Capítulo 4

707 74 32
                                    



El caos seguía siendo predominante incluso cuando los curanderos de la manada llegaron a la escena y se prepararon para trasladar a la pobre mujer a un lugar para ser tratada. La gente estaba confusa, hablaba muy alto, y las feromonas de miedo y preocupación estaban por doquier. 

Takemichi estaba petrificado, incapaz de mover los pies de su sitio. Sus ojos azules, acongojados, seguían mirando hacia el lugar donde previamente había estado la mujer Beta. Estaba demasiado agitado por alguna razón que no podía entender. Sintió cómo la temperatura corporal le bajaba y cómo comenzaba a temblar. Sus ojos no podían enfocar.


¿Qué... le estaba pasando?


Fue entonces que notó una mano en el hombro que, gentilmente, lo empezó a dirigir hacia fuera del tumulto, mientras esta nueva presencia se aseguraba de tranquilizarlo con voz suave.

— No te preocupes, tranquilo. Todo está bien... Sí, respira. Eso es, chico, poco a poco...

Takemichi, por alguna razón, notaba que sus tripas no se habían levantado a la defensiva ante este tipo y, todavía sin poder enfocar en su entorno, se concentró en la voz. Al mismo tiempo, fue dirigido con cuidado hacia fuera del caos. Lejos de aquello que le había provocado tan de pronto aquella tremenda ansiedad. 

Donde, una vez lejos, se permitió toser y caer al suelo.

Temblaba, todavía, del shock. La persona a su lado se agachó, con calma, y prosiguió acariciándole la espalda con un toque casi maternal.

Poco a poco, gracias al apoyo ajeno, pudo recomponerse.


Por fin, el escándalo ya aplacado como sonido de fondo, pudo así levantar la cabeza para enfrentar a su "salvador".

Se vio a sí mismo aturdido frente a dos gentiles ojos violáceos que tenían un aspecto perezoso pero amable que le hizo sentir reconfortado. El hombre frente a él era un poco más alto que él, de cabello corto y lila, que tenía un pendiente y unos cortes en las cejas. Aunque algo en él le llamo drásticamente la atención.

No... olía.

No es que no oliera a algo en específico, sino más bien que ese tipo no tenía ningún tipo de esencia. Lo que, en realidad, confundió un poco a Takemichi. Ni siquiera tenía un mínimo olor, como todos los Beta tenían. Aunque si... 

Si no tenía un olor característico... debía ser un Beta, ¿no?

Fue, de cualquier manera, sacado de sus pensamientos por el agradable tono de voz que hacía unos segundos le había ayudado tanto. 

— Ey, ey... ¿Cómo te encuentras? ¿Te ves... en condiciones de levantarte otra vez? —había preguntado, suave. Takemichi, simplemente arropado por una amabilidad que se le hacía demasiado acogedora, no dudó en asentir en cámara lenta.

Esto le ganó una sonrisa cansada de por parte del otro, quien se presentó.

— Soy Mitsuya Takashi, capitán de la Segunda División. —había murmurado, presentándole la mano para que la agarrara y se pudiera levantar cómodamente—. Con todo este alboroto el Comandante se había asustado al no saber dónde estabas y, como Chifuyu no estaba a la vista, me ha enviado a buscarte.

Takemichi, no sorprendido, pero todavía un poco confuso por la caballerosidad del hombre, se limitó a dejar salir un  entiendo...  quedo, que el otro solo pudo alcanzar a escuchar gracias a sus despiertos sentidos. Un pequeño murmuro diciendo que estaba bien causó que este, Mitsuya, se limitara a sonreír un poco, ayudándolo a levantarse.

El cielo en tus ojos  | AllTakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora