CAPITULO 20 ¿QUÉ DIABLOS?

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EVANGELINA

Uno delicioso aroma invadió mis fosas nasales. Me removí en la cama ¿De dónde provenía ese delicioso olor? Poco a poco fui abriendo mis ojos. La luz de la mañana golpeo mis ojos. Aún seguía desnuda ¿En qué momento me quedé dormida? Llevé dos de mis dedos a la cien, fragmentos de la noche anterior se vinieron a mi cabeza. Tambien recordé la pesadilla. Hace tiempo que había dejado de tenerlas, desde que me fui de casa y me alejé de mi padre ¿Por qué volvían ahora? ¿Era una simple pesadilla o algo más? recuerdo que había parte de mi infancia que había borrado por completo, era un lienzo en blanco, mi madre me había dicho que eso solía suceder, así que simplemente le creí, pero cada vez que las tenía era como si las viviera, no parecían pesadillas, parecían recuerdos. Sentí ruido en la cocina - ¿Qué diablos? ¿Se habrán metido los ladrones? – Me puse una bata que tenía en una silla cerca al escritorio de mi habitación, busqué algo con que defenderme, lo primero que vi fue un palo de golf - ¡Dios! ¿Todavía guardo esto? ¿Hace cuánto no juego esto? Desde que mi padre me sacó de las clases porque me follé al instructor a los 14 años – Moví la cabeza tenía que concentrarme.

Salí con mucha cautela, era buena peleando o eso creía, recuerdo que había tomado clases de defensa personal cuando tenía como 13 años, según mi papá tenía que saber defenderme, ya que el mundo era una selva de cemento. Puedo decir que no solo aprendí a defenderme. Bueno. En realidad, no terminé de aprender porque mi padre a los tres meses me sacó de aquella escuela ya que no precisamente iba a entrenar defensa personal, si no, defensa vaginal... - Una sonrisa se me dibujó en el rostro – Que buenos momentos, ese profesor lo hacía tan bien... ¿Qué será de su vida? Nunca más volví a saber de él, era como si la tierra se lo hubiera tragado. Que desperdicio. De hecho, nunca supe más de ningunos de los hombres con los que follaba, solo quedaba el padre de Agust.

Otro ruido en la cocina – Evangelina concéntrate - ¿Estará el ladrón rico? Porque si lo estaba, dejaría que tambien se aprovechara de mí, no podía venir y solo robar, tenía que hacer su trabajo completo. El aroma se hacía más fuerte, vaya ¿Estará cocinando? Que buen servicio, si roba, cocina y me folla le daré cinco estrellas.

¿Puedes concentrarte? No todo es sex* calenturienta.

¿Qué? ¿Cómo de que no?

¡No! No lo es...

Yo digo que sí, que te follen está en la lista de los cinco mejores placeres de la vida, después está comer y caga... eso está comprado por la científica Evangelina Li.

¡Basta!

Dejé de pelear con la voz de mi cabeza. ¡Vaya! Mi amiga la más esquizofrénica. Llegué a la entrada de la cocina, y mi boca se abrió que casi llega al piso, quedé como los caricaturas cuando se sorprenden. En mi cocina había un hombre solo en bóxer, con su torso desnudo, su piel blanca y tersa. La luz le daba ese toque de brillo, su hermoso trasero me invitaba a manosearlo, su espalda ancha estaba marcada por mis uñas, su cabello estaba revuelto. ¡Vaya era la mejor vista que podía tener una mujer en la mañana! La baba se me estaba cayendo. Me lo imaginé follandome en la mesa de la cocina, con esas enormes manos que me tocan y me llevan al cielo o a el infierno, o quizás a los dos. Con esos músculos que se tensaban con cada movimiento, esos dedos mágicos, y sí que eran mágicos. Esas piernas, que, aunque no eran tan musculosas estaban firmes porque el ejercicio hacia su efecto.

-Cuando dejes de follarme mentalmente puedes venir a desayunar – La voz tan masculina, tan sedosa, tan embriagadora me sacó de mis lujuriosos pensamientos. ¡Maldita sea! Uno no puede tener un mañanero mental porque arruinan el momento.

