43

3 0 0
                                    

Siento un hueco.

Ya no es un simple dolor en el pecho, esto ya se ha transformado, ya no duele, ya quema.

Ya me arde la piel que está en las raras esquinas de ese agujero...

Puedo ver a mi corazón latir frente al espejo, guardado por mis costillas, custodiando aquel trozo de carne tan importante.

Estoy tan asustado y tan en paz al mismo tiempo porque raro no lo encuentro, lo llevo sintiendo siempre, otra cosa es que ahora sí está ahí.

La sangre ya no cae en simples tiras de rojo, vino, carmín o tonalidad roja que se pueda pasar por tu cerebro.

No, ahora estoy tan empapado en esto que podría ducharme si no me diera repulsión la idea del líquido en mis genitales.

La soledad ha venido por mí y yo me entrego a ella, somos el uno para el otro.

Los jadeos y suspiros de ligera sorpresa que saco al querer tantear hacia adentro de mí manchando cada parte de mis manos que esté manoseando son casi audibles al exterior, pero nadie vendrá por mí porque el abandono silencio la casa.

Y mi vida a su paso....

No me voy a mover, la silla está aquí por algo, contemplaré con total paz mi gran descenso.

Mi purificante despedida.

No hay mejor sensación que no deberle la vida a quien se cruza, porque te dejaron antes de pensar en ellos, dándote cuenta de que vives para ti y por ti, viviendo lo que debes vivir.

Textos  Where stories live. Discover now