El conejito x el primer gemelito

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Los caballeros de bronce llevaban casi seis meses en el Santuario junto con Atena. Ésta había decidido que comenzaran a entrenar con los caballeros de oro a los que sucederían como dueños de la armadura. Así, Aioria de Leo entrenaba a Ikki, Dokho de Libra a Shiryu, Aioros de Sagitario a Seiya, Camus de Acuario a Hyoga y Shaka de Virgo a Shun.

Seis meses que habían llevado al tranquilo Santuario a convertirse en un lugar bullicioso por el constante ir y venir de los jóvenes cuando no estaban entrenando y por las continuas travesuras que les realizaban a sus maestros, en especial Seiya e Ikki que lograban sacar chispas a sus entrenadores.

Esa inquietud y ese bullicio duraban todo el día pero era sagrado que al caer la noche cada estudiante debía estar en su Templo y que no podía abandonar el recinto hasta el día siguiente al amanecer, cuando su maestro lo llamaba para comenzar el entrenamiento.

Esa regla solía ser rota a veces por Ikki y Seiya, para escaparse al pueblo y divertirse en alguna discoteca o en algún bar, aunque cuando eran descubiertos eran severamente castigados. Sin embargo, cada dos por tres hacían de las suyas sin importarles los castigos.

Pero había otra persona más que tenía la costumbre de escaparse, pero a la que todavía no habían descubierto aunque se escapaba mucho más que Seiya e Ikki.

La noche llegó al Santuario y luego de despedirse todos se retiraron a dormir... aunque Ikki y Seiya ya habían anunciado que se iban a escapar otra vez.

Una figura que aparentaba dormir profundamente se levantó puntualmente a la medianoche y se envolvió con un abrigo con capucha que le tapaba hasta el rostro y moviéndose como un fantasma abandonó uno de los Templos y con agilidad y rapidez llegó al tercer templo del Santuario.

Al dar apenas unos pasos para entrar vio a la figura que lo esperaba paciente sentado en uno de los sillones con dos copas servidas pero sin tocar. Saga de Géminis se paró en un instante y tomando las bebidas le entregó una al encapuchado que la bebió de un sorbo.

Las dos figuras al terminar de beber se contemplaron en silencio, admirándose hasta que Saga deslizó la capucha revelando los cabellos verdes y el bello rostro del caballero de Andrómeda.

-¿Cómo te fue hoy? - preguntó interesado al jovencito

-Bien. Shaka es muy bueno conmigo... hasta me duermo meditando y no se enfada - rió Shun - ¿tu día?

-Igual que siempre... aburrido, mis noches son más interesantes

Shun se ruborizó ante sus palabras y Saga se acercó y lo besó con delicadeza.

-Amo verte ruborizado - fue el comentario del geminiano.

Shun respondió besando la punta de la nariz de Saga con ternura, gesto que arrancó una sonrisa en el rostro del caballero de oro, siempre tan serio para todos excepto para Shun.

-Seiya e Ikki se volvieron a escapar- comentó Saga

-Por favor, no los delates - pidió Shun con un susurro.

-No lo haré, descuida. Al fin y al cabo tú también te escapas y no a veces... sino siempre - respondió Saga deslizando la capa que Shun llevaba hasta dejarla en el suelo.

-Yo no me voy del Santuario - contestó Shun

-Pero abandonas el Templo de tu maestro - Saga lo besó en los labios introduciendo gradualmente su lengua en la boca del chiquillo que se aferró a él.

-Si quieres no vengo más - susurró Shun con ironía.

-Ni loco mi pequeño - Saga lo besó de nuevo mientras la tensión se hacía latente entre ellos.

Shun de OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora