El conejito x el libriano

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Después de la batalla contra Hades, todos los caballeros y en especial Saori temieron que Shun se culpara por lo sucedido y que se sumiera en una profunda depresión. Sin embargo, la reacción del peliverde fue totalmente opuesta y en vez de deprimirse parecía estar convirtiéndose en una versión aún más independiente y arriesgada que su hermano.

Así es, en apenas dos meses, Shun había tirado toda su ropa anterior a la batalla de Hades, incluyendo sus tiradores y sus pantalones jardineros para cambiarlos por pantalones y remeras negras o de colores oscuros. Había guardado en cajas todos sus peluches y había puesto en su lugar cds de Marilyn Manson y de Evanescence, pósters de los anteriores, y de algunos actores de la televisión y le había pedido a Saori una computadora e Internet para pasar noches enteras navegando.

Sin embargo, lo que preocupaba a los demás no era eso sino lo que hacía Shun cuando abandonaba la mansión y que había llevado a Saori y a Ikki a tener más de un dolor de cabeza.

Lo primero que había hecho era tomar "prestada" la moto de Ikki para estrellarla contra un árbol después de doblar una curva a más de cien kilómetros por hora. Por suerte, su buen estado físico le había evitado grandes golpes salvo algunos magullones pero la moto había quedado destrozada y Shun había terminado internado durante unas horas en el Hospital.

Ninguno le dijo nada, ni siquiera Ikki pese al sacrificio que había hecho para poder comprarse esa moto y que amaba y cuidaba con devoción.

Una noche, cuando eran casi las tres de la mañana la policía había aparecido llevando a un bastante alegre Shun que había sido atrapado jugando picadas a más de doscientos kilómetros por hora en un BMW prestado por un desconocido amigo. Ninguno de los habitantes de la casa sabía que Shun se había escapado por la ventana para poder irse a correr carreras. Saori puso el grito en el cielo y se encargó de hablar con Shun que se limitó a encogerse de hombros para encerrarse durante dos días en su habitación.

Un par de días después apareció en la Mansión con un equipo de escalar anunciando que se iba a escalar con unos amigos y que no lo esperaran por una semana. Ikki por primera vez le levantó el tono y le dijo que no se lo permitiría. Shun se le rió en la cara y salió dando un portazo para subir al BMW que le habían prestado para correr las picadas.

Cuando regresó a la Mansión, Ikki apenas le dirigió la palabra aunque unos días más tarde le habló a los gritos. ¿Por qué? Porque Shun se había tirado en paracaídas y había aterrizado dentro de unos árboles fracturándose el brazo.

Shiryu y Seiya no podían creer el comportamiento de Shun y Hyoga se mostraba alarmado por la tendencia autodestructiva del peliverde. Todos le hablaban para que se calmara e incluso Shaka había venido a Tokio para intentar tranquilizar el espíritu inquieto de su alumno.

Shaka lo intentó, claro que sí, excepto que de la semana entera que pasó en la Mansión Kido, Shun pasó la mitad del tiempo en casa de un amigo y la otra mitad encerrado en su habitación conectado a Internet.

Aparte de la policía y de las llamadas del hospital una temprana mañana del domingo llegó a la Mansión un oficial de la prefectura naval con un sonriente Shun. Para colmo de Saori y de Ikki, el dulce conejito se había subido a una lancha durante la noche y se había dedicado a dar vueltas por la bahía a toda velocidad sin tener cuidado del resto de las embarcaciones. Saori había pagado una multa gigantesca para evitar que Shun terminara en el reformatorio, aunque al conejito pareció tampoco importarle mucho.

* * *

-¡Ya fue suficiente, Shun! ¡Mañana por la mañana te enviaré con Shiryu a los Cinco Picos! Te quedarás hasta que Dokho te haga reflexionar acerca de tu comportamiento - le gritó Saori cuando Shun había sido llevado otra vez por la policía, esta vez por haber hecho un salto mortal atado con unas cuerdas desde el último piso de un rascacielos de más de treinta pisos.

Shun de OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora