죄인 | En ti veo mis deseos más prohibidos y una manera de hacerlos realidad.
YoonGi Marconi: poderoso, dominante y muy acostumbrado a obtener lo que él quiere. Derrotar al rival de negocios de tu padre debería ser fácil. Para una persona tan despiad...
— Éstas acaban de llegar. Debes tener un admirador secreto —Holly entra a mi oficina, llevando en brazos un ramo de rosas rojas.
— ¿Hay una nota?
— Sí, pero no tiene remitente. Qué misterioso. Y eso no es todo —ella pone las flores en un jarrón de vidrio y deja una caja bellamente envuelta en mi escritorio—. ¿Entonces? ¿No vas a abrirla?
— ¿No tienes que recoger tu escritorio? Es tu último día, ¿no?
— Bueno, bueno. Puedo captar la indirecta —ella suspira, mirando con curiosidad sobre su hombro mientras se va.
Encuentro la carta entre las rosas. Mi nombre está escrito con una caligrafía perfecta.
"Me voy a Londres hoy, mi oferta sigue en pie. —YoonGi". "P.D. Las flores son para tu secretaria. Trata de no tirarlas".
Él recuerda lo que pasó en el banquete. Está coqueteando.
Me gana la curiosidad y abro con cuidado la caja de regalo... La seda roja se acumula sobre mis manos mientras saco la delicada bufanda de la caja. Se siente suave y costosa.
¿Por qué enviaría esto?
Otra pequeña nota cae de entre los pliegues de la bufanda.
"Me dijiste una vez que el rojo es el color más atractivo". "Esta bufanda se verá hermosa contra tu piel desnuda".
Espontáneamente, una imagen surge en mi mente. Estoy desnudo sobre mantas suaves con la bufanda roja enrollada alrededor de mis muñecas...
¿Qué estoy haciendo?
Dejo caer la bufanda en su caja como si me hubiera quemado... Y luego mis labios se curvan en una sonrisa mientras una idea surge en mi cabeza.
Siempre guardo un cambio de ropa en mi oficina en caso de que me quede trabajando hasta tarde en la noche. Busco rápidamente en el cajón y encuentro exactamente lo que estoy buscando.
Unas pantis sexys rojas.
Me encantaría ver su cara cuando abra este regalo.
Envuelvo las pantis en papel de seda y las guardo en una caja elegante. Me detengo antes de escribir la nota golpeando el bolígrafo contra mis labios.
"Tienes razón. Me veo sexy usando rojo". "Es una pena que no estés aquí para ver lo bien que me veo con la bufanda". "Quería enviarte algo también. Imagínate que lo uso para ti".
Firmo con mi nombre y deslizo la nota en la caja, sonriendo con satisfacción.
Se lo enviaré a su hotel en una hora. Le dará algo en lo que pensar durante su vuelo.
Mientras observo el ramo en mi escritorio, mi último plan —y el mejor— toma forma.
Londres, ¿eh? Puedo ir a Londres.
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