Capítulo 19 : Un cierto casino

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Bendy salió de su novela para escuchar el extraño ruido de tos. Hizo contacto visual con un anciano con bigote durante una fracción de segundo antes de que el hombre volviera a enterrar su rostro en su papel. Bendy levantó una ceja, pero se encogió de hombros antes de volver a su libro. Félix acababa de entrar en la cueva. El explorador había descubierto la trampa de fuego mortal cuando...

El movimiento por el rabillo del ojo de Bendy lo hizo mirar hacia arriba de nuevo. El hombre sudaba y movía nerviosamente la pierna. Bendy parpadeó y trató de concentrarse en su libro.

Había descubierto la trampa de fuego mortal cuando el movimiento de la piedra y la caída de polvo hicieron que el gato mirara hacia arriba. Pequeños portales del tamaño de su puño se abrieron lentamente desde arriba y desde los lados. Sin esperar a ver qué vendría, el explorador corrió por la habitación. Escuchó algo pequeño caer detrás de él. Félix se arriesgó a mirar por encima del hombro y vio cientos de hormigas llamas rojas gigantes que se deslizaban por el suelo, las paredes y el techo hacia él. El gran explorador alcanzó su bolsa de confianza y—.

-Querida, voy a ir a ver si hay un vagon de descanso. ¿Te importaría unirte a mí?- El hombre había dejado su periódico y se inclinó hacia la mujer. Bendy apretó los dientes.

-¡No gracias! Tú eres el que quería viajar barato y que no te trajeran esas cosas. Ahora, tienes que ir a buscarlo tú mismo. Lo decidiste tú mismo sin pensar en lo que yo quería, así que puedes ir a buscarlo tú mismo- siseó con acidez. Bendy reprimió un suspiro. ¿Por qué tenía que ser en una buena parte?

-¿Por favor querida?- el hombre parecía rogar. Él tomó su mano. -Prefiero tener algo importante que discutir contigo en privado-.

-Esta será probablemente la mayor privacidad que puedas tener aquí. El salón será mucho peor- argumentó. El hombre les dio a él ya Boris una rápida mirada. Bendy se lo habría perdido si todavía estuviera en su libro.

-Aquí no, querida, por favor.- El hombre levantó el papel doblado con la otra mano. -Es bastante importante-. A Bendy no le gustó la mirada que el chico le había dado a él ya su hermano. Bendy bajó un poco su libro para ver al lobo dormitando cómodamente frente a él. Tenía una pequeña sonrisa en su boca, probablemente de un sueño placentero.

No fue así como el hombre había actuado durante todo el viaje. ¿Qué había cambiado de repente? Bendy volvió a levantar su libro y fingió leer. Observó al hombre por el rabillo del ojo. Estaba pálido y definitivamente había sudor brillando en su cabeza calva a la luz del sol. Su bigote temblaba de vez en cuando mientras trataba de convencer a su esposa de que se fuera con él. También tenía un control mortal sobre el papel.

-¡Bien bien! Vendré. Santo cielo, es como si de repente hubieras visto el fantasma de mi madre.- Ella soltó una carcajada mientras se levantaba. Sin embargo, antes de que pasaran a Bendy, se aclaró la garganta.

-Discúlpeme señor.- El hombre se congeló como si la misma muerte lo hubiera llamado. Giró la cabeza lentamente para mirar a Bendy. -Lamento molestarte, pero si ya terminaste con ese papel, ¿puedo echarle un vistazo?- El hombre palideció aún más. Bendy pensó que podría desmayarse.

El hombre abrió la boca, luego la cerró y entregó el papel con su mano temblorosa. -Gracias compañero.- En el momento en que retiró la mano, salió al pasillo con su esposa arrastrada detrás de él. Eso no es bueno, pensó Bendy para sí mismo. Rápidamente desdobló el periódico ligeramente arrugado. Se tomó medio segundo para mirar el frente y el encabezado con una sonrisa. Sacudiendo su diversión, pasó las páginas hasta que vio lo que había asustado al hombre. De alguna manera, los carteles de búsqueda para él y su hermano habían sido puestos en el periódico. También había información actualizada sobre ellos. Bendy no tuvo tiempo de preocuparse por eso. Sus disfraces eran buenos en público, pero ese hombre había estado sentado cerca de ellos durante horas. Era obvio que los había reconocido.

BABITIM 1 -En busqueda de una curaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora