Epílogo

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Se ha acostumbrado a su presencia en cada esquina de su vida que sin saberlo se ha vuelto adicto y el dolor le pega cuando se tiene que despegar de Duxo cada mañana para dejarle ir a trabajar.

Sigue siendo raro el pensar que en el camino es posible que alguien lo reconozca y ha pasado, en las pocas veces que salen de compras, a comer, citas, fiestas etcétera.

Si bien Diego se ha acostumbrado ya a ser reconocido por su cara más seguido y no actúa incómodo cada vez que le piden una foto, aun no se ha acostumbrado a ver como Duxo se aleja de él cada vez que le piden una foto y la persona le dice que no es necesario que lo haga, pues quiere una foto con los dos.

Es algo con lo que tendrá que vivir por toda su vida.

Toda su vida.

Tampoco es como si pudiera poner una cláusula en su contrato de que esta prohibido ese tipo de cosas, pues no es algo que tenga que ver directamente con el matrimonio.

Ha firmado y no hay vuelta atrás (tampoco es como si quisiera dar un solo paso atrás). Ha firmado su acta de matrimonio y el mundo se ha enterado por dos simples tweets de los dos.

Están casados.

Y Diego no puede creer que es real, qué tiene su hogar junto con Duxo, qué tiene una comunidad maravillosa, qué tiene la carrera de sus sueños, de que Duxo también tiene sus carreras de ensueño, qué finalmente no tienen que correr y sobrevivir, qué no necesitan la aprobación de nadie, qué simplemente puede existir y ser feliz sin preguntarse por el mañana.

Por que no hay duda, no hay inseguridad, no hay nada negativo cuando tiene todo lo que podría soñar su yo de quince años.

Solo se deja caer en el sofá, en su mano una copa de vino (regalo de bodas de Soaring qué resultó siendo cinco botellas de vino y sus respectivas copas, decoradas con flores y detalles dorados. Sigue pensando que se gasto todo el salario de un año en todo eso), en la otra un bowl con papitas picosas y su laptop en la mesita de la sala.

El cuadro enfrente de él le distrae y no es por nada. Es el cuadro, la fotografía.

Debajo, aparece la fecha y probablemte el día más feliz de su vida: 3 de Agosto de 2023. El día de su boda. Sabe que fue hace poco más de un mes, pero le sigue causando los mismos nerviosa el ver el cuadro en su sala de estar, grande, magnífico, precioso.

Anunciando a cualquiera que pase cerca qué son esposos. Su estómago da un vuelco cuando ve cuidadosamente los detalles de este, el como los nudillos del pelinegro parecen blancos de la fuerza que les aplica para no parecer más nervioso de lo que esta, el como su cabello esta arreglado como nunca y los notorios sonrojos de los dos.

La sesion de fotos de su boda no fue tratando de sacar solo esa foto en especifico, pero las más espontáneas, divertidas y las que los mostraban a ellos siendo ellos están enmarcadas y esparcidas por su habitación, mesitas de café y una, la favorita de Diego, en su escritorio. Escondida a un lado de la cámara.

La favorita de Duxo, en cambio, era una pintura que se había hecho en vivo en la fiesta, y era de su primer beso como esposos. Era la cabecera de su cama, era lo primero que se encontraban cada vez que despertaban y se iban a dormir.

En el balcón, al lado de las pocas plantas que Duxo conservaba vivas, el ramo del pelinegro, prensado en un marco.

A su lado, en la cocina, no hay nada más que cajas y cajas en la barra con sus respectivos regalos de bodas, tales como las copas y el vino de Soarinng.

Mantén el microfono apagado // DuxinoWhere stories live. Discover now