Cuatro

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Sin dejar pasar un segundo más, Jungkook me regala una sonrisa, la cual no tardo nada en corresponder

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Sin dejar pasar un segundo más, Jungkook me regala una sonrisa, la cual no tardo nada en corresponder. Nuestros dedos siguen entrelazados, por lo que no existe necesidad alguna de demorarnos en sujetar nuestras manos para empezar a correr. 

Era como una escena de ensueño, como un déjà vu que había sido condenado a permanecer en la profundidad de mis pensamientos por la eternidad de los siglos, en una secuencia de memorias distorsionadas que vagaban con escases por mi mente. Sin embargo, aquí y ahora, esos recuerdos finalmente habían evolucionado, convirtiéndose en una clara imagen de lo que es mi felicidad. 

O por lo menos eso fue lo que llegó a mi mente, en el momento en el que la risa de Jungkook hizo presencia en mis oídos, al burlarse de unos de los guardias del supermercado, el cual nos persiguió por unos segundos con su arma en mano luego de gritarnos que era prohibido correr en los pasillos, para después detenerse y dar media vuelta hacia la sala de descanso cuando su jefe dejó de verlo. 

— ¡Espera! — Volteo en su dirección al escuchar su petición, expectante por sus palabras. — ¡Olvidé comprar las compresas! Justo a eso venía... — Su mirada se dirige al cielo, como si buscase una señal en las estrellas que le indicase qué hacer. — Debo volver. No importa si en el camino he de reencontrarme con la bestia poseída por los pecados de la pereza y la gula. Le hice una promesa a mi baterista y no permitiré que muera desangrada en el campo de batalla sin una armadura que cubra su talón de Aquiles.

— Haré como que entendí. — Respondo, sin saber a qué novela de fantasía épica pertenece la escena que acaba de narrar. — Siempre llevo un kit de higiene femenina conmigo, ¡yo le daré las compresas a quien sea que lo necesite!

— Agradezco tu linda intención. Eres un sol, Yun Hyori. — Un tono rojizo se apodera de mi rostro a causa de sus halagos. — Sin embargo, dudo que nos puedan ser de ayuda en este preciso momento. Olvidé preguntar por detalles y existe la posibilidad de mi baterista y tú no compartan talla.

— ¿De qué rayos estás hablando ahora? 

— Quiero decir, ¿cuál es tu talla de...? 

— ¡NO TE ATREVAS A PREGUNTAR ESO, JEON JUNGKOOK! — Lo detengo de inmediato al comprender a qué intentaba referirse. — Las compresas no se compran por talla, imbécil. Realmente necesito educarte con respecto al tema de las mujeres.

— ¡Hey! — Se queja cuando mi puño golpea su hombro. — ¡La única chica que me interesa, eres tú! No necesito saber nada acerca de las demás. 

— No sé si debería sentirme privilegiada o si debería golpearte una vez más.

Jungkook está por responder a mi duda, pero se ve interrumpido cuando una voz lejana a nuestro entorno nos saca de la pequeña burbuja que habíamos creado a unos metros de la caja registradora. 

— ¡Hyori! — Grita Hoseok mientras se acerca trotando. — ¡Te he hecho como mil llamadas! ¿Acaso olvidaste tu teléfono en el auto? — Sin poder evitarlo, empujo a Jungkook hacia uno de los pasillos cercanos, tal y como si fuese un delito el hecho de que alguien nos vea juntos. — Me pareció haberte visto con alguien. 

¿Me recomiendas unas compresas? | Jeon Jungkook |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora