Día 6: Boda

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Isagi era un omega, que desde su nacimiento lo había elegido para casarse con el futuro príncipe. Él hizo todo lo posible para oponerse, hasta se había escapado de su casa con ayuda de sus padres y amigos.

Pero cuando se entero que sus seres más queridos, iban a la horca por tal osadía, tomó una difícil decisión de entregarse.

Prefería perder su amada libertad, que a sus seres más queridos. No soportaría vivir con la culpa, de que sus padres y amigos hubieran muerto por ayudarlos.

Cuando se entregó, dejaron libre a todos ellos. Pero a él lo encerraron en un calabazo, hasta el día de la ceremonia.
Cuando llego el fatídico día, lo bañaron con agua fría y lo vistieron de forma rústica, pero de manera que quedará elegante.

Al llegar a la iglesia vio a todo el pueblo en el lugar, hasta las afuera de la iglesia estaba conglomerado de personas. Algunos lo veían con lastima, otros con rabia y hasta otros se atrevieron a darle una mirada de desprecio.

¿Que hizo para merecer ese odio? Él no eligió casarse con el príncipe, ni lo conocía en persona. Era en la ceremonia que lo iba a ver por primera vez.

Isagi pensaba que tal vez el príncipe era feo o tenía un defecto, tal vez era un anciano o una persona con sobrepeso, que tenía un mal carácter y nadie lo quería. ¿Y si olía feo?

Cuando entró  a las puertas de la iglesia escoltado por la guardia real, comenzó a sentir todas esas miradas negativas sobre él. Trato de no pensar en eso y miro hacia el frente, quedando sorprendido por la gran belleza del príncipe.

Sobre todo esos ojos azules cristalino, aunque tenía un aura poderosa que intimidaba a cualquiera y no olía para nada feo, olía a rosas.

— Llegan tarde — dice el príncipe mirando con enojo a los escolta — Odio esperar y lo saben muy bien.

Isagi vio como un chico de cabello violeta y marrón se acercaba al príncipe, susurrando algunas palabras — Se trató de escapar otra vez señor.

¡Mentira! ¡Eso era una mentira!

Si no fuera que estaba rodeado de guardias, que tenían espadas afiladas. Hubiera gritado, que eso no era verdad.

El príncipe miro a su lacayo y pregunto — ¿En verdad te creíste esa mentira? Ness, dile a las criadas qué lo vistieron, que están despedidas y desterradas del palacio, si la veo por el reino las mando a decapitar.

Ness e Isagi se sorprendieron por la orden, ninguno de los dos  podía creer lo que ordenada su majestad.

El príncipe mira a su sirviente de mal humor — Ness, ¿que parte de que odio esperar? ¿No entiendes aún?

El chico hace una reverencia y se va a cumplir las órdenes de su príncipe, también futuro rey.

Isagi no sabía que hacer, nadie le decía nada.

Estaba perdido, pero se sorprende al ver como el príncipe le da su mano. Un poco dudoso la acepta, el príncipe toma su mano con fuerza y lo jala hacía su lado. En voz baja, su majestad le dice — Ojalá que valgas la pena Yoichi, todo el pueblo se opone a está unión y también los demás reinos, pero mis difuntos padres querían esto y es mí deber qué su último deseo en vida se cumpla. No me decepciones, estrella.

Isagi se soprende por esa información, ¿por qué los padres del príncipe estarían interesado en esa unión? ¿Sus padres sabrían algo? Lo más importante, ¿por qué el pueblo estaría en contra de esa unión?

Tantas preguntas y pocas repuestas.

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Isagi mentiría si no se encontraba temblando de miedo en ese momento, estaría en los brazos de un hombre y además que sería su primera vez, en todos los sentidos.

— Yoichi, relájate. No te comeré, no aún — dice su majestad con un tono burlón — No me gusta cuando yo tengo que buscar mis presas, adoro que ellas vengan a mí.

El gran príncipe Michael Kaiser se encontraba en uno de los sillones de la habitación, que estaba cerca de la fogata. Tenía una bata de dormir bien excéntrica y unos lentes de lecturas algo curiosos.

Se encontraba leyendo un enorme libro de magia.

En cambio Isagi, aunque se tuvo que pelear con las servidumbre. Tenía puesto un pantalón de algodón de dormir y un sueter bien calentito, se lo había tejido su mamá. Las mujeres que debían vestirlo, querían hacerlo con un vestido de mujer muy revelador y  con nada abajo.

Él no se quería morir de frío.

— ¿No sé darán cuentan? — pregunta Isagi que estaba en la cama, mirando los cuadros de pintura que tenían las paredes de la gran habitación. Todas eran sobre las batallas que había enfrentado Kaiser desde los 15 años, ¿serían verdad o solo una exageración?

Michael cierra el libro de magia y se quita los lentes, para mirarlo a los ojos — ¿Y que si se dan cuenta? Mañana seré el rey y yo puedo hacer contigo lo que se me de la gana. Ahora, no me pongas de mal humor y dime, ¿qué magia puedes hacer?

Isagi asiente, el miedo estaba siendo suplantado por el enojo. Pero no sabía de que era capaz de hacer Kaiser, así que prefería ir con calma.

— Mis poderes se relacionan con el fénix, fuego y de curar a las personas, también de sanar — dice el chico, mientras que veía a Kaiser levantarse del sillón y acercase a él.

— Que curioso — Kaiser esta demasiado cerca y lo toma de la barbilla, acariciando esa zona y con el pulgar de su mano, también acaricio los labios de Isagi — Yo soy un dragón o mi magia está vinculada con uno, ¿Sabes lo que significa eso?

Isagi asiente nerviosamente y sin apartar la mirada azulada de su ahora esposo, le responde — Los dragones y los fénix son enemigos naturales.

— Yoichi, espero que uses tu magia a mí favor y no encontra, sería una lástima apagar tu llama. Creeme, sé como hacerlo querido.

Isagi asiente nervioso y quería decir algo más, pero Kaiser se aleja. Quitándose la bata y tirándola al suelo.

Isagi grita y se tapa los ojos al verlo totalmente desnudo.

Kaiser se burla de él y se acuesta en la cama, para después dar dos aplauso y las llamas de la chimenea se apagaron.

— Es hora de dormir Yoichi, mañana es un día muy largo y es mí coronación querido. Debemos estar presentable.

Isagi no sabía dónde dormir, no tenía una habitación o cama solamente para él y si pedía una, eran capaces de encerrarlo otra vez en el calabazo. Así que con mucha vergüenza, se acuesta en la cama junto con Michael, esperando que no le costará dormir o que no pasará nada malo.

Contra todo pronóstico, esa noche pudo dormir tranquilamente y con un calor agradable, que le recordaba a su hogar. Sin darse cuenta, que estaba dormido en los brazos del próximo rey, sintiéndose protegido.

Kiis WeekWhere stories live. Discover now