Capítulo 1

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El débil susurro del viento se oía entre las hojas de los árboles. El sol de la estación sin hojas ya no se veía entre la fronda, en aquel atardecer tan apagado.

Sombra caminaba, aunque no sabía cómo lo hacía. Había dejado de sentir sus patas hace largo rato. El sueño la invadía, hacía más de un día y medio que no dormía. Y comer no era fácil. Ella era una cachorra y, aunque sabía hacerlo, no era cosa de segundos hallar comida. Estaba tan cansada que ya no escuchaba ni sus propios pasos, y la estación sin hojas no facilitaba aquel trabajo. Entonces, Sombra se sobresaltó con el sonido de un gorrión en las ramas de un árbol. Pegó un saltito pequeño, ya que no le quedaban fuerzas. Luego continuó la marcha.

Sombra volvió a asustarse, pero esta vez fue real. Un gruñido a sus espaldas le hizo pegar un brinco y girarse bruscamente - lo más rápido que pudo - y logró ver a un gato gris, con el pelo enmarañado, que le bufó, agresivamente. El gato se abalanzó contra ella y esta lo esquivó, la primera vez. Luego la inmovilizó y ella, muda del terror, no pudo más que sentir que quedarse quieta, paralizada. Pero vió una oportunidad de escape. Su tamaño le permitía salir rodando por el costado del cuerpo que estaba encima de ella. Y eso hizo. En un rápido giro, cuando el gato estaba por arañarla, logró salir de debajo suyo e incorporarse. Sin embargo, cuando la gata estaba empezando a correr, el gato le dió un fuerte manotazo con las uñas desenvainadas en el omóplato. La gata chilló, sin dejar de correr.

No supo cuanto tiempo corrió. Lo hizo hasta que creyó estar bien lejos de su persecutor. Se encontraba mucho más agotada que antes. No quería dormirse por miedo a que la atacaran durante su sueño. Caminó unos minutos más. La herida le sangraba, sus patas ya no la sostenían. Sintió que iba a caer desmayada, y así fue. Sintió como su pelaje negro chocaba contra la nieve, que ya estaba empezando a ser más fina. El deshielo estaba llegando.

● ● ●

Despertó. Se sentía renovada tras aquel sueño, pero eso no impidió que se sobresaltara. Se dió cuenta de que ya no estaba tendida sobre la fría nieve, sino en un cálido lecho musgoso. Y ya no se encontraba en medio del oscuro bosque, mas bien en un claro. Captó el olor de distintas hierbas que creyó ver acumuladas en un sitio oscuro, una pequeña gruta.

No sabía donde estaba, ni cuanto tiempo había pasado desde la persecución.Sintió olor a gato, una hembra. Se giró hacia el sitio de donde provenía el olor, donde vió un pequeño tunel. Luego una gata gris de ojos azules emergió de este, y se giró bruscamente al oír a la gatita chillar asustada.

-Despertaste- maulló con dulzura -creí que tal vez morirías-.

La gata de ojos azules se el acercó y la pequeña pego un brinco hacia atrás, bufando. Entonces sintió un dolor en su herida y cayó al suelo. Al girarse para ver si sangraba, la sorprendió ver que estaba cubierta con telarañas y la hemorragia se había detenido. -Yo hice eso- dijo la gata gris- te encontré desmayada en el bosque, ayer al atardecer-.

- ¿Ayer..?- preguntó Sombra, aún desconfiada. Eso significaba que había dormido toda la noche, pues los rayos de luz se filtraban por el túnel. -¿Cómo se que no vas a dañarme?-.

La gata la miró a los ojos y dijo - ¿por qué razón yo querría dañarte? - Hizo una pausa y dijo - aunque supongo que quien provocó esa herida no se hizo la misma pregunta. Juro por el clan estelar que puedes confiar en mí. Mi nombre es pedregosa, y soy la curandera del clan del trueno.-inclinó la cabeza y luego la miró dulcemente-.

Sombra relajó los músculos. Algo en esa gata le transmitía la suficiente confianza como para creer que no la atacaría. Algo resonaba en su cabeza. Hacía tanto que no sabía de alguien que creyera en el clan estelar... y por otra parte, le causaba curiosidad estar en la base del clan del trueno. Ella sabía que había cuatro clanes. Del río, del trueno, de la sombra y del viento-¿Estamos en su base?- le preguntó a pedregosa, ahora más confiada.

-Estamos en el campamento del clan del trueno- le dijo mirándola a los ojos - ¿quieres comer algo de mi pieza?-le señaló un campanol bastante escuálido, pero a Sombra le rugía el estómago.

-¡Sí!- se acercó al campañol y tomó un par de bocados. No quería quitarle toda su comida a la gata gris. Acabó de masticar y dijo -¡Gracias!-

La gata gris se dirigió a ella con una mirada y maulló-mira pequeña... yo no puedo dejarte ir. Al menos no hasta que tu herida sane-.

Sombra la miró y vaciló. ¿Estar rodeada de gatos desconocidos, en un sitio desconocido? No estaba segura, pero la mirada dulce de la gata la convenció -sí-Dijo-me quedaré un poco-.

-Perfecto- dijo pedregosa- la lugarteniente me dijo que vendría a verte cuando volviera de patrullar-.

Días sombríos #1/ Lealtad / Los gatos guerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora