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—Y pues así Miko me rechazó, el muy arrogante se fue con Jong-

Hyein dejó su relato a medio terminar ya que notó que Danielle no le prestaba ni la más mínima atención. Rodó los ojos con fastidio y dirigió su mirada hacia donde su amiga miraba perfectamente.

—¡Ah! ¿Es en serio, Dani? —intentó no exasperarse—. Ya son tres días que no dejas de ver como idiota a la chica nueva de tu facultad.

La pelinegra pareció no escuchar, pues sus orbes estaban analizando cada dulce detalle de las facciones de Haerin. Las clases ese día habían culminado y la castaña estaba conversando animadamente con Hanni fuera del establecimiento. Vio a la perfección como aquellos ojos formaban curvadas líneas a la par que sus labios se separaban y se denotaban sus blancos colmillos.

Mierda. Su sonrisa es preciosa.

—¡Danielle! —el grito de Hyein fue suficiente para sacarla de su estado de trance.

—¿Por qué me gritas? —frunció el entrecejo.

—No lo sé, será tal vez porque no me estás escuchando y te la pasas mirando todo el tiempo a la chica de anteojos —replicó con puro sarcasmo—. ¿Qué no querías pasar tiempo con tu mejor amiga?

—¿Yo, mirarla? Tss por favor, Hyein, eso no es cierto.

La surcoreana rodó los ojos.

—Sí, claro y yo soy muy buena en Química —suspiró—. Por Dios, hace tres días que la miras como si va a desaparecer. ¿Acaso te gusta?

—¿Gustarme? —bufó indignada. ¿Por qué estaban creyendo eso?—. Estás delirando. No, no. No puede gustarme.

—¿Por qué no? —Lee decidió desafiarla, ver la mirada titubeante y sus manos nerviosas le estaban dando una idea de todo aquello—. Ahora que la veo... es muy linda.

—Simplemente no —decretó tratando de verse segura.

—Es una pena por ti entonces. Yo veré qué consigo al acercarme.

—¿Qué? ¿De qué hablas? ¡Espera, Hyein! ¡No! —gritó tratando de no ponerse nerviosa al ver como su querida mejor amiga estaba acercándose a Haerin y Hanni.

—Hey, hola... Pham. ¿No es así?

La vietnamita la reconoció al instante. Era la mejor amiga de Danielle y pues claro que otra chica más en la lista de las populares.

—Uh, sí —contestó un tanto insegura.

—Un gusto, yo soy Lee Hyein —extendió su mano a modo de presentación y Hanni le correspondió segundos después.

La menor de todas fingió ignorancia al ver a la de anteojos, la razón por la cual su mejor amiga andaba medio descolócala esos días.

—Oh. ¿Tú eres la nueva estudiante de la facultad de Administración?

—Sí —respondió seco y cortante.

—¿Cuál es tu nombre? —inquirió tratando de ser amable.

Danielle decidió acercarse justo en ese instante, su mirada fue a parar hacia la de ojos gatunos.

—Kang Haerin.

—Un gusto, Haerin. De seguro ya has escuchado mi nombre —abrió nuevamente su mano mostrando la palma y fue correspondido de igual forma—. Y de seguro que ya la conoces a ella también —habló indicando a Danielle, quien se arrepintió por haber ido tras Hyein.

—Eh, sí, es amiga de Hanni —asintió levemente y Danielle volvió a perderse al verla con detención.

—Wow. ¡Entonces todo es mejor! —dijo con altos ánimos—. De alguna u otra manera nos relacionamos por nuestras amistades.

—Al parecer sí, tienes razón —habló esta vez Hanni sintiéndose más relajada. Aunque lo que sí le preocupaba era la rara actitud de Danielle desde hace días.

—Bueno, tal vez parezca atrevido o cualquier cosa parecida, pero me encantaría que saliéramos las cuatro este sábado. ¿Qué les parece?

—¿Salir todas? —Hyein asintió efusivamente—. Yo, creo... Uh, suena bien, pero no lo sé. Apenas tengo una semana de estar en Seúl, no sé si sea prudente —comentó Kang en voz baja.

—¿No eres de aquí?

—Nop, soy de Daegu.

—¡No puede ser! Yo también nací allí —agudizó su voz—. Pero Haerin, claro que es una buena idea. Nosotras podemos llevarte a conocer los lugares más concurridos y estupendos por aquí.

—No quiero interferir, pero puedes pensarlo si gustas. Será divertido —habló la más baja del grupo, para luego sonreírle, animándola.

—De acuerdo, me apunto.

—¡Bien! ¡Gracias a ambas! —sonrió ampliamente—. No van ha arrepentirse. ¿Cierto Danielle?

—¿Uh? Sí, sí.

—¿Marsh, te encuentras bien? —cuestionó Hanni dudosa mientras Hyein sonreía con total burla.

La mencionada movió su cabeza un par de veces. Otra vez no escuchó para nada la conversación frente a ella.

—Tal vez sería bueno que vaya a una clínica. Aunque ahora ya no tiene fiebre —dijo Haerin observándola atentamente, con inocencia.

—¿Tú crees? —cuestionó Hyein con una gran sonrisa—. ¿Será que está enferma?

—Y luego me niega de lo que yo sí estoy segura —Hanni rodó los ojos.

Haerin se acercó hasta estar al frente de la más alta, llevó su delgada mano a su mejilla, para luego colocarla sobre su frente.

—Confirmado, no tienes fiebre —habló tan suave y acompasada que Danielle sintió algo extraño en su abdomen, como las estúpidas y feas mariposas de las que narraba su madre en los cuentos cursis, llenos de paz y amor tipo hippies.

Danielle hizo contacto visual con la niña, mas luego, casi al instante, desvío su mirada con total rapidez. La cercanía la estaba matando lentamente, la ponía ansiosa y ni siquiera sabía porqué. El rostro de la castaña se veía mucho mejor estando a unos centímetros de distancia.

Sintió que pudo volver a respirar cuando se alejó de ella y se acomodó al lado de Hyein.

—Ahora parece que sí tiene fiebre —Hyein comentó con ironía.

Danielle quiso golpearse fuertemente con un ladrillo en la cabeza. Sus mejillas estaban levemente calientes y las tres chicas la miraban con atención, un par con más burla que la otra.

Tonta, tonta. Danielle Marsh, esa chica te está convirtiendo en una tonta, se reprochó mentalmente.

 Danielle Marsh, esa chica te está convirtiendo en una tonta, se reprochó mentalmente

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