad me sirven de mucho, gracias por sus buenas vibras a la historia, las amoo.

Por cierto, tengo otras historias en mi perfil no sé si les quieran dar amoor, sería hermoso para mí, graaacias. ❤

A.💕

AgonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora