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Después de un café en casa de Nito, la tristeza y preocupación no se disipó.

María Rosa terminaba su taza en silencio y miraba a Alba, quien caminaba de una esquina de la sala a otra con nerviosismo.

– Vamos, por favor. – insistió, hablando nuevamente. .

Nito miró el reloj de su pared. Éste ya marcaban las nueve de la mañana.

Habían estado especulando entre todos dónde podrían estar los chicos, ya que era obvio que no "llamarían a sus padres" puesto que al menos sus amigos eran todos mayores de edad. 
Nito propuso una de las comisarías dónde habían capturado a un amigo la vez anterior.

– Bueno, vamos. – dijo Rita, segura.

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– ¿Si, que necesita? – pregunto una oficial detrás del recibidor con una cara de culo tremenda.

– Venimos a ver si unos amigos están acá, ¡Anoche se los llevaron presos sin motivo alguno! – dijo Nito, enojado.

– ¿Sin motivo alguno, estás seguro de eso pibe? – preguntó la mujer riendo irónica.

– Obviamente. Estábamos tranquilos, divirtiéndonos como cualquier joven a nuestra edad. Varios de los suyos cayeron de la nada, y se llevaron a un montón de gente inocente.

– ¿Dónde estaban? – preguntó buscando unas carpetas repletas de papeles.

– En el Bar Temperini. – dijo alzando ambas cejas.

La mujer soltó una risa negando con la cabeza.

– ¿Vos te das cuenta de lo que estás diciéndome no? Escuchate, estaban en un bar probablemente cantando y promoviendo rechazo al partido político... ¡No tenes cara de encima estar buscándolos!

– ¡Por favor, nada que ver! Solo es música de entretenimiento... ¡Yo los conozco!

– ¿Qué sos uno de ellos? – alzó una ceja, desafiante.

– No, no... Por favor... – Alba se metió rápidamente, antes de que se lo lleven a Nito también. – Queremos saber dónde estan. Vamos a pagar la fianza, lo que sea necesario... ¡Solo digannos dónde están!

– Díganme los nombres... – la policía miró a Alba con desconfianza.

– Carlos Alberto García, Pedro Aznar, Juan Rodríguez...

La mujer buscó en las carpetas. Hojeó páginas, y pasó su dedo por cientos de nombres.

– A ver, van a tener que esperar, porque en ésta no están.

Alba miró hacia el techo impaciente. Rita posó una mano en su hombro.

Después de un buen rato de buscar, la mujer volvió con la misma cara de pocos amigos acompañada de otro oficial.

– No estan acá, están en la comisaría de La Matanza. – dijo sonriendo de lado con malicia.

– ¿Cómo que en la matanza? – preguntó Nito desesperado. – ¿Y no los pueden traer acá?

– Si dale pibe, ¿Que querés un cafecito también? – respondió irónica riendo, a su lado su compañero se rió.

– Por favor, ¿No hay nada que se pueda hacer? Mi viejo tiene un conocido acá, quizá el pueda hacer algo... – acotó Alba ya sin saber qué más hacer.

– ¿Y quién lo conoce a tu viejo, flaca?

– Darío Monet es mi papá– dijo rápidamente. – El comisario Sergio Martínez es amigo de él. ¡Déjenme hablar con él!

Te Ví Entre Las Luces | Charly García ficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora