XXVII

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Roier se ajustó la chaqueta lo mejor que pudo con su brazo jodido.

Hasta este punto estaba amarrándose los cordones de sus zapatos y poco a poco su cuerpo se acostumbrada a ese dolor fantasma ocasionado por las heridas.

— ¿Necesitas ayuda, man?

Mariana no le había descuidado, ayudándole en cosas banales después de que Spreen se había ido la noche anterior.

Desde buscarle una muda de ropa hasta cambiarle los vendajes, estaba seguro que mejoraría en unos pocos días para estar como nuevo.

También, le había enseñado lo que sería su nueva habitación. Un espacio enorme que sería para él solo con una ventana reforzada y todo el desorden de sus cosas abarrotadas.

— No, está bien.

Roier se levantó de la cama y se miró al espejo.

Su cabello usualmente despeinado estaba creciendo muy rápido, aunque no se notara por la bandana hasta este punto.

Estaba listo, guapo, confiado y seguro, muy Roier.

Mientras Mariana se encontraba haciéndole compañía, Aldo estaba terminando de revisar unas cosas en el patio...

Poco después de la visita de Spreen, Mariana los fue a buscar y entre las conversaciones cruzadas, Roier pudo ver más a fondo lo que llevaban de la construcción de la casa.

Decían que era algo humilde, pero era bastante espaciosa y cómoda para solo tres personas; una sala de estar que conectaba con una pequeña cocina y una habitación para cada uno.

Justo como lo recordaba las veces anteriores.

— ¿Vienes?

Se volteó hacia donde Mariana para ir rumbo al comedor, con un asentimiento, ambos salieron del cuarto.

🕸️🐻

— ¿Una salida? —preguntó Aldo en lo que sería una tercera vez.

— Sí —volvió a responder Roier.

— Con Spreen...

Mariana carraspeó por el aparente bucle en el que habían caído cuando se sentaron a comer.

— ¿Quieres agua, Osvaldo? —ofreció Roier.

Su amigo solo le miró por un largo rato, así que Roier solo dejó el vaso...cerca de él, antes de responder.

— Qué tristeza, men. Llevamos veinte minutos y no dejan de repetir la misma mamada.

El chico miró a Aldo con algo parecido a un tono de reproche, y este mismo se encogió un poco más en el asiento, refunfuñando por algo.

Sin saber porqué, Roier recordó lo que había hablado con Spreen por la noche.

"Creo que es mejor que ellos te lo cuenten."

Aldo, ¿te cae mal Spreen?

— Sí.

Bueno, esa respuesta fue rápida.

— A ver... –Aldo se explicó —él es alguien peligroso y te dejó todo verguiado, ¿sabes?

Roier entrecerró los ojos, ya sabía que su amigo estaba preocupado por él pero igual no había sido tan sobreprotector antes.

— Supongo, pero estoy bien, ¿ves?

Levantó su brazo roto para comprobar su punto.

— Como nuevo.

Möbius [Sproier]Where stories live. Discover now