II

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Me desperté a las 6:00 de la mañana por los incesantes quejidos de Winky.

–Por fin se despierta, ama. Sus padres la esperan en el salón.

Sin decir más abandonó rápidamente la habitación.

Dejé salir el aire fuertemente. No me creía qué volvería a Hogwarts después de un año.

Me vestí perezosamente y bajé a la sala.

–Madre, padre.

Saludé. Ambos estaban bien vestidos preparados para llegar a la plataforma 9¾ donde se agolpaban toda la muchedumbre de magos, brujas y... sangre sucias.

Cogimos las escobas y volamos directamente hacia la estación.

–Os echaré en falta.

Pronuncié una vez que habíamos atravesado el muro. Ya casi había olvidado como era todo. Pero nada había cambiado. Todo seguía igual. El tren esperando, las familias despidiéndose de sus hijos con lágrimas, estrés y admiración... En fin todo un caos.

–¿Tienes todo?– Preguntó mi padre evadiendo lo que había dicho.
–Si, padre.–
–Nosotros también lo haremos.– Dijo mi madre depositando un suave Beso en mi cabeza. –Estaré bien– agregó.

En mi familia nunca habíamos sido muy cariñosos sin embargo no pude evitar abrazarla fuertemente.

–Os escribiré.– Concluí mientras subía al tren con un gran nudo en mi garganta.

Me asomé por una de las ventanas para saludarlos finalmente, pero ya no estaban.

Me sentí mal por eso. Realmente no sabía si ellos me querían o no.

Aparté esas ideas de mi cabeza y me dispuse a buscar un compartimento vacío, sin embargo no había ninguno. Así que empecé a buscar algunos en los que estuvieran personas de mi misma casa. Aunque no tenía ganas de confraternizar tenía que encontrar algún sitio donde sentarme.

¡Bien! Encontré uno, en el se encontraba Blaise Zabini. Al entrar su mirada se posó en mi con perplejidad.
Hacia tiempo que no me veían.

–Vaya, vaya, vaya, pero que ven mis ojos. Nada más y nada menos que la mismísima _____.

Blaise y yo no éramos muy amigos, aunque sí que habíamos intercambiado alguna que otra palabra a lo largo de los tres años.

–¿Que quieres Zabini?– Pregunté un poco más borde de lo que me gustaría, no podía evitarlo. Aún está situación me sobrepasaba.

–Saludar, a pasado mucho tiempo desde que nos vimos por última vez.

–Ya lo has hecho, ahora déjame. Lo miré un momento y luego agaché la cabeza, adentrándome en mis oscuros pensamientos.

Su mirada era seria arrugó el entrecejo pero cuando iba a hablar fue interrumpido.

–¿Quién es esta, Zabini?– Ni si quiera alcé la cabeza, ahora mismo no quería hablar.
–Es la mismísima ____ Koch.– Fanfarroneó.

El nuevo integrante chascó la lengua incrédulo y entró. –Si claro, ¿esa no estaba muerta? –

Alcé la cabeza y por fin vi con quién tenía el placer de hablar.

–Pues no, estoy aquí vivita y coleando, Malfoy.– escupí entre dientes.

Su mirada mostró asombro. Se sentó frente a mi continuó hablando.

–Vaya, veo que resurgiste entre tus cenizas.– dijo burlón. Sin embargo no me iba a quedar atrás. –Vaya, veo que sigues siendo la misma cucaracha ignorante.–

Su cara se enfureció, había ganado. Abrí uno de mis libros de Bathilda Bagshot hasta que el volvió a hablar.

–La maldición de tu madre fue tenerte.

Esa oración bastó para sacar mi lado más desquiciado.

Tiré el libro al suelo y me levanté rápidamente. Su mirada era de burla y desafiante.

–¡TU ASQUEROSO HIJO DE PUTA!– Grité acercándome peligrosamente hacía el su expresión cambió a miedo. Lo agarré del cuello mientras lo estampaba contra la pared del vagón.– Vuelve a pronunciar algo más sobre mi madre y te juro que estás muerto.– Mi agarre se intensificaba, no me podía controlar, cada vez lo apretaba con más fuerza. Sus ojos grises se clavaron en los míos con terror suplicando que lo suelte. Zabini observaba la escena con expectación, de un momento a otro volví en sí y lo solté bruscamente. Recogí mis cosas y salí del vagón escuchando maldiciones e insultos por parete de Malfoy y un mítico "¡Mi padre se enterará sobre esto!"

Me dirigí al baño y pasé todo el trayecto allí metida.

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Al llegar un gran banquete nos recibió. Sin embargo un millón de miradas inquietas se posaron sobre mi, las voces susurraban y me miraban con recelo.

Estoy harta.

Salí del gran comedor bajo la atenta mirada de todos y me dirigí a la sala común.

Doble algunas esquinas y tras dar un par de vueltas perdida conseguí llegar hasta las mazmorras.

"Salazar Slytherin" Dije una vez frente la puerta.

–Contraseña incorrecta.–  Joder.

Rasqué mi cabeza.

–¿Necesitas ayuda?– No tenía ni que darme la vuelta para saber que la voz irritante que me hablaba era la de el.

–No vengas a joder, Malfoy. ¿Por qué han cambiado la contraseña?–
–Cambia cada año ¿recuerdas?– Tenía razón, lo había olvidado.

Puse una cara de fastidio odia que el tuviera razón.

–¿Cuál es?– Pregunté rápidamente, para terminar lo antes posible.

El me miró fijamente.

–¿A qué cojones esperas?– Me desesperé.

El se acercó hacia mí lentamente. –Eres muy mal hablada, ¿Sabes?–

–Y tu eres un capullo.– Su semblante cambió cada vez estaba más enfadado.

–Sabe qué ya me tienes harto, todo el día tocando las narices, acabas de llegar y ya estás así– Habló enfadado agarrándome los brazos.– ¡A mí nadie me falta el respeto!– su agarre dolía, estaba segura que las marcas de sus manos estarían presentes en mi piel una vez que me soltará. Arrugué un poco la cara por el dolor, realmente me estaba haciendo daño y pareció notarlo ya que paró inmediatamente. Sus ojos se dirigieron hacia donde sus manos estaban, yo hice lo mismo y efectivamente tenía la marca de sus dedos allí, y no tardaría en salirme un moretón.

Miré a Malfoy con asco y el intento hablar.

–Yo...– lo interrumpí. –Solo di la contraseña.– pedí bajando las mangas de la túnica para que esas marcas no sea visibles. El asintió y se dirigió a la gran puerta.

–Sangre pura.– Típico de los Slytherins.
Lo miré una vez antes de escabullirme a mi habitación.

Había sido un día agotador, mañana sería peor. Ni siquiera esperé a que llegaran las compañeras de mi habitación y me dormí.


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La Corona De Slytherin  Draco Y Tnحيث تعيش القصص. اكتشف الآن