-No sabias que cocinabas – Le dije, caminando hacia la isla que estaba en mi apartamento. Como yo era rebelde, seguía follandomelo mentalmente. Al fin de cuentas era mi cabeza y mis pensamientos.

-Se hacer muchas cosas Evangeline... eso ya debes saberlo... ¿Terminaste de ver lo que estabas viendo? ¿Terminaste de follarme en tu cabeza? – Agust arrastró sus palabras y se giró para verme. Sus ojos brillaron con la luz del sol, tenían ese hermoso color miel, su rostro estaba perfecto aun cuando estaba recién levantado, su cabello, aunque estaba algo desordenado le daba ese toque salvaje, de chico malo. Vaya ¿Quién había diseñado tal obra maestra? Este hombre ¿Era descendiente de los dioses griegos? Su bóxer le ajustaba a la perfección, eso era demasiado para este cuerpecito. Si estaba así ¿Cómo me pedía que pensara? No se podía, yo solo pensaba en follarlo tantas veces como pudiera. Su sensualidad tenía que venir de la diosa Afrodita, y la masculinidad de Zeus. ¡Dios! Estoy a punto de un gran orgasmo y aun no me ha ni tocado. Yo creo que Eros tuvo participación a la hora de darle ese bulto entre las piernas. La blancura de su piel hacia el perfecto contraste con el oscuro de su cabello. Eso tenía que ser el demoniaco toque de Hades. El magnetismo que emanaba de él, su altura era perfecta, todos aquellos detalles se lo tenían que otorgar esos dioses, este hombre tenía que ser un semidiós - ¿Terminaste de ver?

Levanté la mano para que hiciera silencio - ¡No! Aun no, dame unas 3 horas más – Una sonrisa coqueta se me dibujó en el rostro.

-No tenemos ese tiempo – Puso los ojos en blanco – Ahora come, te llevaré a la empresa para que recojas tus cosas. Ya hice que una de las secretarias enviara tu carta de renuncia.

Yo lo miraba atónica. Este hombre a pesar de su edad le gustaba tener el control en todo, ahora entendía porque su padre creía que ya estaba listo para que tomara las riendas de la compañía – Claro amo, como tú digas – Dije de manera sarcástica.

Vi la chispa que se le formó en esos hermosos ojos color miel. Se llevó un pedazo de tocino a la boca y me dio una sonrisa - ¡Vaya! Tuve un orgasmo, se escucha delicioso cuando esa palabra sale de esa sucia boquita – Tomé aire, este hombre tenía la capacidad de hacer que mis bragas se mejoran con cosas tan triviales como esas – Esta noche hay una fiesta que organizó tú padre.

Eso sí, que me bajó cualquier calentura - ¿Qué fiesta? – Pregunté nerviosa, todo lo que se trataba de mi padre me daba nervios.

-Te va a presentar a los socios, así que debes ir elegante – Vi que dejó con suma tranquilidad el cubierto en su plato y caminó con una pereza hacia donde yo me encontraba. ¡Dios esto tenía que ser ilegal! Un hombre no se puede ver tan sexy y deseable solo por caminar. Se detuvo en frente de mí. Me tomó la barbilla con una de sus manos y me hizo mirarlo a los ojos – Ponte hermosa, pero no tan sensual, no quiero que ningún bastardo te mire, ni tenga pensamientos lujuriosos contigo – Me dio un casto beso en los labios – No podría controlarme, y eso podría ser un gran problema.

-¿Por qué sería un problema? – Le pregunté juguetona.

-Porque tendría que sacarles los ojos a todos ellos, y no quiero hacer un baño de sangre en tu presentación – Me dijo como si eso fuera normal – Ahora termina de comer y te espero en la ducha. Voy a darte ese mañanero que tanto has estado imaginando.

¡Dios! Ya estaba húmeda con solo escuchar esas palabras. Esté hombre tenía un efecto tan poderoso en mí que comenzaba asustarme. Era solo un mocoso, un mocoso de 22 años y yo una mujer de 26 ¿Qué diablo me pasa? 

DIARIO DE UNA NINFOMANA (REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora